¿Que tal si hoy miramos un poco dentro del mundo emocional que somos y qué hace posible que la vida se torne armoniosa o desequilibrada?
Suelo decir en mis clases que si no sabemos vérnosla con nuestro mundo emocional, de nada servirá lo muy intelectuales o racionales que seamos pues, si algo somos, incluso antes que seres pensantes, es emoción o sea, energía en movimiento.
Hoy día podrán buscar en la web innumerables escritos e informes sobre lo que se denomina inteligencia emocional. Sin embargo y, para no explayarme más de la cuenta, valdría hacer hincapié en un apotegma fundamental como es; "conócete a ti mismo". Si, ya se que resulta un tanto repetitivo para mucha gente pero, es tan esencial para llevar adelante una vida plena como lo es respirar. ¿Podemos vivir sin respirar? Bueno, tampoco llegaremos a saber lo que de verdad es vivir si no nos conocemos. Si nos esquivamos a nosotros mismos con cuanta excusa encontremos (algo en lo que nos volvimos expertos a la hora de sacarnos del medio porque, " siempre hay algo más importante para hacer".
No han sido pocas las veces en las que en mis clases de chi kung o práctica de zazen (meditación zen) han participado especialistas en algún área de salud (psicología, clínica médica, pediatría, etc) quienes, a la hora de tener que conectar con las sensaciones o emociones que sus cuerpos manifestaban, se sentían como quien perdió su brújula en medio del desierto. No lo menciono con ánimo de crítica sino, para señalar cuan alejados de nosotros mismos estamos. Lo que es peor es el hecho de que, esas personas sin duda sabrían cómo abordar los problemas que les presentaban sus pacientes pero, nada o poco conocen de sí mismos cuando sus emociones los asaltan..
Ahora, si esto pasa en facultativos en quienes se presupone una mayor vinculación con sus cuerpos, imaginen cuanto más desconocen de sus emociones el común de las personas si quien más o quien menos se ha pasado buena parte de su existencia negándolas (sobre todo si se trata de las emociones "malas") o, reprimiéndolas. Más aún si dichas manifestaciones como la ira, causan daño en nuestras relaciones y no somos capaces de admitirlas.
Es simple de explicar aunque no lo sea tanto ocuparse y es que, si no aprendemos a quedarnos con lo que nos pasa el tiempo suficiente y del modo adecuado, ¿qué es lo que realmente sabremos sobre nosotros, lo que en verdad nos sucede y cómo abordarlo?
Por tal razón que conocernos a nosotros mismos es tan elemental pues, si no lo hacemos, difícilmente tengamos las herramientas adecuadas para saber cómo empatizar y comprender los estados emocionales por los que atraviesan los demás si ni siquiera sabemos cómo hacerlo con los propios..
Un especialista en la materia como es el Dr Daniel Goleman, nos sugiere algunos aspectos a considerar:
Debemos detectar la emoción que hay detrás de cada uno de nuestros actos.
Es necesario que ampliemos nuestro lenguaje emocional (a veces no basta con decir «estoy triste», hay que ser más concretos. "Estoy triste porque me siento decepcionado, algo enojado y confuso a la vez".
Observar lo que pensamos para controlar cómo nos comportamos.
Buscar un por qué al comportamiento de los demás, ser capaces de entender las perspectivas y los mundos emocionales ajenos.
Expresar nuestras emociones de forma asertiva.
Mejorar las habilidades sociales.
Aprender a automotivarnos y a ocuparnos de esos objetivos que nos pueden acercar a un auténtica felicidad.
Hoy se habla y se sabe cada vez más acerca de la plasticidad cerebral. La capacidad de nuestras neuronas para modificar sus funciones de comportamiento o conducta y con ello, todo un sin fin de posibilidades a la hora de modificar sustancialmente nuestro mundo interno.
De lo que trata en última instancia, es de tener la predisposición, el coraje y la perseverancia para adentrarnos en lo intrapersonal y hacer realidad la vida que anhelamos o, descubrir cuán maravilloso resulta ser el copiloto de una vida que co creamos con Dios, el universo el Tao o, como gustemos denominarlo.
No existen malas o buenas emociones, sólo es energía que expresa la vida que somos. Esas etiquetas son condicionamientos culturales que poco o nada ayudan a saber de qué estamos hablando cuando decimos, tristeza, enojo, miedo, angustia, etc.
Pongámoslo de este modo, si viajamos a algún sitio por primera vez y deseamos conocerlo, lo lógico es que nos tomemos el tiempo necesario para hacerlo y luego, poder compartir la experiencia con los demás. Dejar que el que somos, en un momento dado exprese lo que está sintiendo, es igual de valioso o, incluso más, pues, se trata de decidir, conscientemente, movernos (energía) desde un plano de sincera acción con la vida, en lugar de vivir estreñidos por lo que callamos o desbordados por lo que no aprendimos a gobernar.
"Cuanto mas sabes acerca de ti mismo, menos necesitas"
Proverbio zen
Hasta mañana
Shodo Rios
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