martes, 21 de julio de 2020

Hola, ¿Qué escuchas? (Regalo 20)

Que tal si...te cuento que podemos aprender a escuchar desde dónde hablamos y para qué.
Se trata de aprender a escuchar al que somos desde cada energía que nos compone como totalidad.
Escuchar al cuerpo, la mete y el espíritu.





El espíritu nos habla con el silencio; el vacío desde donde surge la inspiración, la vida.
El alma nos habla a través de los sentimientos.
El cuerpo por las sensaciones.
Y el ego, con los pensamientos.

Sin ofender pero, es importante saber que, la mayoría de las personas, habla con las palabras e ideas de otros aunque, sin saberlo. No me refiero al idioma aprendido sino, a conceptos adquiridos durante la infancia de los cuales se apropia para, entre otras condiciones también adquiridas, erigir su personalidad.
Tanto se aferra a ellas cuanto más seguridad le otorguen. De ahí nace aquello de: "no importa si es verdad lo que se dice o se cuenta con fundamentos a la hora de discutir, lo que vale es imponer la propia razón". Aquella que sustente el control a raíz de algún temor profundo.
Como comprenderán, esto nace de la falta de escucha correcta. Sin embargo, en ese parloteo cotidiano, si nos permitimos escucharlo con atención, se halla la salida hacia el despertar.

Si observamos una imagen de buda, veremos que se suele representársela con orejas grandes. Esto se debe a que, lo que vuelve trascendente la experiencia humana, es la capacidad de escuchar. Sobre todo, de escucharnos.
La escucha según el Budismo, ocurre cuando somos capaces de hacerlo sin intervenir con opiniones, juicios o críticas. Equivale a escuchar sin que intermedie ningún aspecto de la personalidad o "yo". 
Esa escucha bien puede ser considerada pura.

La práctica de zazen o, meditación sentada, es lo que nos permite ir incorporando esa cualidad, aportándonos mayor percepción e intuición a partir de lo cual, vamos distinguiendo más sencillamente quién nos habla, cómo y para qué. Si es el espíritu, el alma, el cuerpo o, el ego.
En cualquier caso y, a medida que nos vamos familiarizando con el lenguaje de la vida en este cuerpo, es cuando logramos expandir nuestros límites y capacidades, volviéndose la vida más serena y colmada en lo esencial. El amor, la gratitud, el respeto, la confianza.

Producto de empaparnos de los sonidos elementales y divinos es lo que torna al humano sabio y cuando este habla, lo hace con la palabra asertiva o, con el silencio de la aceptación.

Te invito a esa escucha y a descubrir el universo en vos.
Hasta mañana

Shodo Rios 

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