viernes, 31 de mayo de 2013

La vida de Buda




Este documental sobre la vida de Sidarta Gautama Buda, fue realizado en el año 2010 por el cieneasta David Grubin y narrado por Richard Gere. El documental viene a traer un aire fresco y posible de respirarse, sobre todo, en un momento tan convulsionado como el que hoy atravesamos de tanta antinomia y polarizaciones ideológicas que, lejos de aclarar, oscurecen. Momentos que, a nuestro pesar o no, son el resultado de una lucha denodada entre los viejos paradigmas verticalístas, separatistas y proclives a esgrimir el miedo y la culpa con elque durante siglos ostentaron su poder y, los nuevos modos de pensar, sentir y vivir la vida, La vida en un mundo de horizontalidad, inclusión, resposabilidad sobre cada acción, palabra y pensamiento tomado. Un mundo, como el mismo Buda señalaba, donde nadie es más que un todo en miniatura que sólo puede existir en interrelación y cambio permanente.

Publicado por Claudio

viernes, 24 de mayo de 2013

Analogías III




Es importante tener en cuenta que el hombre es el resumen del universo, es decir, un microcosmos, y que por esa razón está sometido a las leyes que rigen dicho universo. Como bien decía Paracelso, “como arriba es abajo y como abajo es arriba”. El Tao, acerca de este concepto, sostiene que el ser humano es el resultado de la unión de la energía del cielo con la energía de la tierra. De alguna manera, y amén de las diferencias propias a cada realidad, esta analogía entre lo micro y lo macro, también lo destaca la Física cuántica, como bien lo mencioné en la entrada anterior.

Algunos ejemplos: El ritmo según el cual vive nuestro cuerpo es la reproducción del ritmo cósmico. El gran año cósmico consta de 25.920 años terrestres y las respiraciones del hombre, a razón de 18 por minuto como promedio, son 25.920 por día.
El día cósmico corresponde a 72 años terrestres, lo que equivale a la cantidad media de 72 pulsaciones por minuto en el ser humano. 
El ritmo zodiacal de 25.920 años se debe a una ligera inclinación de la tierra sobre su eje. Esta inclinación alineada con cada constelación lleva a que la Tierra atraviese cada una de ellas en un tiempo estimado de 25.920 años, o lo que se conoce como eones o eras. Actualmente, estamos saliendo de la era de Piscis y entrando en la de Acuario.

En el corazón, se refleja la disposición cósmica del Sol; en los pulmones, la de la Tierra.
La pequeña circulación (corazón-pulmón) se compara con el ritmo terrestre (las cuatro estaciones), y la gran circulación (corazón – organismos) se compara con el ritmo sol zodíaco; esto se refiere a los ciclos relacionados con la actividad estelar. El ritmo más observado es el undecenal, cuyo período está próximo a los 11 años. Los seres en los que se manifiesta más claramente este ciclo es en los árboles, en cuyos anillos de crecimiento se detecta el crecimiento estacional en un período de 11 años.
El ritmo cardíaco (72 pulsaciones por minuto promedio) es cuatro veces más rápido que el ritmo respiratorio (18 por minuto promedio), pues los pulmones reciben la sangre que sale del corazón, así como la Tierra recibe los rayos del Sol desde cuatro posiciones diferentes, según las estaciones del año.
Además en el adulto, el corazón no está en posición vertical, sino oblicuo hacia la derecha como la inclinación terrestre. 





Los cuatro elementos (fuego – tierra –agua –aire) o los cinco que considera la Medicina Tradicional China (estos cuatro más el elemento madera, relativo al mundo vegetal) no son sólo simbólicos, pues es fácil comprobar que estamos constituidos de ellos, a saber: agua en un 75%, oxígeno y minerales, calor corporal, cuya temperatura promedio para mantener saludables todas nuestras funciones vitales es de 37°, y músculos, tendones y huesos como constituyentes del elemento tierra. El oxígeno, el hidrógeno, el carbono y el nitrógeno comprenden el 96% del cuerpo humano. Por otra parte, recordemos que los cuatro compuestos químicos del ADN son: adenina, guanina, timina y citosina. 


En un plano más simbólico, y tomando como ejemplo uno de estos elementos y su relación con los pulmones, me estoy refiriendo al aire o metal, para la MTC, paso a relatarles, brevemente, porque para los Egipcios, estos órganos tan vitales fueron llamados “el árbol de la vida”, ya que al observarlos y conocer sus funciones, acaba resultando más que válida su analogía.





Para los egipcios, el color blanco grisáceo de los pulmones estaba asociado al amanecer y por su laberíntica estructura a la Luna de Toth; gracias a su humedad, con las aguas del río sagrado, el Nilo. Pero era sin duda a causa de su forma de árbol invertido que los sabios veían en él la provisoria morada del Osiris resurrecto, dios de la vegetación y la inmortalidad. Como se creía que los demonios eran los causantes de las enfermedades y estos habitaban las aguas pantanosas, por oposición, se veía en los bosquecillos plantados por los jardineros reales sitios de recreo ideales para respirar a gusto brisas saludables.
En ellos, el árbol interno, formado por los pulmones y los bronquios, se ponía de acuerdo con las especies externas: limoneros, laureles, palmeras.
Por último, los egipcios constataron, mucho antes que Paracelso y los médicos del Renacimiento, que la mayoría de las veces, las enfermedades entran con el aire que respiramos.


Aquí me detengo. Como me sé un apasionado de estos temas, si me dejo llevar por ello, acabaría escribiendo páginas y páginas, pero mi interés es motivar la curiosidad de quienes leen este texto, no sólo para que se adentren en ellos y descubran otras analogías, sino para que al tomar conciencia de lo medular que es nuestra vida con la vida de la tierra y el cielo, nos volvamos seres verdaderamente ecológicos y respetuosos de la vida en todas sus muchas manifestaciones, empezando, justamente, por casa, o sea, por nosotros mismos.

“Si el hombre es la concentración del mundo, el mundo, por contra, es la dispersión del hombre”. Proverbio Sufi 

Fuente consultada: "El cuerpo y sus símbolos" Autor: Mario Satz - Edit Planeta
                              "Aromaterapia" Autor: Pablo Salomone - Ediciones Continente

Publicado por Claudio


viernes, 17 de mayo de 2013

Analogías II


Budismo y Física cuántica





Tras siglos de observar y de relacionarnos con la naturaleza como entidades materiales y separadas entre sí, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, la Física cuántica vino a romper con el viejo paradigma como única verdad posible y sustentable. Verdad que, por cierto, moldeó, al menos en Occidente, la vida de la humanidad en todos y cada uno de sus, no casualmente, compartimentos (política, salud, sexualidad, economía, cultura, etc.)

Si para la religión judeo/cristiana y musulmana, la vida se explicaba haciendo alusión a un Dios creador, para la Física clásica (Platón, Newton, Descartes, Bacon, entre otros), las cosas podían explicarse a partir de algo separado de nosotros con un tiempo y espacio absolutos, donde los cuerpos evolucionaban según leyes precisas y deterministas; en tanto que para la Física cuántica y los hombres que se adentraron en ella (Einstein, Planck, Bhor, Schrodinger, Heinsenberg, etc.), lo que denominamos como objetos o sujetos aislados no pueden ser divisibles o separados de todo lo demás, incluido el universo en su conjunto, pues estamos frente a una realidad que nos muestra que no existen de un modo definitivo objetos o sujetos con sustancia propia, sino relaciones de interrelaciones que se manifiestan en un estrecho vínculo con el observador y la herramienta con la que se intenta medir el comportamiento, por ejemplo, de un electrón.
En palabras del físico austríaco Antón Zeilinger, “Cuando en la Física cuántica se investiga la naturaleza de una partícula elemental, como un electrón, no lo encuentras, está vacío”. Es decir, y como señalé en el párrafo anterior, lo observado se encuentra en íntima relación con el observador, tanto que, al hacerlo, se puede apreciar a dicho electrón mostrándose como partícula o como onda. La dualidad expresada en ese micromundo, dualidad opuesta y complementaria que también se corrobora en lo macro (luz, oscuridad, femenino, masculino, sonido, silencio). Ver el movimiento de un fotón como partículas u onda continua es equivalente a decir, por ejemplo, que una línea de tiza trazada sobre un pizarrón es, a su vez, una sucesión de puntos y que, de acuerdo al observador, se podrá apreciar una u otra de sus manifestaciones. Por lo tanto, es importante considerar que no es posible observar un sistema sin perturbarlo.





Hace 2500 años en el norte de la India, hoy Nepal, vivió Sidharta Gautama, a quien años después el mundo conocería como Buda (estado de conciencia despierto o iluminado). Aquel que alcanzó la comprensión más excelsa, clara y profunda de la realidad, a través de la práctica de la meditación.
El Budismo, como práctica de vida y a lo largo de ese período, conoció, comprendió y transmitió los postulados que hoy señala la Física cuántica. Así lo explica el propio Dalai Lama: "Para el Budismo, el yo como tal no existe, ya que aquello que denominamos compulsivamente “mi yo” está permanentemente cambiando"; pero Arya Nagarjuna, maestro reconocido como tal dentro del Budismo tibetano, fue un paso más allá, cuando en el siglo segundo de nuestra era, formó la escuela llamada Madyamika, la que a su vez daría nacimiento a la rama principal del Budismo actual, conocida como Budismo Mahayana o del “gran vehículo”. Una escuela que consideraba, entre otras cosas, que la práctica Budista tenía que estar al alcance de todos los seres vivos, sin excepción.


La escuela de Nagarjuna niega la existencia de un yo, del observador y lo observado, e incluso de la observación misma. El término Madyamika refiere al camino del medio o justo medio, aludiendo al espacio creado por el intelecto entre nihilismo y materialismo. Este modo de comprensión acerca de la realidad subyacente está basada en la corroboración de que todo está, como mencionaba el Dalai Lama, en constante cambio, para llegar a su comprobación, la atención en un punto fijo como la respiración pero sin agregados críticos o los Koan (preguntas sin sentido racional o lógico), como por ejemplo: ¿cuál es el sonido de una sola mano?, tan utilizadas dentro del Budismo zen de la escuela Rinzai, que suelen ser formuladas de maestro a discípulo, con la intención de que éste pueda ver, aceptar y comprender el mecanismo mental que lleva a identificar las cosas, los seres sintientes y las múltiples situaciones diarias como verdades tajantes y autocreadas, para así alcanzar la visión correcta o el despertar, es decir, la comprensión de las leyes naturales de interrelación e impermanencia.

Por último, y aún siendo los métodos de medición y comprobación en la Física cuántica y el Budismo diferentes, ambos han ido llegando a las mismas conclusiones, pero con una diferencia práctica en el Budismo, que es que al saber que átomos, humanos, objetos o el planeta no son autónomos o independientes los unos de los otros, esto les permite que brote naturalmente la compasión.
Dicho de otra manera, mi bienestar está relacionado al tuyo, mi sufrimiento con tu sufrimiento, etc.

Coda: “Aunque los científicos estudien especialmente la materia, no pueden pasar por alto la conciencia; aunque los especialistas del espíritu se centren en el desarrollo de la mente, no pueden pasar por alto las necesidades físicas”. Dalai Lama

Publicado por Claudio

NOTA: Foto 2: El Dalai Lama junto a  Alan Wallace Físico, filósofo y monje Budista Tibetano ordenado por su santidad el XIV Dalai Lama


viernes, 10 de mayo de 2013

Analogías I


En estas entradas, quisiera compartir con ustedes algunos datos curiosos y significativos sobre la estrecha relación del ser humano con su entorno, el planeta que nos cobija y sostiene, y el universo.
Ya sea que se trate de interpretaciones hechas por culturas antiguas evolucionadas en busca de comprender nuestra existencia o de manifestaciones de la propia naturaleza de la que formamos parte, resulta interesante y hasta sorprendente comprobar lo mucho que estamos involucrados con las diferentes formas de vida y el cosmos.

Entre muchos de los aspectos tanto simbólicos como concretos, científicamente hablando, decidí comenzar con la analogía entre el I Ching, o libro de las mutaciones, y el genoma humano.
Como seguramente comprenderán, hay sobre estas dos profundas materias incontables escritos y estudios realizados por expertos, por lo tanto, no es mi intención explayarme más allá de algunos datos básicos que puedan, probablemente, ser de interés o inclusive servir como disparadores para indagar más profundamente en ellos.





Similitudes entre el ADN y el I Ching

Es sumamente llamativo lo homólogo que resulta el ADN y el milenario libro Chino conocido como I Ching o libro de las mutaciones.
Por un lado, el ADN, información genética de todos los seres vivos, con excepción de algunos virus, que se encuentra en el núcleo de las células. Por otro, el I Ching, texto antiguo escrito por Fu Hsi hace unos 5000 años en la China prehistórica. El concepto principal del libro es que la realidad está en constante cambio; a este respecto, vale aclarar que, si bien el ADN no coincide con lo antedicho ya que la información que heredamos de nuestros padres no cambia, hoy día se sabe que la mente y las emociones afectan dicha información confiriéndole de esta manera cierto dinamismo o cambio. Dicho dinamismo es conocido con el nombre de Epigenética.


El ADN contiene la información necesaria para explicar la dinámica del metabolismo celular.

El I Ching contiene la información necesaria para explicar el dinamismo de la conciencia.

ADN: Basado en dos hebras: sentido (positiva) y antisentido (negativa).

I Ching: Basado en dos líneas: Yang (positiva) – Yin (negativa).

ADN: Se compone de dos tipos de compuestos químicos que a su vez se dividen en dos subcompuestos, dando lugar a los cuatro componentes básicos (nucleótidos) del ADN: A/G y T/C.

I Ching: se compone de dos tipos de líneas Yin y Yang que a su vez pueden ser estables o móviles, lo que da lugar a cuatro posibilidades: Yang estable o viejo, Yang móvil o joven, Yin estable o viejo, Yin móvil o joven.

ADN: A G T y C (Adenina, Guanina, Timina, Citosina) se unen en grupos de tres para formar codones o tripletes, que contienen la síntesis necesaria para la formación de proteínas.

I Ching: Las cuatro líneas posibles (Yang joven, Yang viejo – Yin joven, Yin viejo), otro ejemplo en este sentido: primavera (Yang joven), verano (Yang viejo), otoño (Yin joven), invierno (Yin viejo), se unen en grupos de tres para formar trigramas o actitudes.

ADN: Los nucleótidos de una hebra se unen con los de la hebra opuesta y complementaria mediante dos o tres enlaces químicos, de manera que un determinado triplete contiene 6, 7, 8 o 9 enlaces.

I Ching: Los cuatro números rituales que se buscan para poder leer el hexagrama correspondiente (son 64 hexagramas al igual que 64 son las combinaciones de nucleótidos en el ADN) se obtienen al tirar tres monedas de igual valor monetario, a las cuales se les da una valoración par de una de sus caras (2) e impar del opuesto (3). Al arrojar las monedas, las posibilidades sumatorias dan 6, 7, 8 o 9. Según sea el valor obtenido en cada tirada, seis en total, se obtendrá una línea continua o Yang o, una línea quebrada o Yin por cada una. Estas líneas se anotarán de abajo hacia arriba hasta completar el hexagrama.
Una vez obtenido el hexagrama, se consulta en el libro y allí se encontrará a cuál de los 64 equivale para hacer la lectura correspondiente.

El I Ching es un compendio de causa y efecto, pues cada lectura o hexagrama indica cuál sería el efecto de una acción concreta en un determinado momento. Por lo tanto, esta guía puede darnos la ocasión de acceder a partir de nuestras acciones a actitudes más virtuosas en la vida diaria y así acrecentar nuestro desarrollo espiritual y humano.

El ADN, si bien contiene nuestra esencia e información a heredar, cada vez es más evidente lo crucial que resulta en su información los efectos causados a nivel molecular por parte de los pensamientos y emociones. Se podría decir que nuestra acciones se almacenan en nuestro ADN configurando una realidad no tan estable como no hace mucho tiempo atrás se suponía, y sí mucho más dinámica y protagonista.





A esto último valdría sumar un aspecto importante conocido como Karma (acción).
Todas nuestras acciones, palabras y pensamientos dejan huella tanto en nuestro cuerpo físico como mental y emocional. Es más, dichas consecuencias no quedan limitadas a lo individual, sino que, por el contrario, acaban afectando a las demás formas de vida como al planeta y, por qué no, al universo.
Sepamos que cuando hablamos de Karma estamos haciendo referencia no sólo a la acción física en sí, sino también a su lado menos visible, o sea, la intención, pensamiento y emotividad que impulsa dicho accionar, pues un componente esencial del karma es la interdependencia de toda existencia. Al respecto, el Budismo habla claro cuando señala que no hay modo alguno de que algo o alguien pueda existir de manera absolutamente independiente de su entorno.
Por otra parte, es importante señalar que el Karma no es determinista, puesto que toda acción puede modificarse y pasar de un comportamiento negativo a otro positivo. Inclusive, si nos viésemos involucrados en acciones perjudiciales y aunque el efecto de ellas sea inevitable, bien podemos desde una actitud verdadera y sincera demostrar en hechos nuestro arrepentimiento, disminuyendo sus consecuencias. En su defecto, y toda vez que nuestras acciones o karma negativo se acumulen, las consecuencias quedarán selladas en nuestros genes pudiendo resultar graves para nuestro futuro o el de nuestros descendientes.





Por último, es maravilloso observar cómo las ciencias modernas, o para mejor decir, los hombres y mujeres de mente y corazón abierto volcados a indagar en las aguas profundas y misteriosas de la vida, van llegando cada vez más cerca de los antiguos postulados orientales que señalan la integridad, interdependencia e impermanencia como leyes naturales de toda existencia.
Que estos acercamientos entre la ciencia occidental y la sabiduría oriental puedan permitirnos una mejor comprensión de la realidad, lo que a su vez podrá contribuir a una vida basada en el respeto, la gratitud y la compasión.

Material consultado: Iñaki Martín Subero – Institute of Human Genetics
                                 Moisés Sepúlveda López – Fundación Instituto Ser

Nota: En la primera imagen se pueden ver los ocho trigramas principales formados tanto por líneas continuas o, Yang y líneas discontinuas o, Yin. La combinación de los trigramas entre sí, forman los 64 Hexagramas.


Publicado por Claudio

viernes, 3 de mayo de 2013

Mal genio

Cuento Zen





Un estudiante de zen fue a ver al maestro Bankei: "Maestro, tengo un mal genio incontrolable. ¿Como podría curarme?

"Tienes algo muy raro", contesto Bankei, "dejame verlo".

"Ahora mismo no puedo mostrártelo", respondió el estudiante.

"¿Cuando podrás mostrármelo?", pregunto Bankei.

"Me sale de repente", contesto el estudiante.

"Entonces, concluyo Bankei, no debe de ser tu verdadera naturaleza. Si lo fuera, podrías mostrármelo en cualquier momento. Cuando naciste no lo tenías, y tus padres no te lo dieron, piensa en eso".

Bankei yotaku (1622 - 1693) Maestro de la escuela Zen Rinzai - Japón.

Publicado por Claudio