viernes, 24 de mayo de 2013

Analogías III




Es importante tener en cuenta que el hombre es el resumen del universo, es decir, un microcosmos, y que por esa razón está sometido a las leyes que rigen dicho universo. Como bien decía Paracelso, “como arriba es abajo y como abajo es arriba”. El Tao, acerca de este concepto, sostiene que el ser humano es el resultado de la unión de la energía del cielo con la energía de la tierra. De alguna manera, y amén de las diferencias propias a cada realidad, esta analogía entre lo micro y lo macro, también lo destaca la Física cuántica, como bien lo mencioné en la entrada anterior.

Algunos ejemplos: El ritmo según el cual vive nuestro cuerpo es la reproducción del ritmo cósmico. El gran año cósmico consta de 25.920 años terrestres y las respiraciones del hombre, a razón de 18 por minuto como promedio, son 25.920 por día.
El día cósmico corresponde a 72 años terrestres, lo que equivale a la cantidad media de 72 pulsaciones por minuto en el ser humano. 
El ritmo zodiacal de 25.920 años se debe a una ligera inclinación de la tierra sobre su eje. Esta inclinación alineada con cada constelación lleva a que la Tierra atraviese cada una de ellas en un tiempo estimado de 25.920 años, o lo que se conoce como eones o eras. Actualmente, estamos saliendo de la era de Piscis y entrando en la de Acuario.

En el corazón, se refleja la disposición cósmica del Sol; en los pulmones, la de la Tierra.
La pequeña circulación (corazón-pulmón) se compara con el ritmo terrestre (las cuatro estaciones), y la gran circulación (corazón – organismos) se compara con el ritmo sol zodíaco; esto se refiere a los ciclos relacionados con la actividad estelar. El ritmo más observado es el undecenal, cuyo período está próximo a los 11 años. Los seres en los que se manifiesta más claramente este ciclo es en los árboles, en cuyos anillos de crecimiento se detecta el crecimiento estacional en un período de 11 años.
El ritmo cardíaco (72 pulsaciones por minuto promedio) es cuatro veces más rápido que el ritmo respiratorio (18 por minuto promedio), pues los pulmones reciben la sangre que sale del corazón, así como la Tierra recibe los rayos del Sol desde cuatro posiciones diferentes, según las estaciones del año.
Además en el adulto, el corazón no está en posición vertical, sino oblicuo hacia la derecha como la inclinación terrestre. 





Los cuatro elementos (fuego – tierra –agua –aire) o los cinco que considera la Medicina Tradicional China (estos cuatro más el elemento madera, relativo al mundo vegetal) no son sólo simbólicos, pues es fácil comprobar que estamos constituidos de ellos, a saber: agua en un 75%, oxígeno y minerales, calor corporal, cuya temperatura promedio para mantener saludables todas nuestras funciones vitales es de 37°, y músculos, tendones y huesos como constituyentes del elemento tierra. El oxígeno, el hidrógeno, el carbono y el nitrógeno comprenden el 96% del cuerpo humano. Por otra parte, recordemos que los cuatro compuestos químicos del ADN son: adenina, guanina, timina y citosina. 


En un plano más simbólico, y tomando como ejemplo uno de estos elementos y su relación con los pulmones, me estoy refiriendo al aire o metal, para la MTC, paso a relatarles, brevemente, porque para los Egipcios, estos órganos tan vitales fueron llamados “el árbol de la vida”, ya que al observarlos y conocer sus funciones, acaba resultando más que válida su analogía.





Para los egipcios, el color blanco grisáceo de los pulmones estaba asociado al amanecer y por su laberíntica estructura a la Luna de Toth; gracias a su humedad, con las aguas del río sagrado, el Nilo. Pero era sin duda a causa de su forma de árbol invertido que los sabios veían en él la provisoria morada del Osiris resurrecto, dios de la vegetación y la inmortalidad. Como se creía que los demonios eran los causantes de las enfermedades y estos habitaban las aguas pantanosas, por oposición, se veía en los bosquecillos plantados por los jardineros reales sitios de recreo ideales para respirar a gusto brisas saludables.
En ellos, el árbol interno, formado por los pulmones y los bronquios, se ponía de acuerdo con las especies externas: limoneros, laureles, palmeras.
Por último, los egipcios constataron, mucho antes que Paracelso y los médicos del Renacimiento, que la mayoría de las veces, las enfermedades entran con el aire que respiramos.


Aquí me detengo. Como me sé un apasionado de estos temas, si me dejo llevar por ello, acabaría escribiendo páginas y páginas, pero mi interés es motivar la curiosidad de quienes leen este texto, no sólo para que se adentren en ellos y descubran otras analogías, sino para que al tomar conciencia de lo medular que es nuestra vida con la vida de la tierra y el cielo, nos volvamos seres verdaderamente ecológicos y respetuosos de la vida en todas sus muchas manifestaciones, empezando, justamente, por casa, o sea, por nosotros mismos.

“Si el hombre es la concentración del mundo, el mundo, por contra, es la dispersión del hombre”. Proverbio Sufi 

Fuente consultada: "El cuerpo y sus símbolos" Autor: Mario Satz - Edit Planeta
                              "Aromaterapia" Autor: Pablo Salomone - Ediciones Continente

Publicado por Claudio


No hay comentarios:

Publicar un comentario