viernes, 28 de septiembre de 2012

viernes, 21 de septiembre de 2012

Disfrutar

Que disfrutar de la vida
no dependa de sentirnos bien.



Que sentirnos bien,
sea la consecuencia
de haber aprendido
a disfrutar de la vida.



Publicado por Claudio

viernes, 14 de septiembre de 2012

A cerca del Ego


 
 
Estaba el Buda meditando en la espesura junto a sus discípulos, cuando se acercó un detractor espiritual que lo detestaba y aprovechando el momento de mayor concentración del Buda, lo insultó lo escupió y le arrojó tierra.

Buda salió del trance al instante y con una sonrisa plácida envolvió con compasión al agresor; sin embargo, los discípulos reaccionaron violentamente, atraparon al hombre y alzando palos y piedras, esperaron la orden del Buda para darle su merecido.

Buda en un instante percibe la totalidad de la situación, y les ordena a los discípulos que suelten al hombre y se dirige a este con suavidad y convicción diciéndole:
Mire lo que usted generó en nosotros, nos mostró como un espejo el verdadero rostro. Desde ahora le pido por favor que venga todos los días, a probar nuestra verdad o nuestra hipocresía. Usted vio que en un instante yo lo llené de amor, pero estos hombres que hace años me siguen por todos lados meditando y orando, demuestran no entender ni vivir el proceso de la unidad y quisieron responder con una agresión similar o mayor a la recibida. Regrese siempre que desee, usted será mi invitado de honor. Todo insulto suyo será bien recibido, como un estímulo para ver si vibramos alto, o es sólo un engaño de la mente esto de ver la unidad en todo".

Cuando escucharon esto, tanto los discípulos como el hombre, se retiraron de la presencia del Buda rápidamente, llenos de culpa, cada uno percibiendo la lección de grandeza del maestro y tratando de escapar de su mirada y de la vergüenza interna.

A la mañana siguiente, el agresor, se presentó ante Buda, se arrojó a sus pies y le dijo en forma muy sentida: “No pude dormir en toda la noche, la culpa es muy grande, le suplico que me perdone y me acepte junto a Usted" Buda con una sonrisa en el rostro, le dijo: "Usted es libre de quedarse con nosotros, ya mismo; pero no puedo perdonarlo"

El hombre muy compungido, le pidió que por favor lo hiciera, ya que él era el maestro de la compasión, a lo que el Buda respondió:
Entiéndame claramente, para que alguien perdone, debe haber un ego herido; solo el ego herido, la falsa creencia de que uno es la personalidad, ese es quien puede perdonar, después de haber odiado, o resentido, se pasa a un nivel de cierto avance, con una trampa incluida, que es la necesidad de sentirse espiritualmente superior, a aquel que en su bajeza mental nos hirió. Solo alguien que sigue viendo la dualidad, y se considera a sí mismo sabio, puede perdona a aquel ignorante que le causó una herida".

Y continuó: "No es mi caso, yo lo veo como un alma afín, no me siento superior, no siento que me hayas herido, solo tengo amor en mi corazón por usted, no puedo perdonarlo, solo lo amo. Quien ama no necesita perdonar."
El hombre no pudo disimular una cierta desilusión, ya que las palabras de Buda eran muy profundas para ser captadas por una mente todavía llena de turbulencia y necesidad, y ante esa mirada carente, el Buda añadió con comprensión infinita:

“Percibo lo que le pasa, vamos a resolverlo: Para perdonar, ya sabemos que necesitamos a alguien dispuesto a perdonar. Vamos a buscar a los discípulos, en su soberbia estarán todavía llenos de rencor, y les va a gustar mucho que usted les pida perdón. En su ignorancia se van a sentir magnánimos por perdonarlo, poderosos por darle su perdón, y usted también va a estar contento y tranquilo por recibirlo, va a sentir un reaseguro en su ego culposo, y así más o menos todos quedarán contentos y seguiremos meditando en el bosque, como si nada hubiera pasado" y así fue.
 
Publicado por Claudio

 

 

viernes, 7 de septiembre de 2012

Una cosa por vez


Estas sugerencias de cómo desarrollar una vida de atención y calma no requieren que vistamos el kesa de un moje zen; bastará con tener interés, voluntad y perseverancia en la vida que cada uno desempeñamos cotidianamente al trabajar, estar en casa o en cualquier otro sitio.

Una cosa por vez: Una tarea, nada de multitareas.Un proverbio zen dice: Cuando camines, camina, caundo comas, come.




Hacer pausadamente y con propósito: Aunque hagamos una cosa por vez, podemos hacerla aleatoriamente y con precipitación. Por el contrario, nuestras acciones deberán ser razonadas y realizadas con pausa, así ganaremos en concentración.

Hacer de forma plena: Centremos la mente en la tarea y completémosla antes de pasar a la siguiente.Si algo queda inacabado, apartemos la tarea sin dejar ningún resquisio.
Por ejemplo: Si preparamos algo de comer, no lo comamos hasta que no hayamos lavado todo lo que usamos para su preparación.

Hacer menos: Un monje zen notiene una vida peresosa. Se levanta pronto y trabaja durante todo el día, pero no genera una lista de tareas sin acabar. Realicemos las tareas que realicemos, serán ésas y ninguna más.
Abarcar mucho en el hacer diario, no permitira una concentración adecuada.

Espaciar las tareas: Disponer de tiempo entre tareas nos ayudará a concentranos en ellas y nos facilitará completarlas. Una programación relajada ayudará a terminar tareas que se alarguen disponiendo del tiempo necesario para finalizarlas.

Desarrollar rituales: Los monjes tienen sus propios rituales para las tareas que realizan, desde comer a limpiar o meditar. Eso les da la máxima atención y a que puedan ser hechas con pausa, correctamente.No tienemos que seguir ningún ritual, cada cual creará el suyo. Lo interesante de crear rituales es que ayudan a disminuir las actitudes obsesivas.

Asignar tiempo para ciertas tareas: Hay tareas diarias que requieren horarios determinados. Determinemos el tiempo para el aseo, para trabajar, ir al gimnasio o lo que sea que necesitemos o nos guste hacer. Si algo es importante para nosotros, dediquémosle el tiempo necesario.

Dedicar tiempo a sentarnos: Como los monjes dedican tiempo a la práctica de zazen (meditación sentada) nosotros  podes también, si es nuestro interés, dedicar un tiempo a ello, aunque sea una vez a la semana. La sentada en meditación ayuda a concentrarse pero, cualquier actividad que hagamos también puede hacerse conncentrado y atento y así, estaremos meditando.

Sonreír y ayudar a los demás: Los monjes zen dedican buena parte de su vida a ayudar a los demás. Esto enseña humildad y aleja el egoísmo de sus vidas que se orientan al servicio.
Dentro de la familia o fuera, podemos dedicar ese tiempo a los demás. De igual forma sonreir y ser amable con todo el mundo, puede ayudar a mejorar la vida de los que nos rodean.

Que las tareas cotidianas sean nuestra meditación: Como mencione unos párrafos antes, además de la meditación, cocinar o limpiar, son partes importantes del día de un monje zen. Pueden resultar provecchosas realizarlas cada día como práctica del auto-conocimiento. Podemos, a esas tareas diarias, quitarles el aburriemiento que algunas o muchas veces suponen, volviéndolas nuestra práctica meditativa concentrándonos en ellas pausada y plenamente.
Nuestra vida cambiará y la casa quedará más limpia.

Pensar qué es necesario: Hay muy poco en la vida de un monje zen que sea realmente necesario. En su armario no hay prendas exclusivas, ni muchos zapatos, nada de instrumentos tecnológicos, ni comida chatarra (suelen ser vegetarianos). Por supuesto, no es necesario vivir como un monje zen pero ello nos ayuda a recordar que hay muchas cosas en nuestra vida que no son realmente necesarias. Para cada quién se tratará de cosas diferentes, familia, amigos, ropa, objetos, emociones, pensamientos etc. En cualquier caso, observemos qué no necesitamos más y aprendamos a soltarlo.
Recordemos que disminuir el consumo, es una práctica ecológica y humanitaria.

Publicado por Claudio

El texto está basao en comentarios del monje zen Thich Nath Hanh