viernes, 29 de marzo de 2013

Un gesto simple


Mezclar, amasar, unir.
Respirar...
Todo se combina cordialmente.
La pasta trae aires y sol de lugares entrañables.

El agua hierve, el vino late. Las cebollas, el orégano y los ajos no reniegan de mis manos.
El tomate reposa a corazón abierto.
El aceite de oliva perfuma de tierra madre, semilla y árbol los alimentos.

Ver el todo en cada color, en cada forma.
Respirar los aromas...
Saborear los jugos, las texturas.

Saborear es saborearse.
Saborearse es mucho más que conocer.
Saborearse es saberse ser.




Publicado por Claudio

viernes, 22 de marzo de 2013

Mar adentro






Al regresar luego de unas cortas vacaciones, casi como buscando reafirmar afectos, pertenencias, vínculos, preguntan: ¿extrañaste? Mi respuesta fue un... no, no extrañé. Claro, ese no, no fue dicho para desestimar o incluso romper esos afectos, pertenencias o vínculos, pero bueno, no siempre se logra comprender lo que se quiere decir, probablemente porque no se está en la piel de quien habla. Permítanme que les cuente. Mientras caminaba a orillas del mar y mis pies se hundían en la arena, pude percibir que mi cuerpo no delataba la más mínima necesidad de ir hacia los lugares, objetos y relaciones cotidianas que moldean nuestra identidad, en este caso la mía; por el contrario, la sensación plena, plena y sin límite como el cielo que me rodeaba, era la de estar donde realmente lo necesitaba, a orillas del mar y oliendo a sal. Ningún recuerdo tenía el peso suficiente para arrancarme de allí.

Esto abrió una puerta a la reflexión, reflexión que ahora retomo para compartirla con ustedes acerca del acto de extrañar, y pregunto: ¿por qué extrañamos? Y en todo caso, ¿quién extraña?
Ese que está añorando un lugar, a una persona o una actividad, ¿quién es cuando se da cuenta de que sin nada de todo ello sigue estando vivo y empujado por el viento yendo sin rumbo, ni expectativa?
A ver si puedo aclararlo un poquito más. Cuando reconocemos lo que necesitamos y simplemente nos volcamos a ello, apartando por un lapso determinado preferencias o rechazos, cuando descubrimos que esa naturaleza allí afuera es el fiel reflejo de nuestra misma naturaleza; después de todo, no olvidemos que también somos aire, fuego, tierra, agua, como es viento, sol, arena y mar el planeta que nos cobija. ¿Se puede extrañar? O acaso cuando lo hacemos, ¿no volvemos a quedar atrapados por el tiempo (pasado – futuro) del que nuestra mente condicionada tanto se alimenta? Y, aunque el agua moje el cuerpo o el sol caliente la piel, al caer en el embudo del extrañar, ¿podemos sentirlos? ¿Continuamos estando allí?

Preguntas que tejen redes. Preguntas que invitan a indagar mar adentro. Preguntas como otro modo de mirar, de observar, de comprender la mente, nuestra mente. La mente que incansablemente trae y lleva todo tipo de álbumes fotográficos, de esos de los que está retratada nuestra historia personal y que tanto nos empeñamos en conservar.
No guarda ningún sentido coleccionarlos como si aún continuaran siendo reales, ni querer quemarlos arrojándolos al fuego del “no debo pensar”. Mejor mirarlos y, como estas nubes ahora sobre mi cabeza, dejarlos ir. No hay nada de malo o bueno en ellas, tan siquiera imágenes que cada tanto vuelven a brillar con cierto fulgor, pero que el tiempo se ocupa de imprimirlas en sepia.

Lo que sigue puede sonar un poco a frase escrita en un sobrecito de azúcar, pero, a mi parecer, no por ello es menos real: no se puede encontrar nada que se quiera buscar, pues, por lo general, la intención que motoriza la búsqueda nace de algún recodo ya explorado y conocido de nuestra bien esculpida personalidad, que tan sólo añora volver a recuperar una de esas fotografías, olvidando que lo que ella retrata no será posible sin el contexto en el que ese momento se intentó retener. Los chicos por estas tierras dirían “ya fue”. Entonces, ¿no hay que buscar nada? Cómo decirlo... hablo de caminar por la playa con la sola intención de caminar o, parafraseando a Caetano Veloso, andar sin ropa y sin documentos, es decir, vivir el proceso mismo del andar sin más ni más y dejarse sorprender de adonde sea que ese andar nos lleve.
¿Me equivoco si digo que siempre andamos con lo puesto y sólo con lo puesto? Ahora, ¿cuándo lo notamos?
Lo evidente es que no llevamos a cuestas la casa y todo lo que la habita a cada lugar al que vamos, literalmente hablando, pero, ¿no lo hacemos cuando extrañamos, cuando las olas (pensamientos) nos llevan de una costa a otra hasta acabar naufragando muy lejos del momento presente?

Por eso, sostengo, una vez más, que no se puede buscar no extrañar; sólo ocurre, y ocurre cuando no destacamos, cuando nos volvemos el paisaje mismo, cuando nos reconocemos hojas, arena, caracoles, cielo, viento, mar.
Por último, ¿quién soy cuando me vuelvo el paisaje mismo?

Publicado por Claudio


viernes, 8 de marzo de 2013

El centro de la tierra


Les propongo un viaje al centro de la tierra, pero no... no es al centro de nuestro planeta tierra adonde los estoy invitando. Esa otra aventura ya la narró y muy bien Julio Verne. Eso sí… si como algunos argumentan que la tierra es hueca y que allí se encuentran humanos espiritualmente evolucionados, temperaturas estables y permanentes de no más de 25° y paisajes maravillosos que bien pueden responder al tan mentado paraíso terrenal, bien valdría el viaje, ¿no les parece?

 
El lugar al que deseo que nos traslademos juntos es más cercano y, aunque probablemente menos glamoroso que explorar las entrañas de la tierra, se trata de un centro vital para nuestra existencia y que se haya donde estamos ahora mismo.
Me refiero a lo que los chinos llaman “Tan tien” o los japoneses “Hara”.
Este centro no es sólo energético, como algunos pueden presuponer, también es físico. Bueno, para ser algo más precisos, ambos aspectos son tan siquiera diferentes manifestaciones de lo mismo, o sea, energía sutil, en el primer caso, y energía física o material, en el segundo.

 

 
 
 
En el plano corporal, este centro se encuentra entre las vértebras lumbares tres y cinco, es decir, lo que podríamos denominar “la parte posterior del ombligo”. Por delante, el Tan tien se ubica a unos dos centímetros y medio por debajo del ombligo y hacia adentro, a unos tres o cuatro centímetros en dirección a la columna vertebral, aproximadamente. En dicho espacio, pero a nivel de la piel, se halla un punto de acupuntura denominado “Qi hai”, lo que traducido sería “océano de Qi” (energía).
Qi hai es el punto 6 del meridiano Vaso concepción, del cual escribí en un post anterior, al referirme a la microcirculación celeste o circulación microcósmica.

Es preciso señalar que la ubicación de nuestro cuerpo en el espacio estará determinada, precisamente, por este centro de gravedad, y que dicha ubicación también configura la posición que tenemos frente a la vida, tanto en el orden físico, mental, psíquico como emocional.

 
 
 
 
La alquimia, o sea, la capacidad de transformar materia o energía impura en energía pura, es un proceso muy conocido y estudiado en el campo de la Medicina Tradicional China desde tiempos remotos. Diferentes ejercicios de Chi kung interno dan cuenta de ello.
Para entender esto, es preciso explicar brevemente lo siguiente.
Nuestro cuerpo posee tres Tan tien o centros energéticos. El Tan tien inferior, el Tan tien medio o del plexo solar y el Tan tien superior, que se halla en el entrecejo.
Para no extenderme demasiado, sólo me referiré al tan tien inferior, diciendo que, para la medicina China, este Tan tien, como los riñones, conservan la energía heredada, lo que en términos occidentales equivaldría a la información genética, e inclusive, a la filogénesis, término que deriva de estudiar el comportamiento evolutivo, tanto de un grupo de personas, de un microbio como del individuo mismo en su búsqueda por comprender y trascender dicha condición.
Esta búsqueda en Chi kung se realiza a través de las prácticas de ejercicios internos o Nei Dai, en complementariedad con ejercicios externos o Wai Dan.




 
La energía heredada, depositada en los riñones y el Tan tien, no sería suficiente para mantenernos con vida y continuar saludablemente el desarrollo esperado. A esta energía, se le suma la energía postnatal o adquirida, que no es otra que la respiración, los líquidos y alimentos que diariamente consumimos; por supuesto, también los afectos y las relaciones intra e interpersonales. Teniendo presente todos estos aspectos, podremos comprender que el proceso alquímico, o chi kung interno, es aquel que permite evolucionar corporal, mental y espiritualmente al ir transmutando los aspectos más tóxicos o negativos que a lo largo del tiempo vamos acumulando en energía pura. Pureza o iluminación, si se permite el término, que modifica la condición humana, volviendo a lo que también en el Budismo se conoce como condición natural, o seguir el orden natural de las cosas sin intervenciones manipuladoras o antojadizas. En síntesis, alcanzar tal grado de comprensión que, aun siendo parte integrante de este mundo, lo podamos vivir con la conciencia de saber que no nos pertenece, como tampoco ninguna de las muy variadas formas de vida que lo habitan. El tao diría: “ser como el agua que a todo se adapta”.

 
Es interesante observar que durante nuestra niñez, los movimientos constantes de la zona abdominal permiten el buen mantenimiento y fortalecimiento de nuestra energía en todos los meridianos (12 principales relativos a órganos y vísceras, y los 8 extraordinarios) pero, al ir envejeciendo y con ello moviendo menos esta zona, dicha energía comienza a disminuir en la totalidad de nuestro cuerpo físico y energético.
Entonces, tomando en cuenta todo lo dicho hasta aquí, tratemos como primera medida de conectarnos con dicho espacio. Para ello, contamos con un sinnúmero de posibilidades, como por ejemplo, ejercicios respiratorios dirigidos a ese punto. Del mismo modo, podemos realizar automasajes, movimientos abdominales y/o pélvicos, entre muchos otros.
Algunas veces, la respiración profunda o diafragmática, no resulta tan accesible debido a las limitaciones que ponen los músculos respiratorios, producto de la tensión o acortamiento en el que estos se encuentran.
Si este fuera el caso, intentemos lo siguiente: acostados en decúbito dorsal, con las piernas flexionadas y los pies bien plantados, comencemos lentamente a realizar masajes suaves en sentido horario sobre todo el espacio abdominal. Se puede iniciar el masaje por el hueco que comúnmente llamamos “la boca del estómago” y, desde allí, descender por el lado izquierdo para luego completar el círculo ascendiendo por el lado derecho.





Otra posibilidad de atender y tomar conciencia de la importancia que posee este centro es la práctica de zazen o meditación sentada.
Durante zazen, es el Tan tien inferior un punto de concentración necesario para hacer descender la energía excedente de lo alto del cuerpo. Excedente que se produce al acumularse una alta dosis de pensamientos. No olvidemos que, donde va la mente va la energía. Esto deviene en una sobrecarga energética en las zonas altas del cuerpo, más específicamente en la cabeza, cuello y hombros. Cuando digo exceso de energía, me refiero a sangre, oxígeno, agua y chi, que se mueven y acumulan en esa dirección, haciendo que merme la distribución de Chi por el cuerpo de manera más equitativa.
Una frase muy conocida en la Medicina China dice: “una persona saludable es aquella que conserva los pies calientes y la cabeza fría”. Un modo de lograrlo es dirigir la energía desde lo alto del cuerpo hacia abajo, hacia el Tan tien.

 
Si bien están sumamente difundidos los ejercicios abdominales, o “abominables”, como me dijera alguien que detestaba hacerlos, no es tan imperioso que sólo recurramos a ellos para activar la energía del Tan tien inferior, o en todo caso, les propongo otra posibilidad de hacer lo mismo con menos sufrimiento o pesar.
Los movimientos abdominales activan el Chi en el cuerpo y sacan energía original de su sede en el Tan tien inferior, unido al Chi post natal en su recorrido por el cuerpo.
Recordemos: el Chi original está considerado la fuente vital de la energía humana, mientras que el Chi postnatal, formado por los alimentos y las diferentes experiencias vividas en todos los campos humanos, hacen una sumatoria de energía con la cual es posible que dicha vida se manifieste y sostenga a lo largo de los años. Ahora, vayamos a poner en movimiento nuestro Hara de una manera simple y práctica.

Los ejercicios abdominales que a continuación describiré podemos realizarlos en cualquiera de nuestras posturas diarias, o sea, acostados, sentados, parados o caminando. Lo único que se requiere es poner la atención en el Tan tien y, al momento de exhalar, empujar o hundir suavemente el abdomen hacia abajo, no hacia la columna vertebral.
Insisto, mover haciendo descender las costillas con la ayuda, precisamente de los músculos abdominales de un modo suave, lento, con movimientos cortos y al ritmo respiratorio que puedan.





Con la práctica, se notará que es posible realizarlos en cualquier posición y momento del día, con lo cual estaremos activando la energía del Tan tien, tonificando dichos músculos, moviendo y dando respiro a los órganos internos para un mejor funcionamiento peristáltico, distribuyendo los líquidos corporales para que puedan eliminarse las toxinas con menos dificultad, disminuyendo la frecuencia de pensamientos rumiantes, previniendo a la zona lumbo-sacra de daños o lesiones. No es poco lo que se obtiene al conocer y activar mejor este centro tan vital de nuestro cuerpo, ¿verdad?

Por último, y por si alguno de los lectores encuentra un tanto aburrido “mover la panza” con algunos de estos ejercicios, pues encuentren una manera más divertida de hacerlo... ¿cuál es? Bailar. Sí, bailando, y sobre todo, danzas que estimulen el movimiento pélvico, como los ritmos afro-latinos. Eso sí… si la están pasando bien... ¡inviten!

Publicado por Claudio

viernes, 1 de marzo de 2013

La música puede sanar el alma

Aunque escuchamos todo el día canciones enlatadas y la música es omnipresente en el mundo actual, la mayoría de nosotros no nos podemos ni imaginar el gran poder del sonido sobre la materia y nuestra vida.
Esta entrevista a Fabien Maman, músico profesional, y acupuntor, nos habla de vibración y campos de energía, de armónicos, de diapasones curativos, música según las estaciones del año, instrumentos y órganos del cuerpo...
"Del Sr Mann y del físico Budista Allan Wallace también he aprendido la importancia de la formación ecléctica, de abrir la mente a nuevos conocimientos (aunque la sociedad los ridiculice por no comprenderlos) y de fusionar sabiduría de distintas culturas y épocas.
Ojalá, poco a poco, la buena música sane con sus ondas nuestro mundo".




 Fabien Maman

Usted tenía un quinteto

¡Qué época! Actuamos en el Carnegie Hall, la filarmónica de Berlin, el Olympia de París, la ópera de Tokyo...Fue precisamente por un incidente en Japón que descubrí la acupuntura.

¿Qué paso?

El avión llego con mucho retraso. Faltaban pocas horas para salir a escena y todos los músicos estaban agotados. Se me ocurrio buscar a un acupuntor para que nos tratara.

¿Y?

Me cambió la vida. En 20 mnutos estábamos todos en forma e hicimos un concierto extraordinario, así que decidí aprender acupuntura para tratar a todos mis músicos. Creía que con un cursillo de un mes el tema estaba listo, pero invertí media vida.

Es estupendo entusiasmarse

Lo es. Yo me entusiasme tanto que tras siete años de estudio con Boris de Bardo fundador del College of Naturophaty and Acupunture, y una vez licenciado en acupuntura, en 1978, me fuí a seguir estudiando con sensei Nakazono, el maestro que dió a conocer en occidente la ciencia del sonido puro. Diez años más tarde fundé "La academia del sonido, color y movimiento".

¿Qué enseña?

Enseño e investigo el poder de la música en el cuerpo. El diapasón es una herramienta muy efectiva en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades.

¿Cómo actúa?

Los diapsones actúan como las agujas de acupuntura. A través de los puntos de acupuntura las vibraciones llegan por el meridano hasta el órgano. Igual que la aguja, pero mucho más rápido y con más potencia.

¿Cúales han sido sus investigaciones?

A parte de 20 años en experiencia con pacientes, he realizado un trabajo de investigación con Hélen Grimal, bióloga del centro de investigación de la Universidad Jussieu de París. Durante un año estuvismos investigando el efecto del sonido en las células humanas. Hemos fotografiado los cambios que se producen en las células bajo lo efectos del sonido, de todas las notas, formas musicales, instrumentos. fijese en esto.




¿Qué es?

Una serie de fotografías de células cancerígenas, las que afectan a la matriz (la foto de la izquierda muestra la célula enferma; y la de la derecha, la célula sana).
Al ser sometidas a disonancias se destruyen.

¿Todo es una cuestión de energía?

Si, la vibración sonora crea un campo de energía. Pero no es algo nuevo o extraño. Los teléfonos móviles funcionan a base de energía. Esos campos se crean a través de los satélites.

Entonces, ¿la música nos transforma?

Si, la vibración de la música entra en nosotros y nos transforma, igual que lo hace el sol. De hecho, la distancia entre la Tierra y cualquier planeta de esta u otra galaxia se mide en distancias armónicas.

¿...?

La distancia armónia se obtiene con un radar que capta la vibración sonora entre, por ejemplo, la Tierra y la Luna. Cuando hacemos música con intrumentos acústicos esta energía viva produce armónicos y esos armónicos comunican con todas las frecuencias y todo el universo.

¿Los armónicos afectan nuestra vida cotidiana?

Influyen sobre la materia, los vegetales, animales y minerales; sobre todo lo vivo.
Con un microscópio es fácilmente visible. Según la vibración que emites las células cambian de forma y color.






¿Mejor cuidar lo que escuchas?

Si escuchamos la música adecuada en el todo adecuado a las estaciones del año, nos sentímos mucho más saludables física y psíquicamente.
En primavera recomiendo escuchar música en la tonalidad de La; por ejemplo, el concierto de Motzar en La mayor. En verano Do; concierto para piano y orquesta de Beethoven. Para otoño Sol, para invierno Re.

¿Y los instrumentos?

En primavera, flauta de madera (Hígado). En otoño, instrumentos de viento metálicos (pulmones). Los tambores fortalecen los riñones y el aparato digestivo, mientras que las cuerdas (guitarras, violines, etc) afectan favorablemente al corazón.
Una expriencia interesante es ir a un concierto orquestal y observar cómo nos afecta cada instrumento y en qué zonas del cuerpo ese efecto se produce o vibra.

¿Hay música poco saludable?

La música enlatada, "carente de alma" -nota de Claudio- pierde el 50% de los armónicos que son los que penetran en el cuerpo y sanan. Como sugerencia, escuchen música en vivo porque nutre.
La música electrónica o demasiado alta desorganiza el campo energético. Fijese que los adolescentes cuando salen de bailar están pálidos y algo desorientados. Su campo magnético permanecerá alterado por varias horas.

Publicado por Claudio