viernes, 8 de marzo de 2013

El centro de la tierra


Les propongo un viaje al centro de la tierra, pero no... no es al centro de nuestro planeta tierra adonde los estoy invitando. Esa otra aventura ya la narró y muy bien Julio Verne. Eso sí… si como algunos argumentan que la tierra es hueca y que allí se encuentran humanos espiritualmente evolucionados, temperaturas estables y permanentes de no más de 25° y paisajes maravillosos que bien pueden responder al tan mentado paraíso terrenal, bien valdría el viaje, ¿no les parece?

 
El lugar al que deseo que nos traslademos juntos es más cercano y, aunque probablemente menos glamoroso que explorar las entrañas de la tierra, se trata de un centro vital para nuestra existencia y que se haya donde estamos ahora mismo.
Me refiero a lo que los chinos llaman “Tan tien” o los japoneses “Hara”.
Este centro no es sólo energético, como algunos pueden presuponer, también es físico. Bueno, para ser algo más precisos, ambos aspectos son tan siquiera diferentes manifestaciones de lo mismo, o sea, energía sutil, en el primer caso, y energía física o material, en el segundo.

 

 
 
 
En el plano corporal, este centro se encuentra entre las vértebras lumbares tres y cinco, es decir, lo que podríamos denominar “la parte posterior del ombligo”. Por delante, el Tan tien se ubica a unos dos centímetros y medio por debajo del ombligo y hacia adentro, a unos tres o cuatro centímetros en dirección a la columna vertebral, aproximadamente. En dicho espacio, pero a nivel de la piel, se halla un punto de acupuntura denominado “Qi hai”, lo que traducido sería “océano de Qi” (energía).
Qi hai es el punto 6 del meridiano Vaso concepción, del cual escribí en un post anterior, al referirme a la microcirculación celeste o circulación microcósmica.

Es preciso señalar que la ubicación de nuestro cuerpo en el espacio estará determinada, precisamente, por este centro de gravedad, y que dicha ubicación también configura la posición que tenemos frente a la vida, tanto en el orden físico, mental, psíquico como emocional.

 
 
 
 
La alquimia, o sea, la capacidad de transformar materia o energía impura en energía pura, es un proceso muy conocido y estudiado en el campo de la Medicina Tradicional China desde tiempos remotos. Diferentes ejercicios de Chi kung interno dan cuenta de ello.
Para entender esto, es preciso explicar brevemente lo siguiente.
Nuestro cuerpo posee tres Tan tien o centros energéticos. El Tan tien inferior, el Tan tien medio o del plexo solar y el Tan tien superior, que se halla en el entrecejo.
Para no extenderme demasiado, sólo me referiré al tan tien inferior, diciendo que, para la medicina China, este Tan tien, como los riñones, conservan la energía heredada, lo que en términos occidentales equivaldría a la información genética, e inclusive, a la filogénesis, término que deriva de estudiar el comportamiento evolutivo, tanto de un grupo de personas, de un microbio como del individuo mismo en su búsqueda por comprender y trascender dicha condición.
Esta búsqueda en Chi kung se realiza a través de las prácticas de ejercicios internos o Nei Dai, en complementariedad con ejercicios externos o Wai Dan.




 
La energía heredada, depositada en los riñones y el Tan tien, no sería suficiente para mantenernos con vida y continuar saludablemente el desarrollo esperado. A esta energía, se le suma la energía postnatal o adquirida, que no es otra que la respiración, los líquidos y alimentos que diariamente consumimos; por supuesto, también los afectos y las relaciones intra e interpersonales. Teniendo presente todos estos aspectos, podremos comprender que el proceso alquímico, o chi kung interno, es aquel que permite evolucionar corporal, mental y espiritualmente al ir transmutando los aspectos más tóxicos o negativos que a lo largo del tiempo vamos acumulando en energía pura. Pureza o iluminación, si se permite el término, que modifica la condición humana, volviendo a lo que también en el Budismo se conoce como condición natural, o seguir el orden natural de las cosas sin intervenciones manipuladoras o antojadizas. En síntesis, alcanzar tal grado de comprensión que, aun siendo parte integrante de este mundo, lo podamos vivir con la conciencia de saber que no nos pertenece, como tampoco ninguna de las muy variadas formas de vida que lo habitan. El tao diría: “ser como el agua que a todo se adapta”.

 
Es interesante observar que durante nuestra niñez, los movimientos constantes de la zona abdominal permiten el buen mantenimiento y fortalecimiento de nuestra energía en todos los meridianos (12 principales relativos a órganos y vísceras, y los 8 extraordinarios) pero, al ir envejeciendo y con ello moviendo menos esta zona, dicha energía comienza a disminuir en la totalidad de nuestro cuerpo físico y energético.
Entonces, tomando en cuenta todo lo dicho hasta aquí, tratemos como primera medida de conectarnos con dicho espacio. Para ello, contamos con un sinnúmero de posibilidades, como por ejemplo, ejercicios respiratorios dirigidos a ese punto. Del mismo modo, podemos realizar automasajes, movimientos abdominales y/o pélvicos, entre muchos otros.
Algunas veces, la respiración profunda o diafragmática, no resulta tan accesible debido a las limitaciones que ponen los músculos respiratorios, producto de la tensión o acortamiento en el que estos se encuentran.
Si este fuera el caso, intentemos lo siguiente: acostados en decúbito dorsal, con las piernas flexionadas y los pies bien plantados, comencemos lentamente a realizar masajes suaves en sentido horario sobre todo el espacio abdominal. Se puede iniciar el masaje por el hueco que comúnmente llamamos “la boca del estómago” y, desde allí, descender por el lado izquierdo para luego completar el círculo ascendiendo por el lado derecho.





Otra posibilidad de atender y tomar conciencia de la importancia que posee este centro es la práctica de zazen o meditación sentada.
Durante zazen, es el Tan tien inferior un punto de concentración necesario para hacer descender la energía excedente de lo alto del cuerpo. Excedente que se produce al acumularse una alta dosis de pensamientos. No olvidemos que, donde va la mente va la energía. Esto deviene en una sobrecarga energética en las zonas altas del cuerpo, más específicamente en la cabeza, cuello y hombros. Cuando digo exceso de energía, me refiero a sangre, oxígeno, agua y chi, que se mueven y acumulan en esa dirección, haciendo que merme la distribución de Chi por el cuerpo de manera más equitativa.
Una frase muy conocida en la Medicina China dice: “una persona saludable es aquella que conserva los pies calientes y la cabeza fría”. Un modo de lograrlo es dirigir la energía desde lo alto del cuerpo hacia abajo, hacia el Tan tien.

 
Si bien están sumamente difundidos los ejercicios abdominales, o “abominables”, como me dijera alguien que detestaba hacerlos, no es tan imperioso que sólo recurramos a ellos para activar la energía del Tan tien inferior, o en todo caso, les propongo otra posibilidad de hacer lo mismo con menos sufrimiento o pesar.
Los movimientos abdominales activan el Chi en el cuerpo y sacan energía original de su sede en el Tan tien inferior, unido al Chi post natal en su recorrido por el cuerpo.
Recordemos: el Chi original está considerado la fuente vital de la energía humana, mientras que el Chi postnatal, formado por los alimentos y las diferentes experiencias vividas en todos los campos humanos, hacen una sumatoria de energía con la cual es posible que dicha vida se manifieste y sostenga a lo largo de los años. Ahora, vayamos a poner en movimiento nuestro Hara de una manera simple y práctica.

Los ejercicios abdominales que a continuación describiré podemos realizarlos en cualquiera de nuestras posturas diarias, o sea, acostados, sentados, parados o caminando. Lo único que se requiere es poner la atención en el Tan tien y, al momento de exhalar, empujar o hundir suavemente el abdomen hacia abajo, no hacia la columna vertebral.
Insisto, mover haciendo descender las costillas con la ayuda, precisamente de los músculos abdominales de un modo suave, lento, con movimientos cortos y al ritmo respiratorio que puedan.





Con la práctica, se notará que es posible realizarlos en cualquier posición y momento del día, con lo cual estaremos activando la energía del Tan tien, tonificando dichos músculos, moviendo y dando respiro a los órganos internos para un mejor funcionamiento peristáltico, distribuyendo los líquidos corporales para que puedan eliminarse las toxinas con menos dificultad, disminuyendo la frecuencia de pensamientos rumiantes, previniendo a la zona lumbo-sacra de daños o lesiones. No es poco lo que se obtiene al conocer y activar mejor este centro tan vital de nuestro cuerpo, ¿verdad?

Por último, y por si alguno de los lectores encuentra un tanto aburrido “mover la panza” con algunos de estos ejercicios, pues encuentren una manera más divertida de hacerlo... ¿cuál es? Bailar. Sí, bailando, y sobre todo, danzas que estimulen el movimiento pélvico, como los ritmos afro-latinos. Eso sí… si la están pasando bien... ¡inviten!

Publicado por Claudio

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