domingo, 17 de abril de 2016

Corré humano, que no hay a donde ir..





Imaginen que estamos viendo las aspas de un ventilador apagado. Qué vemos? solo eso, las paletas.
Ahora les pregunto, qué otra cosa ven? Algunos responderán señalando las demás piezas del ventilador y otros, sospechando que la pregunta conlleva alguna trampa, tratarán de ver más allá para encontrar la respuesta pero de seguro, nadie dirá; el espacio vacío entre ellas

Ahora bien, supongamos que el ventilador comienza a funcionar lentamente, las aspas irán perdiendo nitidez aunque todavía se las podrá distinguir. Sumemos algo más de velocidad y las paletas comenzarán a desdibujarse cada vez más y, a medida que la velocidad se incrementase, sólo estaríamos percibiendo un disco pues, no habría posibilidad de que nuestros ojos detectasen los límites entre la materia y el espacio entre ellas, ¿verdad?

Como la realidad la percibimos sólo relativa a nuestra capacidad sensorial, si dicho ventilador cobrase velocidades cercanas a la de la luz o algo menos, de seguro que ya no podríamos verlo funcionar por lo tanto, diríamos con total certeza que allí frente a nuestros ojos, no habría nada.

El tiempo, ese fluir constante de energía es la unidad en sí misma, el Tao donde todo ocurre delante o detrás de nuestra existencia/tiempo que como tal, solo sabe de pasar pero que, manifestada en nuestra también impermanente y reduccionista humanidad, nos lleva a "creer" que podemos manipularlo según nos convenga o lo necesitemos aunque irremediablemente como el cause de un río, nos empuja, nos fagocita, nos escupe y esculpe para volvernos a tragar infinitas veces.
Vale decir entonces que, si todo lo que existe es tiempo , qué, de todo lo que aprendimos a cuantificar y calificar, existe en verdad?

Volvamos a nuestro ventilador y sus paletas giratorias. Cuando corremos y corremos y solo corremos, sobretodo con la mente que tira impiadosa del cuerpo ¿a quién dejamos de ver? ¿quién desaparece? ¿A quién en su afán de llegar vaya uno a saber dónde, no escuchamos, ni vemos, ni sentimos?

Aún sabiendo que todo ocurre así, (saber que nos diferencia del resto de las especies puesto que ninguna otra conoce que si ahora estamos, ahora mismo estamos dejando de estar), nos esforzamos y luchamos por evitar ser arrastrados por el constante devenir del río/tiempo y, como las paletas del ventilador, corremos y corremos para acabar desapareciendo y transformarnos sin siquiera haberlo notado; desperdiciando así la virtud única como seres vivos y conscientes que somos, de poder aprender a reconocer que no somos más que tiempo que se acuna en el gran tiempo mecidos al arrullo de un amor que no se puede nombrar.

Después de todo, que un ventilador desaparezca de nuestra vista no nos quitaría el sueño pero, que desaparezcamos en una carrera interminable por alcanzar lo que nunca de manera total y absoluta será nuestro, en desmedro de lo que en rigor de verdad somos, no creo que nos de igual, o si?

Claudio Daniel Rios

sábado, 9 de abril de 2016

Zazen, a veces inmóvil, a veces en movimiento...





"Hacer zazen tranquilamente en el dojo, apagar todo pensamiento negativo, obtener solamente un espíritu sin deseo, esta alegría está más allá de todo paraíso.

El mundo corre detrás de los beneficios sociales, los honores, los bellos vestidos, y el bienestar, pero estos placeres no son la verdadera paz.
¡Corran y permanecerán insatisfechos hasta la muerte!

Practicar zazen concentrándose con un solo espíritu, a veces inmóvil, a veces en movimiento; ver con nuestros ojos de profunda sabiduría interior, poder observar y reconocer íntimamente el verdadero aspecto de toda acción y de toda existencia, si somos así, nuestra dimensión espiritual, la más elevada de todas, no podrá ser comparada con ninguna otra." Kodo Sawaki -Maestro zen

Comentario: Cuando recibí este bello poema de mi maestro Kodo Sawaki me sentí muy impresionado y decidí hacerme monje. Le pedí la ordenación, pero el me dijo: ¡De ninguna manera vas a enterrar tu vida en esos templos de prelados funcionarios! Más vale que te conviertas en un verdadero Bodhisattva que solamente continúa su práctica de zazen en medio de las impurezas de la vida social.
Taisen Deshimaru - Monje zen

Bohisattva: Aquel practicante, monje o laico que, pudiendo alcanzar primero el despertar o la completa comprensión de la realidad, decide ayudar a los demás seres a alcanzarla primero.
Dicha enseñanza se da sin dominar, forzar o convencer a nadie de adquirirla, tan solo, se ofrecen los medios para que cada quién, a su tiempo y forma, lo consiga. La herramienta que se da cuando el practicante así lo necesita, es zazen.

Publicado por Claudio

lunes, 4 de abril de 2016

Zazen: Cuando sin buscar, todo llega.

La práctica de zazen..."no sirve para nada" - Kodo Sawaki







Si, así de contundente resuenan hoy estas palabras vertidas desde el alma de un maestro que comprendió que todo sucede naturalmente cuando no forzamos nada. Entonces, se llega a comprender que zazen no es una práctica que debe elegirse para alcanzar alguna meta determinada pero, cuando a zazen se llega como naturalmente llega el agua del río al océano entonces, ese estado de maduración corporal, mental y emocional se vuelve vivo y latente en la postura de zazen, en el silencio puro de observarse a uno mismo.

Pese a lo expresado, vale mencionar que todos los que alguna vez llegamos a ese punto de maduración, bien hemos podido ir comprobando los muchos beneficios que la práctica diaria de zazen van proveyendo y lo curioso del caso, es que lo que llega, lo hace sin ser buscado...

Desde los años 50, la ciencia en oriente como en occidente, fue investigando los alcances de la meditación zen, tanto en maestros expertos, como en principiantes. La diferencia entre unos y otros, era solo de grados pero, las zonas afectadas favorablemente coincidían en todos los meditadores estudiados.
Entre sus muchos alcances, la meditación zen puede proveer al practicante de:

Mejora en la postura corporal, sobre todo a nivel de la columna vertebral.

Estimula diversos y muy importantes puntos de acupuntura a lo largo de todo el cuerpo.

Amplitud en la capacidad respiratoria.

Serenidad y calma que se verifica tanto en el plano físico como orgánico y emocional.

Mayor agudiza sensorial y energética con uno mismo y su entorno, Percepción e intuición.

Regulación de la temperatura corporal. Se padecen menos las temperaturas extremas.

Mejora en todas las funciones digestivas, hormonales y del sistema nervioso central, por aumento y profundización de la capacidad respiratoria.

Aumento de la atención y la concentración, pudiendo otorgar una ayuda muy valiosa en los procesos de orden neurológico. (Olvidos, distracciones, depresión, etc)

Mejora el sueño.

Otorga conciencia del tiempo presente, de lo que es real, como de lo ilusorio o falso.

Conciencia ecológica pues, al ir aprendiendo a soltar todos aquellos aspectos tóxicos de nuestra conducta y pensamientos, vamos pudiendo acrecentar la responsabilidad cotidiana de no sumar más daños a nuestro cuerpo como a nuestro planeta.

Se va aprendiendo a dejar lo superficial para dar lugar a lo trascendente. Este aspecto se evidencia al ir transitando por los diferentes lugares de nuestra vida, con una actitud más natural y honesta.

La práctica de zazen realizada en grupo y bajo la guía de un maestro/a, permite comprender que estamos aprendiendo una disciplina sin la cual, solo continuaríamos haciendo lo de siempre y a nuestro antojo,sin transformar verdaderamente nada.





La atención plena y la concentración son, en definitiva, el acto mismo de meditar o hacer zazen pues, son esas capacidades las que se ponen en marcha para poder tener una más clara relación y comprensión de todos los aspectos de nuestra condición humana.

Por último, no busquen practicar zazen ni vayan corriendo a su encuentro. Dejen que ese momento de maduración llegue solo, sin obligación ni expectativa.

Zazen llega cuando uno a abandonado toda búsqueda para...Entonces, zazen nos recibe, así, como somos y estamos, para que sentados nos sintamos

Claudio Daniel Rios