miércoles, 3 de diciembre de 2014

La conciencia necesaria

Recuerdo una breve conversación entre Buda y un filósofo de su tiempo:
He oído decir que el budismo es la doctrina de la iluminación. ¿Cuál es su método?...O en otras palabras, que haces cada día?
Andamos, comemos, nos lavamos, nos sentamos...
¿Y qué tienen de especial esos actos? Todos andan, comen, se lavan, se sientan...
Existe, amigo mío, una diferencia. Cuando andamos, tenemos conciencia de que andamos, cuando comemos, tenemos conciencia de que comemos; y así sucesivamente...Cuando los otros andan, comen, se lavan, se sientan, no se dan cuenta de lo que hacen.





Es conversación expresa claramente la necesidad de la atención que en el budismo es el secreto por el que el hombre "pone luz" en su existencia, produce el poder de concentración, y hace que surjan a la luz la sabiduría y el despertar. La atención es la clave del budismo.

¿Poner luz en la existencia? Si, este es el punto de partida. Vivir sin conciencia de lo que vivo viene a ser como no vivir o, vivir en el olvido.
¿Cuantos hay entre nosotros y a nuestro alrededor que "viven como muertos"?...Por eso lo primero que hay que hacer es volver a estar vivo, despertarnos, ser conscientes de lo que somos, de lo que hacemos...¿Somos conscientes de que estamos comiendo, bebiendo, sentados en meditación? ¿O estamos perdiendo el tiempo y viviendo en el olvido...?

¿Producir el poder de la concentración? Si, la concentración nos ayuda a enfocar la atención y a saber qué estamos haciendo.





Solemos ser prisioneros del medio social, estamos dominados por los acontecimientos sociales. Vivimos disgregados, perdidos.
Nuestro cuerpo y mente no están armonizados. Comenzar a ser conscientes de lo que hacemos, de lo que decimos, de lo que pensamos, es el modo de evitar ser arrastrados por el medio y por las percepciones erróneas. Cuando la lámpara de la conciencia está encendida, todo nuestro ser resplandece y también se iluminan cada uno de nuestros pensamientos y emociones. Se recupera la confianza en no mismo, y las tinieblas de la ilusión ya no pueden invadirnos. Este mero hecho desarrolla la fuerza espiritual.
Te lavas las manos, te vistes, haces las cosas cotidianas como antes, pero ahora eres consciente de todos tus actos, palabras y pensamientos.

La práctica de la atención no es exclusiva de los novicios, es para todo el mundo, incluidos los grandes iluminados y el propio Buda. El poder de concentración es de hecho la fuerza espiritual que caracteriza a los grandes hombres y mujeres de todos los tiempos.

¿Hacer que surjan a la luz la sabiduría y el despertar? Si, por que el fin  último del zen es la visión clara de la realidad; ver las cosas como son. y eso se adquiere por medio de la concentración.
Esta visión lúcida es la iluminación, que siempre es iluminación respecto de algo, no en abstracto.






Extraído del Libro: "Las claves del zen" - Autor Tich Nath Hanh
Editorial: Neo Person

Publicado por Claudio

miércoles, 1 de octubre de 2014

Abandonar el ego

Mueren las  olas en la orilla.
Ligero el viento retiene el soplo.
La barca abandonada, despacio a la deriva.
La noche silenciosa.
la luna, en el vasto firmamento,
vierte su apacible claridad.
                                       
                                         Eihei Dogen







El maestro Dogen escribió treinta poemas publicados bajo el título de:  San Sho Do.
Nombre que designaba al actual monte Eihei ji, en donde el maestro Dogen tenía una pequeña ermita
bajo los pinos reales.

Estos poemas refieren a la conciencia. Cuando habla de paisajes, del borde del mar, de los fenómenos de la naturaleza siempre está haciendo alusión a la conciencia durante zazen.
Por lo tanto, al leerlos, no basta con quedarse en la belleza estética de sus imágenes es, por el contrario, una invitación a la comprensión de la propia conciencia durante la práctica de zazen.

El poema que aquí comparto, nos habla de: Las olas como las ilusiones, ansiedades, indecisiones. Las pasiones que vienen y van. Sin embargo, el espíritu, como el viento, no se mueve.La barca simboliza el abandono del ego. La superación de las contradicciones.

Durante una sesshin, cuando se ha hecho zazen durante mucho tiempo, ya no se tienen pasiones ni ilusiones. El viento ya no sopla. El espíritu, ya no se mueve. Se está tranquilo y totalmente solitario. Pero la luna aclara el silencio. Todo está tranquilo, la luz cósmica brilla y se expande. Silencio y luz son la esencia del Zen Soto. Sentados tranquilamente en zazen, podemos realmente recibir la luz del cosmos, la luz de Buda...

Publicado por Claudio

sábado, 13 de septiembre de 2014

Chi kung, Beneficios de su práctica. Segunda parte

Continuando con los aspectos benéficos de la práctica de Chi Kung, quiero compartir con ustedes el testimonio de alguno de mis alumnos.





Olga:

"Desde que practico Chi Kung, he notado un cambio de actitud hacia mi y hacia los demás.
He aprendido a escuchar mi cuerpo, a sentirlo y a respetarlo más. Teniendo en cuenta que la mente, que a veces nos domina, está más ocupada con pensamientos positivos, haciendo más difícil que nuestro cuerpo enferme".

Lucía:

"Con la práctica de chi kung, aprendí a conectarme con mi cuerpo, a sentir cómo la energía circula por él aportándome salud y vitalidad. Mi respiración se volvió profunda, suave. Los pensamientos se fueron aquietando y comencé a vivir en un estado sereno y armonioso, esto posibilito una relación más agradable con mi entorno.
Los cambios no han sido sólo físicos y mentales, pues la conciencia comienza a evolucionar hacia la paz el amor, la compasión por uno mismo y por todos los seres vivos".

Norma:

"Para mi lo más importante de la práctica fue aprender a respirar, también me ayudo mucho con la neuralgia del nervio trigemino. Los beneficios son muy beneficiosos para las mujeres de la tercera edad".





Andrés:

"Los beneficios que obtuve son: Postura corporal; antes, mi postura habitual en el trabajo era estar con la columna encorvada, inclinándome hacia adelante o bien recostado sobre el respaldo de la silla.
Con el tiempo de practicar chi kung, fui tomando conciencia de mis postura incorrecta y modificándola.
Otro de los beneficios que percibo es el de respirar con más calma y menor presión en la zona estomacal y gastrointestinal".

Mirta:

"Inicie la práctica de chi kung como una curiosidad, sin embargo con el paso del tiempo fui comprobando el bien estar físico y emocional adoptando dicha práctica también para mi vida diaria.

Natalia:

"Soy nueva en estas prácticas, lo que si puedo asegurar es que los cambios en mi cuerpo me ayudan a a transitar mejor el día a día. Cada clase es especial y particular, algo notorio es el descanso pues, hacía meses que no dormía como me sucede ahora. En el mes que llevo practicando, he ido notando cambios positivos y productivos. Sensaciones que no puedo explicar pero que me hacen sentir muy bien".






Nilda:

"Por sugerencia de mi terapeuta y kinesióloga, comienzo con esta disciplina debido a las patologías de mi columna. Como consecuencia de las mismas padecía fuertes dolores y cefaleas que con la práctica fueron disminuyendo. Por ejemplo: Adquirí una mayor movilidad y me siento más ágil, siento que mi mente está mejor predispuesta a manejar mis emociones, controlo mejor la respiración y percibo un bien estar general".

Raúl:

"Puntualmente: administro mejor mi respiración. Me paro mejor. Tengo mayor elasticidad. Le presto más atención a mis órganos y así reconozco mejor su funcionamiento. Siento menos enojo de lo que era habitual en mí y la sumatoria de beneficios me permite ser más consciente de mi integridad".

Carmen:

"Con la práctica de chi kung adquirí mayor confianza en mí misma. Logre más flexibilidad. Reducí la ansiedad y mejore mi equilibrio emocional".

Natalia:

"Siento que la práctica de chi kung me ayudo a tomar más consciencia de mi cuerpo aprendiendo a escucharlo. Prestar más atención a mis emociones. La interacción con el grupo me ayuda a saber cómo me siento ese día y a reconocerme en el otro".





Alejandro:

"El chi kung es el genoma de la existencia, ese mapa que se debe leer y releer para no caminar a tientas, es la conquista del silencio, es la lectura del alma. es el grito profundo que lo dice todo".

Publicado por Claudio



lunes, 11 de agosto de 2014

Chi Kung. Beneficios de su práctica





Cada vez son más las personas que tras practicar por un cierto período esta milenaria disciplina, encuentran diversos beneficios.
A continuación quiero compartir con ustedes algunos de sus muchos resultados.

Mejora el funcionamiento del sistema inmunitario.

Es una técnica recomendada para quienes padecen hipertensión arteral, diabetes, enfer4medades cardiovasculares, insuficiencia renal y cancer.

Regula el sistema respiratorio y aumenta el volumen de ventilación pulmonar pudiendo mejorar casos de asma.

Mejora casos de artrítis o fibromialgia.

Optimiza el proceso de digestión

Favorece el descanso y mejora el insomnio.

Puede reducir los síntomas premenstruales.

Corrige la postura y aumenta la flexibilidad.

Promueve la movilidad de las articulaciones y mejora el tono muscular.

Ideal en situaciones de estres, miedos, fobias o depresión.

Brinda un equilibrio físico, emocional y mental.

Aumenta considerablemente la concentración y la memoria al optimizar la cirulación de Chi o energía por los canales de acupntura.

Practicar chi kung, permite acrecentar el autoconocimiento aumentando las probabilidades de vivir de un modo más equilibrado en cuerpo, mente y espíritu.

Por último, chi kung puede ser practicado por personas de ambos sexos y de toda edad.
 
Publicado por Claudio


domingo, 13 de julio de 2014

Chi Kung: la alquimia interior





Tanto el Chi Kung como el Tai Chi se asocian a menudo a la filosofía taoísta que establece su finalidad. Pero también es posible practicar sin convicción religiosa o filosófica precisa, lo que se hace habitualmente en la china actual. De todas formas el entrenamiento "de altura" implica ejercicios de crecimiento avanzados extraídos del taoísmo. Es pues útil conocer los fines y los medios de esta filosofía.

Esquemáticamente, se podrían definir los dos fines del taoísmo como la sabiduría y la inmortalidad.

La sabiduría consiste en alcanzar un estado de no acción que representa la adaptación perfecta al mundo, al mismo tiempo que una desaparición de la noción de "yo" de una individualidad psíquica separada. esta no acción se obtiene mediante ejercicios de refinamiento de la energía, pero también mediante la comprensión filosófica de la vacuidad de las cosas (nada tiene esencia intrínseca, todo existe en interrelación) No hay implicación personal, las emociones están reducidas o controladas, de este modo el estrés de vivir se reduce a su mínimo y el adepto economiza, lo que representa un factor de longevidad y de mejor salud.

Filosofía y longevidad son pues inseparables. Se han citado numerosas veces en el curso de la historia a adeptos taoístas que vivían hasta muy ancianos.
La obra maestra de esta filosofía sigue siendo el Tao Te King de lao Tze.





La inmortalidad es el término consagrado a la adquisición de experiencias transpersonales que conduce al adepto progresivamente a la exploración de otras dimensiones de la realidad.

En el espacio, el adepto explora el espacio astral y en el espacio-tiempo, el adepto explora los otros mundos ligados al nuestro como los reinos celestes del tao, planos de vida de conciencias desencarnadas relacionadas también con este mundo. Es en relación a estos reinos que el practicante construye en su vida y en su cuerpo, el cuerpo espiritual o cuerpo inmortal para acceder y residir en ellos después de la muerte física.

La inmortalidad no debe tomarse en el sentido real referente a este cuerpo físico, sino en un sentido figurado.
Lo que se busca es la liberación definitiva, durante la vida, de la necesidad de encarnarse en un plano material, físico.Este fin es comparable desde todo punto de vista con el del budismo.

Para llegar a estos fines, el taoísmo adopta diferentes métodos principalmente la meditación, la purificación de los 5 órganos, la respiración en Dan Tian, técnicas sexuales, entre otros.
La meditación taoísta está basada en la "pequeña circulación celeste" ejercicio que fue explicado en otro artículo de éste mismo Blog publicado en enero del año 2013.




Publicado por Claudio

El texto fue extraído del libro: Qi Gong: Gimnasia china de salud y longevidad
Autor: Yves Requena
Editorial: los libros de la liebre de marzo


sábado, 14 de junio de 2014

Soltar




"Cuando las cosas anheladas ya no se desean, llegan.
Cuando las cosas temidas ya no se temen, se alejan"

Lao Tse

viernes, 23 de mayo de 2014

Y Felipe volvió a Chi Kung





En enero de este año, les narré en un artículo publicado en este mismo blog la hermosa experiencia de poder acompañar una buena parte del proceso de embarazo vivido por una de mis más queridas y antiguas alumnas de chi kung, bajo el título: "Chi kung es la vida misma".

Allí comenté cómo Vanesa fue vivenciando nuestra práctica de chi kung al igual que las sesiones de masaje shiatzu, en cuanto a las diferentes sensaciones que tanto ella como el bebe manifestaban bajo los estímulos recibidos. Todo ese período fue transitado por mucha emoción, respeto y amor por parte de los tres, pues como terapeuta, pero más aún como hombre y ser humano, me sentí muy involucrado en todo ello. Lo que quedaba era aguardar que Felipe naciera y un día volviese a las clases con su mamá para poder apreciar cuánto de esos muchos encuentros dentro del vientre materno él podría haber registrado. Y así ocurrió, Felipe volvió a las clases de chi kung hace unos poquitos días, conmoviendo a más de uno, yo incluido, y expectante de lo que podría suceder durante la clase que su mamá tomaría con el resto de sus compañeras, al tiempo que el niño nos observaba desde su cochecito.

Felipe irradia calma, belleza y todo el chi propio de una vida que se inicia y se lanza hacia adelante, pero con una mente pura y fresca, la cual nos recuerda, en sus diferentes expresiones corporales, que lo único que existe es el ahora. Felipe se ríe y se balancea sin prejuicios, viendo a su mamá moverse. Se fascina cuando lo paseo en mis brazos por nuestro salón de práctica y le hablo bajito, sorprendiéndome con una mirada profunda y pacífica como si algo en mi tono de voz le fuese familiar o conocido, o quizás, es tan sólo mi deseo de que así sea. Sin embargo, y durante el transcurso de la clase, Felipe va dando muestras de que algo o mucho de lo que en la clase vamos realizando le es propio, ya que sus ritmos y comportamientos van a tono y al unísono con los nuestros. Al comienzo, cuando nuestros movimientos son más ágiles  para ir calentando nuestras articulaciones, Felipe mueve sus brazos con entusiasmo y patea con mucha energía balbuceando en su idioma. Cuando la clase baja de intensidad y nuestros movimientos pasan a ser más pausados, Felipe se aquieta, por momentos sonríe y echa al grupo una mirada sosegada y cómplice. Sobre el final, ya sea que nos sentemos a ejercitar nuestra respiración o a meditar unos minutos, Felipe se va durmiendo lentamente para envidia de más de uno, que también quisiera dormirse un ratito en la profundidad de su silencio.

No sabría decir exactamente cuánto percibió Felipe de nuestros encuentros semanales en las clases de Chi Kung durante los meses que flotaba dentro de la panza de su mamá, seguramente y a medida que se vayan sumando más participaciones de él en nuestras clases, lo podré ir sabiendo, pero más allá de todo lo que pueda contarme Felipe sobre nuestra relación, la que los tres hemos ido construyendo hasta ahora, lo que sí puedo compartir con ustedes es el sentirme profundamente agradecido de poder ser parte de esta hermosa aventura, de este recorrido por la mente y el alma de ese bebe, que acaricié a través de la piel de su mamá con cada masaje, que toqué indirectamente con cada ejercicio, como con el sonido de mi voz. No quiero ser injusto y olvidar que si de algo Felipe también se nutrió fue de la compañia amorosa de las demás alumnas que acompañaron buena parte de ese período y que hoy continúan acompañando como mamás sustitutas cuando Feli se inquieta por algo para que su mamá, Vanesa,  pueda hacer la clase más tranquila y en buenas manos.

Bienvenido Felipe a nuestras clases, una vez más. Bienvenido pequeño maestro por enseñarnos sin proponérselo, cómo se respira desde el origen, desde el tan tien, desde la fuente misma de la vida eterna para guiarnos hacia allí tomándonos con sus pequeñas manos, iluminándonos con su cristalina sonrisa y su serena alegría. Gassho.

Publicado por Claudio


martes, 29 de abril de 2014

La práctica del Chi Kung


Aquí comparto este video con ustedes sobre algunos aspectos importantes de esta milenaria y hermosa práctica. Que los enriquezca.

Publicado por Claudio

miércoles, 26 de marzo de 2014

Lo que no se pronuncia

Dos amigos se comentaban a cerca del presente de cada uno...




sin decir una palabra, y en silencio.


Nota: Las palabras dichas mecánicamente vienen desde el pasado efímero, se trasladan hacia un futuro impalpable y lejos están, en ocasiones, de decir algo a cerca del momento presente el cual, sólo pide ser vivido plena, atenta y profundamente sin valoraciones o etiquetas de ningún orden.

viernes, 28 de febrero de 2014

El practicante correcto

La puntualidad es el título con el que se encabeza uno de los capítulos del libro “Kyudo Zen”, memorias del Japón, escrito por Luis Falconi.
Al respecto dice: “Un maestro observa siempre tres cosas del alumno: puntualidad, respeto y etiqueta. Si faltara alguna de éstas, da lo mismo si la técnica es correcta o equivocada, o si se acierta en el blanco o no. El examen será reprobado. El tiro con arco correcto es la consecuencia de estos tres puntos”.





Cuando leí esta sentencia, no pude menos que concordar, sin que por ello, y al mismo tiempo, no repasara cómo fue que llegué a poner en práctica estas actitudes.
La puntualidad es una virtud que llevo conmigo desde siempre, recuerdo que durante años enteros tenía la costumbre de no usar reloj, y así y todo, rara vez me demoraba. De manera que, de los tres puntos aquí subrayados, el primero es algo que no me ha requerido ningún esfuerzo.
El segundo punto, el respeto, es un puerto al que fui llegando poco a poco a medida que iba conociéndome cada día un poco más como para tener conciencia de que lo que estaba haciendo o diciendo corría principalmente bajo mi entera responsabilidad. Por lo cual, y además de haber dejado de echar culpas ante mis “fracasos”, puede ir comprendiendo que la elección tomada era y es una forma clara y concreta de actuar con la vida, por lo que no podía menos que ser respetuoso con ello, porque, además, pasaba a serlo con los demás seres. Esto sin importar qué práctica, actividad, profesión u oficio se realice, pues el solo hecho de estar allí y tomar dicho compromiso no puede llevarse a cabo sin el debido respeto por todo lo que está implícitamente o no interrelacionado.

El último comportamiento, la etiqueta, también es un aspecto de la manera en la que nos mostramos ante las diversas formas de vida que me llevó mucho tiempo considerar, y me explico: como siempre detesté los sacos, camisas planchadas o corbatas, tardé mucho más de lo deseado en aceptar que la etiqueta no tiene nada que ver con el estatus social que presupone vestir ciertas ropas a través de las cuales no sólo nos damos a conocer sino que también nos acreditan una identidad y una cierta jerarquía social en la que nos cobijamos con el fin de que nos asegure ser aceptados.
Cuando me vestí combatiendo estas creencias, no pude hacer otra cosa que ponerme en contra de toda diplomacia y formalidad “correcta” sin notar que cuanto más me resistía a ello, más me convertía en lo mismo.
Sin embargo, desde que me puse delante de una clase para compartir la práctica del Chi kung, por ejemplo, fui dándome cuenta de que lo importante no radicaba en la ropa en sí misma sino en la intención con la que era colocada sobre mi cuerpo. Es decir, el más simple de los trapos puede convertirse en las ropas de un rey si ésta se lleva con humildad, desapego y respeto, observando que, sobre todo, esté limpia.
En pocas palabras, vestir el cuerpo con amor es mucho más que lo que se lleva puesto; es, en todo caso, la gratitud de poder contar con ello para vivir con dignidad y la austeridad justa que permita no caer en el abandono, como tampoco en la carrera interminable de un consumo basado en la insatisfacción de la propia existencia.

Poner el ojo o visión correcta en estos tres aspectos centrales de la práctica del tiro con arco “kyudo” no puede menos que confirmarme que el camino emprendido es el que mi corazón y mi mente concuerdan, como también tener presente que si el dojo de práctica es mucho más que un espacio físico determinado, no hay razón para no poder llevar esta actitud con la vida, la de la puntualidad, el respeto y la etiqueta, a todas partes.

Publicado por claudio

viernes, 14 de febrero de 2014

Chi kung y embarazo





Si bien no suelo hacer diferencias de ningún orden entre las personas que vienen a las prácticas Chi kung, hoy quiero dedicar un párrafo aparte a aquellas mujeres que están en período de embarazo, con la intención de comentarles los beneficios que puede aportarles la realización de esta disciplina.
Mi interés en informarles al respecto de este tema es a causa de la nota que publiqué la semana pasada en el blog y porque, no por casualidad y si por causalidad, otras mujeres embarazadas se comunicaron conmigo para comenzar a tomar clases.

Nadie mejor que una mujer embarazada para contarnos lo que ello le significa tanto en el orden físico (cambios en el tamaño de las mamas, tensiones en la columna vertebral a nivel lumbo/sacro, cambios en el color del cabello, la textura de la piel o el rostro), como en lo emocional (alegría si el embarazo fue buscado o angustia si las condiciones en las que la gestación llega no son las deseadas) y mentales (¿el bebe será sano?, ¿podré soportar los cambios y molestias que este nuevo estado me trae?, ¿dejaré de ser una mujer deseada por mi pareja?)
Todos estos puntos, y muchos otros, pueden ser trabajados desde la práctica de Chi Kung para comenzar por la aceptación del estado actual en el que se encuentre la mujer y desde allí ir recorriendo todo el proceso mes a mes de la mejor manera posible tanto para ella como para el bebe, por supuesto. No olvidemos que el bebe se alimenta de todo aquello que la madre vive, hace, piensa y siente.
Entonces, si ellas conocen esta disciplina y la practican, seguramente encontrarán sus muchos beneficios, entre los cuales señalo:





Beneficios de la práctica de Chi Kung “especial embarazadas”

Fortalecimiento del cuerpo y la mente.

Los ejercicios conducen a una mejor y mayor relajación para la embarazada y así prepararse de mejor modo para el estrés que supone el parto, aliviando el dolor, pues el hincapié para alcanzar dicha relajación se pone en los ejercicios respiratorios.
Sobre esto último digo: la respiración permite que la mujer evite dificultades en la respiración o se hiperventile y aprenda a relajarse.

Los ejercicios de chi kung permiten desbloquear el cuerpo, facilitando la eliminación de toxinas y una mejor absorción de nutrientes y oxígeno.

Los ejercicios mantienen regulada la presión arterial y evitan o mejoran los edemas, sobre todo a nivel de las piernas.

Los ejercicios de chi kung no están contraindicados para las embarazadas, excepto en casos donde el proceso se vea dificultado por alguna complicación clínica o de cualquier tipo que requiera reposo o tratamientos especiales.

Le dará confianza, alegría y seguridad.
Y como ya mencioné, todo lo que beneficie a la embarazada, también lo hará sobre el bebe.

En mis clases, cada día de práctica es único e irrepetible, pues la propuesta de ese encuentro estará sujeta a las condiciones en que el grupo llegue, a la energía que éste y el momento presente me manifiesten, entonces, una vez observado estos detalles, la clase comienza y se va desarrollando siguiendo el orden natural que vamos compartiendo. En pocas palabras, no suelo programar lo que haré en cada clase, ya que siento que hacerlo es no tomar en consideración al otro y lo que ese otro trae para trabajar en ese momento, por lo tanto, voy dejando que ellos y mi propio ser me vayan contando dónde empezar, cómo continuar hasta cerrar la clase.

De esta manera, las embarazadas que quisiesen participar de esta milenaria práctica deben saber que siempre estamos atentos a cómo la mujer viene cada día para poder acercar las herramientas que fuesen necesarias para acompañarlas a lo largo de ese proceso, en su beneficio y el del bebe.
Sin embargo, no son sólo ellas y sus hijos/as en gestación las que se verán agraciadas por esta práctica, también quienes compartimos esos momentos nos cargamos de la energía circundante, creando un espacio de mutuo amor, respeto y gratitud por ser testigos de cómo la vida se va abriendo paso ante nuestro ojos.
Por todo esto es que prefiero que las mujeres en período de embarazo vengan a las clases junto a los demás alumnos/as en lugar de darles un día y horario aparte o diferenciado de los demás horarios regulares. Después de todo, el Tao se manifiesta en la diversidad, ¿no es verdad?

Por último, recordemos que somos un campo vibratorio de intercambio constante con nosotros mismos y nuestro entorno, por esta razón el puente de energía que la madre establece desde ella hacia su hijo/a la ayudará a conocerse más y mejor a sí misma, como a su hijo/a por nacer.

Publicado por Claudio


viernes, 24 de enero de 2014

Chi kung es la vida misma

Nada de lo humano me es ajeno, tituló mi profesor Carlos Trosman hace varios años, a un artículo sobre técnicas corporales terapéuticas. Por supuesto, me sumo a esa frase y la tomo como agua para mi molino para decir: cómo puede pensarse la práctica de Chi kung como algo separado o tangencial a las actitudes y experiencias que transitamos como seres vivos, orgánicos, humanos. Siento la necesidad de aclararlo porque nos es de extrañar que se piense que una clase de chi kung se tenga que desarrollar sólo en un ámbito apropiado para ello, pero sin embargo, y a medida que se va teniendo cierto recorrido por sus muchas formas de practicarlo, se va cayendo en la cuenta de que no hay razón para que dicha práctica no pueda realizarse, también, en casa o en cualquier otro sitio.
Del mismo modo pero en sentido contrario, la vida con todos sus pertrechos, llega de la mano de cada alumno al recinto o dojo de práctica, aunque no siempre la persona tenga conciencia de ello. Pese a todo, un buen día ese ser cae en la cuenta de que todo lo que se es y se tiene en términos corporales, mentales y emocionales también se lo trae a la clase. Desde ya, no siempre se recibe de buen agrado lo que aparece manifestado, más aún cuando se trata de limitaciones físicas o psicológicas, como de cualquier tipo de inhibición o malestar corporal o anímico, pero, nos guste o no, para poder acceder a un crecimiento o cambio de rumbo favorable, no quedará otra que pasar por ahí. Por donde duele.
Si podemos hacerlo, notaremos que a cada paso irá habiendo algo más de claridad y de bienestar.





En realidad, lo que hoy me lleva a escribir sobre estos asuntos no es nada relativo a enfermedades, contracturas o angustias de las que, como digo, muchas veces se presentan en las clases regulares, sino a otro evento que se dio por estos días y que, aunque no fue la primera vez que ocurre, no pudo menos que llenarme de mucha emoción y gratitud.
De lo que quiero escribir es acerca de una de mis alumnas, Vanesa. Ella comenzó viniendo a mi espacio de trabajo hace varios años para recibir sesiones de masaje. Tiempo después, se sumó a las clases de chi kung y, como me ha sucedido con otras personas, pude ser testigo privilegiado de sus cambios, marchas y contramarchas, como también de sus alegrías y preocupaciones, las cuales la llevaron a tener épocas de alejarse de la práctica para, algo después, retomarla, observando que cada vez que eso sucedía era como ver a una crisálida salir de su caparazón tras restregarse arduamente pero sin cesar en su afán de continuar ¿creciendo? Si me permiten, voy a conservar en mi fuero íntimo muchos de esos acontecimientos por los que Vanesa transitó para preservar su intimidad y así ir de lleno a lo que me interesa compartir con ustedes. Hablo del día que a través de un correo electrónico Vanesa me comunicó que quería regresar a las clases y que estaba embarazada.
Gran alegría gran, diríamos por estas tierras porteñas, más aún cuando la vi entrar con una enorme sonrisa. Nos dimos un fuerte abrazo y no pude resistirme de colocar mis manos sobre su pancita, que ya daba muestras de cómo la vida se iba gestando dentro de ella.

Los días fueron transcurriendo sin mayores sobresaltos, a excepción de algún que otro bajón de azúcar que poco duraba y bien se recuperaba tras un breve descanso y mucha agua mineralizada. Pese a todo, Vanesa seguía sonriendo y participando de las clases con un entusiasmo contagioso y vital. Todos estábamos pendientes de ella y de... Felipe, como nos comentó un cierto día luego de confirmarse el sexo del bebe que crecía en su vientre. Cuando pronuncio “Felipe”, me sabe a pan calentito y recién horneado.





El verano arrasador por sus altas temperaturas no hicieron mella sobre la voluntad de Vanesa, al punto de no haber faltado ni un solo día a las prácticas, ya que para ella era de esencial importancia venir con su niño a cuestas, pues, como pudimos ambos corroborar en algunas sesiones de masaje y drenaje linfático que le apliqué para que sus líquidos corporales circularan mejor, Felipe parecía disfrutar mucho de ese contacto, tanto así que su mamá me decía que lo sentía moverse en el sentido que iban mis manos. Lo mismo le ocurrió cuando en una de las clases intercambió maniobras de masajes con una compañera.
Siempre encontraba la manera de adecuarse a las posturas o movimientos. Fue aprendiendo a convivir con los cambios que su cuerpo no tardaba en enseñar y nunca se quejó o dio muestras de no querer o no poder tomar la clase. Su atención, ahora, se repartía en ella y en su bebe, que al parecer, y como sucedía con los masajes, también gustaba de hacer chi kung.





En cuanto a mí, debo decir que, si bien no es la primera vez que participa de las clases de chi kung una embarazada, nunca como en esta oportunidad ese proceso de gestación llegó tan lejos, pues Vanesa vino el 17 de enero por última vez, ya de 9 meses, y al día siguiente tuvo a su hijo. Tan segura de sí misma se la solía ver, y por demás en paz con su rol de madre, que ese día viernes se despidió de mí y de sus compañeras de práctica convencida de que nos veríamos la semana entrante. Sin embargo, en mi interior, tenía la presunción de que no sería así y que Felipe llegaría incluso antes de la fecha indicada por los médicos. No por nada en esa última clase con Vanesa y Felipe, percibimos los tres sin decir palabra alguna que era el final de un maravilloso comienzo, coronado por la presencia de la madre de Vanesa que nos visitó, participando de la práctica, quien, por si fuera poco, debutó como abuela pocos meses antes al recibir a una nieta de su otra hija.
Hubo esa tarde una comunión muy especial, profunda, cálida y llena de amor que todos dimos y compartimos para que ambos, madre e hijo por nacer, se fueran cargados de todo ese amor al que, sin duda, se sumaba el de Gustavo, su marido, como el de su hermana y el de tantos otros que tanto y tan bien la quieren.

Estoy escribiendo estas palabras con mucha emoción y con todo el amor y respeto que siento por ella y su bebe, al que sentí en mis manos cuando pateaba o se movía; a ese bebe que el sábado 18 de enero de 2014 vio la luz en los ojos de su mamá, que respiró por sus propios medios por primera vez y que afanosamente buscará en la teta de Vanesa mucho más que leche, pues ahí, cerquita del pezón está la música que lo acunó durante varios meses, la música que le da la certeza de que está en casa, la música del corazón. La música que armonizará con la voz de su mamá y la de su papá que, sin duda, ya reconoce, porque la escuchaba a través de mamá nadando dentro de la panza.

No es tan frecuente sentir el privilegio de poder acompañar esos momentos irrepetibles, como también viví tiempo atrás con Ana Laura o Yanina, por ejemplo; por lo tanto, quiero decirte gracias con el cuerpo y con el alma, Felipe y mamá, por dejarme guiarlos un poquito apenas durante esos encuentros en nuestro dojo y decirles que este espacio es también de ustedes, como de todos los que no sólo vienen, sino que están y se animan a aprender, a soltar, a dar y a recibir, para que cuando gusten lo compartan y hagan de sus vidas y su entorno inmediato un bello y enorme dojo de chi kung en el que cada quien pueda encontrarse a sí mismo, que es, de algún modo, encontrar a Dios o como prefieran llamarlo.





Vanesa trajo a mis clases su vida para compartirla, para conocerla un poco más, para aprender aquello que ella necesitaba y se llevó la práctica a su casa, a su familia, a su niño. Volvió real y concreto el concepto por el que esta disciplina se conoce: “trabajar con la energía”, lo que se plasmaba con total claridad, pues no fueron pocas las personas que se sorprendían al verla tan vivaz y entregada a hacer chi kung, sobre todo cuando su abdomen parecía más enorme de lo que era, y por ello no faltaron las bromas dirigidas a mi persona cuando más de una decía: “si Vane sigue viniendo en ese estado de gravidez, me parece que vas a tener que asistirla en el parto, porque en cualquier momento pare acá”.
Si bien cuento lo que ella trajo, no sé con total certeza lo que se llevó a lo largo de estos años, pero sí sé que, al igual que muchos otros de mis alumnos, me ha dejado la satisfacción de ser parte de esta hermosa historia de vida. Vida que, según prometió, continuará compartiendo, incluso cuando vuelva y traiga a Felipe, y juntos, cada uno a su modo, sigamos practicando.
Gracias, una vez más, de corazón a corazón.


Publicado por Claudio


viernes, 17 de enero de 2014

¿Sabemos alimentarnos?





Qué bueno es saber que no existe un único alimento, como tampoco recetas universales que resulten benéficos para todos por igual.
Qué bueno es saber que no hay una pastilla que posea todos y cada uno de los nutrientes necesarios para mantenernos sanos y con vida.
Qué bueno es saber que en la variedad, no sólo está el gusto, sino también la totalidad de lo que requerimos para sentirnos medianamente estables.
Qué bueno es saber que una respiración lenta y profunda pero sin esfuerzo ayuda en los procesos metabólicos eliminando más fácilmente las toxinas acumuladas.
Qué bueno es saber que estamos compuestos por un alto porcentaje de agua y que a través de ella se producen comunicaciones electromagnéticas que transmiten todos los elementos que el organismo necesita para su correcto funcionamiento.
Qué bueno es saber, a propósito del agua, que necesitamos ingerirla diariamente para no recalentar o secar el organismo y así prevenirnos de diferentes enfermedades.
Qué bueno es saber que somos lo que comemos, pues nuestros tejidos están compuestos de los nutrientes físicos y energéticos que ingerimos en cada bocado.
Qué bueno es saber que comer no es igual a alimentarnos.
Qué bueno es saber que no sólo nos nutrimos de lo que entra en la boca, sino de toda aquella información que atraviesa nuestros oídos, nariz, ojos, tacto, pensamientos y emociones.
Qué bueno es saber que si masticamos lentamente, no ingerimos más de la cuenta, si evitamos hablar demasiado o, peor aún, discutir durante las comidas, respetamos nuestro cuerpo/mente, brindándole un mejor trato, y él nos responde ejerciendo sin sobresaltos sus funciones vitales.
Qué bueno es saber que si evito, hasta donde me sea posible, enfermarme, también ahorro tiempo, dinero y energía a las personas directa o indirectamente relacionadas conmigo como con mi salud.
Qué bueno es saber que alcanza con que nuestra comida diaria contenga variedad de colores para asegurarnos un buen porcentaje de vitaminas y minerales.
Qué bueno es saber que cuando comemos acompañados de personas con las que mantenemos buenos vínculos afectivos, mejor aún es el proceso metabólico de lo que ingerimos. Recordemos que, “no sólo de pan vive el hombre, y la mujer“.
Qué bueno es saber que a más productos envasados, más colorantes, más conservantes, más saborizantes... en fin, más químicos artificiales.
Qué bueno es saber que una marca impuesta por el marketing, la televisión y una buena cifra de dinero con el que inclusive se compran actores o personalidades reconocidas para “garantizarnos su confiabilidad” no es, en todos los casos, equivalente a buen alimento.
Qué bueno es saber que moderando las sales y los azúcares evitamos diversidad de enfermedades, como presión arterial alta, diabetes, colesterol, desmineralización, problemas articulares, etc.
Qué bueno es saber que a más natural y menos manipulado el alimento, menos trabajo le damos a nuestro organismo para digerirlo y más fortalecidos física como anímicamente nos sentiremos.
Qué bueno es saber que para la industria alimenticia, cantidad no es sinónimo de calidad sino de ganancias y, a más ganancias, menor calidad.
Qué bueno es saber, a propósito de lo anterior, que las manipulaciones genéticas de las semillas como de otros alimentos, también miden especialmente cuánto se puede producir y no qué daño potencial hay en ello.
Qué bueno es saber que en una maceta pueden crecer innumerables plantas culinarias sin la necesidad de depender total y constantemente de los caprichos y dictámenes de las empresas productoras de alimentos.






Qué bueno es saber que lamentablemente no todo el mundo posee la cantidad y calidad de alimento necesario para que de esa manera, a la hora de comprar los alimentos como de sentarnos a comerlos, lo hagamos de manera racional, conciente y moderada para evitar derrochar o desperdiciar más de la cuenta.
Qué bueno es saber y comprender que habitamos este cuerpo al igual que habitamos un hogar, pues de esa manera, tomaremos más recaudos para no permitir la entrada de visitas que pudieran provocarnos cualquier tipo de daño.
Qué bueno es saber que ese alimento que vamos a degustar llegó hasta nosotros por la profunda interrelación que existe entre todos los elementos que lo hicieron posible. El planeta, el agua, la tierra, el sol, otros humamos, etc.
Qué bueno es saber que al acceder a una información y experiencias adecuadas, nos convertimos en actores responsables de nuestras acciones y no en simples máquinas de devorar para luego, a la hora de sentirnos mal, echar las culpas del caso a cuanto médico o sistema de salud haya a nuestro alrededor.
Qué bueno es saber que no sabemos cocinar porque de esa manera tendremos una buena oportunidad de aprender y de involucrarnos creativa y concientemente con nosotros mismos a través del trato y manipulación de lo que luego vamos a comer.

Si algo o mucho de esto no lo sabías, comprobalo con tu propia experiencia y, si hay dudas, busca ayuda de la mano de profesionales competentes.

Publicado por Claudio


viernes, 3 de enero de 2014

Lo justo





Un señor entró a comprar una planta y luego de ser atendido, preguntó al vendedor: ¿la planta necesita mucha o poco agua? El vendedor respondió: “lo justo”.
El cliente, creyendo no haberse explicado bien, repitió la pregunta, tras lo cual volvió a recibir la misma respuesta: ni mucha ni poco agua, lo justo.
El hombre se retiró del vivero algo molesto y desconcertado.

Al día siguiente, se repitió la situación con otra persona, pero en este caso, al escuchar que la cantidad de agua requerida por la planta debería ser la justa, el cliente miró a los ojos del vendedor y sonrió retirándose del establecimiento feliz con su nueva planta.

Se me ocurre que lo más probable sea que la mayoría de nosotros, nos sintamos más identificados con el primer caso que con el segundo, pues solemos estar acostumbrados a manejarnos con respuestas precisas o fórmulas preestablecidas.
Si bien éste modo de relacionarnos con las cosas cotidianas muchas veces resulta práctico, también nos ata a vivir apegados a normativas o mandatos, o sea, al pasado y a la espera de que el futuro no devenga en territorio desconocido e impredecible. Sin embargo, lo que no percibimos es que las recetas no siempre nos confirmaran su aplicabilidad a cada momento y menos aún que nos aseguren el éxito esperado.

En otras palabras, y volviendo a los compradores de plantas, mucha o poca agua remite más a actuar según lo dicten los demás que a ser nosotros mismos, quienes atentos a la acción de regar las plantas y de observar cómo ésta va respondiendo a nuestro trato, determinemos lo que el vendedor llama “lo justo”, es decir, lo que a cada momento sea necesario según causas y circunstancias.
Lo que intento explicar es que este tipo de situaciones pone en evidencia lo muy arraigados que solemos estar a no estar presentes en el aquí y ahora, y sí mucho más adaptados a responder mecánicamente desde esas normativas o mandatos que mencionaba en párrafos anteriores. Por lo tanto, tener la ocasión de que el vendedor nos responda con un “lo justo” puede ser una buena oportunidad para poner en práctica la atención y el estar plenamente comprometidos con lo que estemos haciendo, como parece haberlo entendido el segundo comprador, o continuar esperando que siempre se nos diga qué, cómo, dónde y cuándo actuar, replicando de esta manera tan sólo lo que otros masticaron y digirieron antes.





No estoy invitando a la anarquía o al “hacer lo que se nos ocurra sin importarnos nada ni nadie”; después de todo, no siempre las reglas que otros han establecido son tan cerradas o negativas como para no poder hacer uso conciente de ellas, pero agregándole esa cuota de presentismo como para poder aprender a tener verdadera responsabilidad y compromiso con lo que sea que estemos haciendo o, de lo contrario, si sólo reaccionamos sin una atención plena y el resultado acaba siendo el inesperado, de seguro no faltará a quien echarle la culpa, diciendo: “como el vendedor no me quiso decir si la planta necesitaba mucha o poco agua, es por eso que...” Si, por el contrario, damos en la tecla a la hora de utilizar esas recetas, sepamos que eso no sucedió únicamente por la receta misma, sino por la predisposición aplicada y las circunstancias que acompañaron el evento en tiempo presente. Habitualmente no solemos considerar importante éste último punto lo que deviene en cristalizar la receta como infalible y óptima de ser aplicada en cualquier otra oportunidad convencidos de que nuevamente nos dará el mejor de los resultados.







Por último, y porque no quiero poner ni más ni menos que lo que siento, digo: recordemos que toda ley o reglamentación surge posteriormente a una acción específica, con lo cual cada acto pone en juego esos dictámenes e invitan a crear otros nuevos. Dicho de otro modo, todo cambia y nosotros no somos la excepción, y que un modo saludable de aceptar el cambio es tener presente que no hay de manera absoluta un mejor, peor, lindo, bueno, malo, mucho o poco. Hay lo que hay, y a ello se sumará el modo en que cada uno lo interpretemos, para luego actuar en consecuencia; esto es, siguiendo el orden natural de las cosas o los mandatos surgidos de experiencias ajenas en tiempos pasados bajo circunstancias que nunca se repetirán de manera idéntica.

Publicado por Claudio