viernes, 17 de enero de 2014

¿Sabemos alimentarnos?





Qué bueno es saber que no existe un único alimento, como tampoco recetas universales que resulten benéficos para todos por igual.
Qué bueno es saber que no hay una pastilla que posea todos y cada uno de los nutrientes necesarios para mantenernos sanos y con vida.
Qué bueno es saber que en la variedad, no sólo está el gusto, sino también la totalidad de lo que requerimos para sentirnos medianamente estables.
Qué bueno es saber que una respiración lenta y profunda pero sin esfuerzo ayuda en los procesos metabólicos eliminando más fácilmente las toxinas acumuladas.
Qué bueno es saber que estamos compuestos por un alto porcentaje de agua y que a través de ella se producen comunicaciones electromagnéticas que transmiten todos los elementos que el organismo necesita para su correcto funcionamiento.
Qué bueno es saber, a propósito del agua, que necesitamos ingerirla diariamente para no recalentar o secar el organismo y así prevenirnos de diferentes enfermedades.
Qué bueno es saber que somos lo que comemos, pues nuestros tejidos están compuestos de los nutrientes físicos y energéticos que ingerimos en cada bocado.
Qué bueno es saber que comer no es igual a alimentarnos.
Qué bueno es saber que no sólo nos nutrimos de lo que entra en la boca, sino de toda aquella información que atraviesa nuestros oídos, nariz, ojos, tacto, pensamientos y emociones.
Qué bueno es saber que si masticamos lentamente, no ingerimos más de la cuenta, si evitamos hablar demasiado o, peor aún, discutir durante las comidas, respetamos nuestro cuerpo/mente, brindándole un mejor trato, y él nos responde ejerciendo sin sobresaltos sus funciones vitales.
Qué bueno es saber que si evito, hasta donde me sea posible, enfermarme, también ahorro tiempo, dinero y energía a las personas directa o indirectamente relacionadas conmigo como con mi salud.
Qué bueno es saber que alcanza con que nuestra comida diaria contenga variedad de colores para asegurarnos un buen porcentaje de vitaminas y minerales.
Qué bueno es saber que cuando comemos acompañados de personas con las que mantenemos buenos vínculos afectivos, mejor aún es el proceso metabólico de lo que ingerimos. Recordemos que, “no sólo de pan vive el hombre, y la mujer“.
Qué bueno es saber que a más productos envasados, más colorantes, más conservantes, más saborizantes... en fin, más químicos artificiales.
Qué bueno es saber que una marca impuesta por el marketing, la televisión y una buena cifra de dinero con el que inclusive se compran actores o personalidades reconocidas para “garantizarnos su confiabilidad” no es, en todos los casos, equivalente a buen alimento.
Qué bueno es saber que moderando las sales y los azúcares evitamos diversidad de enfermedades, como presión arterial alta, diabetes, colesterol, desmineralización, problemas articulares, etc.
Qué bueno es saber que a más natural y menos manipulado el alimento, menos trabajo le damos a nuestro organismo para digerirlo y más fortalecidos física como anímicamente nos sentiremos.
Qué bueno es saber que para la industria alimenticia, cantidad no es sinónimo de calidad sino de ganancias y, a más ganancias, menor calidad.
Qué bueno es saber, a propósito de lo anterior, que las manipulaciones genéticas de las semillas como de otros alimentos, también miden especialmente cuánto se puede producir y no qué daño potencial hay en ello.
Qué bueno es saber que en una maceta pueden crecer innumerables plantas culinarias sin la necesidad de depender total y constantemente de los caprichos y dictámenes de las empresas productoras de alimentos.






Qué bueno es saber que lamentablemente no todo el mundo posee la cantidad y calidad de alimento necesario para que de esa manera, a la hora de comprar los alimentos como de sentarnos a comerlos, lo hagamos de manera racional, conciente y moderada para evitar derrochar o desperdiciar más de la cuenta.
Qué bueno es saber y comprender que habitamos este cuerpo al igual que habitamos un hogar, pues de esa manera, tomaremos más recaudos para no permitir la entrada de visitas que pudieran provocarnos cualquier tipo de daño.
Qué bueno es saber que ese alimento que vamos a degustar llegó hasta nosotros por la profunda interrelación que existe entre todos los elementos que lo hicieron posible. El planeta, el agua, la tierra, el sol, otros humamos, etc.
Qué bueno es saber que al acceder a una información y experiencias adecuadas, nos convertimos en actores responsables de nuestras acciones y no en simples máquinas de devorar para luego, a la hora de sentirnos mal, echar las culpas del caso a cuanto médico o sistema de salud haya a nuestro alrededor.
Qué bueno es saber que no sabemos cocinar porque de esa manera tendremos una buena oportunidad de aprender y de involucrarnos creativa y concientemente con nosotros mismos a través del trato y manipulación de lo que luego vamos a comer.

Si algo o mucho de esto no lo sabías, comprobalo con tu propia experiencia y, si hay dudas, busca ayuda de la mano de profesionales competentes.

Publicado por Claudio


2 comentarios:

  1. Qué bueno es saber que lamentablemente no todo el mundo posee la cantidad y calidad de alimento necesario para que de esa manera, a la hora de comprar los alimentos como de sentarnos a comerlos, lo hagamos de manera racional, consciente y moderada para evitar derrochar o desperdiciar más de la cuenta.
    Estas palabras me parecen fundamentales para sentirse agradecidoy comer con mindfulness.
    Muchas gracias por la entrada

    ResponderEliminar