Budismo y Física cuántica
Tras siglos
de observar y de relacionarnos con la naturaleza como entidades materiales y
separadas entre sí, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, la Física
cuántica vino a romper con el viejo paradigma como única verdad posible y
sustentable. Verdad que, por cierto, moldeó, al menos en Occidente, la vida de
la humanidad en todos y cada uno de sus, no casualmente, compartimentos
(política, salud, sexualidad, economía, cultura, etc.)
Si para la
religión judeo/cristiana y musulmana, la vida se explicaba haciendo alusión a
un Dios creador, para la Física clásica (Platón, Newton, Descartes, Bacon,
entre otros), las cosas podían explicarse a partir de algo separado de nosotros
con un tiempo y espacio absolutos, donde los cuerpos evolucionaban según leyes
precisas y deterministas; en tanto que para la Física cuántica y los hombres
que se adentraron en ella (Einstein, Planck, Bhor, Schrodinger, Heinsenberg,
etc.), lo que denominamos como objetos o sujetos aislados no pueden ser
divisibles o separados de todo lo demás, incluido el universo en su conjunto,
pues estamos frente a una realidad que nos muestra que no existen de un modo
definitivo objetos o sujetos con sustancia propia, sino relaciones de
interrelaciones que se manifiestan en un estrecho vínculo con el observador y
la herramienta con la que se intenta medir el comportamiento, por ejemplo, de
un electrón.
En palabras
del físico austríaco Antón Zeilinger, “Cuando en la Física cuántica se
investiga la naturaleza de una partícula elemental, como un electrón, no lo
encuentras, está vacío”. Es decir, y como señalé en el párrafo anterior, lo
observado se encuentra en íntima relación con el observador, tanto que, al
hacerlo, se puede apreciar a dicho electrón mostrándose como partícula o como
onda. La dualidad expresada en ese micromundo, dualidad opuesta y
complementaria que también se corrobora en lo macro (luz, oscuridad, femenino,
masculino, sonido, silencio). Ver el movimiento de un fotón como partículas u
onda continua es equivalente a decir, por ejemplo, que una línea de tiza
trazada sobre un pizarrón es, a su vez, una sucesión de puntos y que, de
acuerdo al observador, se podrá apreciar una u otra de sus manifestaciones. Por
lo tanto, es importante considerar que no es posible observar un sistema sin
perturbarlo.
Hace 2500
años en el norte de la India, hoy Nepal, vivió Sidharta Gautama, a quien años
después el mundo conocería como Buda (estado de conciencia despierto o
iluminado). Aquel que alcanzó la comprensión más excelsa, clara y profunda de
la realidad, a través de la práctica de la meditación.
El Budismo,
como práctica de vida y a lo largo de ese período, conoció, comprendió y
transmitió los postulados que hoy señala la Física cuántica. Así lo explica el
propio Dalai Lama: "Para el Budismo, el yo como tal no existe, ya que aquello
que denominamos compulsivamente “mi yo” está permanentemente cambiando"; pero
Arya Nagarjuna, maestro reconocido como tal dentro del Budismo tibetano, fue un
paso más allá, cuando en el siglo segundo de nuestra era, formó la escuela
llamada Madyamika, la que a su vez daría nacimiento a la rama principal del
Budismo actual, conocida como Budismo Mahayana o del “gran vehículo”. Una
escuela que consideraba, entre otras cosas, que la práctica Budista tenía que
estar al alcance de todos los seres vivos, sin excepción.
La escuela
de Nagarjuna niega la existencia de un yo, del observador y lo observado, e
incluso de la observación misma. El término Madyamika refiere al camino del
medio o justo medio, aludiendo al espacio creado por el intelecto entre
nihilismo y materialismo. Este modo de comprensión acerca de la realidad
subyacente está basada en la corroboración de que todo está, como mencionaba el
Dalai Lama, en constante cambio, para llegar a su comprobación, la atención en
un punto fijo como la respiración pero sin agregados críticos o los Koan
(preguntas sin sentido racional o lógico), como por ejemplo: ¿cuál es el sonido
de una sola mano?, tan utilizadas dentro del Budismo zen de la escuela Rinzai,
que suelen ser formuladas de maestro a discípulo, con la intención de que éste
pueda ver, aceptar y comprender el mecanismo mental que lleva a identificar las
cosas, los seres sintientes y las múltiples situaciones diarias como verdades
tajantes y autocreadas, para así alcanzar la visión correcta o el despertar, es
decir, la comprensión de las leyes naturales de interrelación e impermanencia.
Por último,
y aún siendo los métodos de medición y comprobación en la Física cuántica y el
Budismo diferentes, ambos han ido llegando a las mismas conclusiones,
pero con una diferencia práctica en el Budismo, que es que al saber que átomos,
humanos, objetos o el planeta no son autónomos o independientes los unos de los
otros, esto les permite que brote naturalmente la compasión.
Dicho de
otra manera, mi bienestar está relacionado al tuyo, mi sufrimiento con tu
sufrimiento, etc.
Coda:
“Aunque los científicos estudien especialmente la materia, no pueden pasar por
alto la conciencia; aunque los especialistas del espíritu se centren en el
desarrollo de la mente, no pueden pasar por alto las necesidades físicas”.
Dalai Lama
Publicado por Claudio
NOTA: Foto 2: El Dalai Lama junto a Alan Wallace Físico, filósofo y monje Budista Tibetano ordenado por su santidad el XIV Dalai Lama
Ah! ¿que no he dicho nada sobre las últimas entradas? ¡pero si he hablado incesantemente con ellas!!
ResponderEliminarMe gusta, que dicen en fb :)
todas
bss
Hola Ane
EliminarLeas o no mis entradas, para mi, siempre estás presente, Musguito.
Abrazos muchos desde Bs As