miércoles, 3 de marzo de 2021

El viaje iniciático



Hay una sola y única puerta que atravesar para realizar el viaje. Esa puerta es, "el miedo a la muerte". Ninguna otra cosa es necesario conocer, habitar y superar o, de lo contrario, estarás evadiéndote de vos mismo. De tal modo que, iniciemos por algo elemental: no me hables del zen, del Tao, de los registros akashikos, de chamanísmo, de psicología; no me hables de filosofía, de religión. No me hables de ideologías de izquierda o de derecha. Tampoco de tu familia, de tus hijos o proyectos para vivir en un país mejor. 

No recurras a los libros sagrados, los talismanes o a tu equipo preferido. A tu ropa, tus gustos ni tus rechazos.

No me hables de la quinta dimensión o de la nueva era. No me hables de los iluminati, del fin del mundo o de soluciones medio ambientales. No me hables de virtualidad, menos aún de lo que la televisión o las redes sociales machacan a diario. No menciones el veganismo o cualquier otra dieta orgánica, por mucho que te de placer y esperanza. Eso, mucho menos hablame de esperanza o de Fe. Te preguntarás de qué hablar o, qué decir. Nada, absolutamente de nada. Dedica tiempo para escucharte. Algo más, no hay nada de malo en todo eso de lo que te pido dejes en suspenso, ni nada de bueno, pero hasta acá, han sido nada más que palos en la rueda, adornos y excusas.

A partir del momento en el que te quedes quieto y comiences a sentirte, percibí como se arremolinan las imágenes de cuanto has hecho y conocido hasta aquí en su afán por rescatarte, por darle "sentido" a tu vivir, pero, dejá pasar todo cuanto estés pensando, aunque te falte el aire de pura impotencia. Sentí el temblor de la abstinencia por querer recurrir a tus ideas de siempre, hasta que estas, se debiliten. Sentí la tentación desgarradora de querer explicar desde tu lógica, desde tu historia personal, desde tus hábitos y costumbres pero, NO LO HAGAS.

Comenza por entender que la primera verdad que hay que soltar, es todo cuanto te ha moldeado como idea, concepto o cultura o, al menos, todo cuanto te sea posible. 

Ideas acerca de vos mismo, por empezar. Ideas sobre lo que tiene que ser y no ser. Ideas. A lo que hay que morir es a todas las ideas, ideales e ideologías. Cualquier mínima mota de polvo  con la que te identifiques, creara un gigantesco basural. ¿Qué como se hace? Esa no es la pregunta correcta. La pregunta es si estás dispuesto a verte cara a cara y desprovisto de todo cuanto te ha sido dado hasta aquí. El cómo, en todo caso, se te revelará durante la práctica misma.

Luego, cuando la muerte te parta en infinitas moléculas de existencia, cuando te hayas despojado de todo cuanto hasta ahora han sido, sobre todo, salvavidas, (todas tus prácticas "espirituales" guardan un valor agregado del que no se puede saber nada si primero, no te olvidas de todo lo que creas saber) La consigna a continuación es simple: rearmate desde dentro hacia afuera con lo que sos; Con Eso, sin nombres ni etiquetas y luego, andar por las calles, hacer tu trabajo, mirar a los ojos, descansar o comer, olerá muy, muy distinto. ¿Cómo de distinto? Primero hay que morirse para poder renacer. Sin ese segundo nacimiento, no se podrá experimentar un aire nuevo y fresco.

Sucede que si algo a motorizado la vida humana hasta aquí, no es, como muchos creen, las ganas de vivir. No es la búsqueda cada día más frenética por alcanzar ciertas metas o deseos. No, la mayor motivación es la consciencia de saber que vamos a morir. Saberlo, aterroriza a las masas, las convierte en entes que se mueven a grandes velocidades ocupándose de cuanto se les cruza, útil o no, con tal de no recordar que tenemos fecha de caducidad. Esto significa que a la muerte le debemos el haber acumulado tanta historia, amor y sangre. Saber que vamos a morir, es lo que permite vivir de verdad; completa y saludablemente, primero porque nadie sabe cuándo; segundo, porque se ha alcanzado la consciencia de lo impermanente, interdependiente, efímero e irrepetible de nuestra maravillosa y no menos misteriosa existencia humana.

Por si no soy claro, no hablo de la muerte física, porque de esa no se puede saber nada hasta que ocurre. (si es que hay algo que se pueda decir entonces) Hablo de morir a las creencias; a lo que estamos tan seguros de saber. Hablo de mirar lo de siempre como si fuese la primera vez. No, no lo pienses, no busques imaginarlo porque tu cerebro sólo conoce lo que conoce, el pasado; al punto que ya olvido la sensación de la primera vez. Hay que ir observando cuando el hábito vuelve, atenderlo y no ir en esa dirección. Respira. Respira con total atención en ello y continua sin seguir los pasos de lo conocido y ve por vos mismo, qué sucede.



Dicho esto, agrego: si no estás dispuesto a enfrentar el miedo a morir a las ilusiones, no perdamos tiempo porque continuarás confundido en un matorral de pensamientos, memorias, recuerdos; deseos que no son otra cosa que proyecciones de esas ideas. Presentes contaminados de lo único que sabemos y conocemos que es, repetir el pasado hasta el hartazgo. Pero, si ya no hay dónde ir, si nada consuela o se acomoda para continuar perpetuando el auto engaño entonces, es porque te llego la hora de morir, de dejar que se vaya lo que sea posible soltar, gestarte y parirte.

Silencio, total silencio y quietud. No te muevas. Sentite, escuchate. No hables sino para manifestar que has superado el miedo a morir. El problema con esto es que no se vale de palabras sino, de acciones para mostrar que el camino se ha ido despejando de ilusiones. Aclaro, no se trata de matar las ilusiones, como dicen por ahí, más bien se trata de saber que se está encerrado en una.

Los grandes maestros nunca se regodearon con la palabra, no persiguieron ideales ni pretendieron seguidores; mucho menos aduladores y fanáticos. Ellos, en sus actos cotidianos, fueron la verdad misma; la verdad sin más que lo que ES. Quizás por eso a las mayorías, adictas a la mentira disfrazada de verdad, les pesaba lo suficiente esas maravillosas presencias como para desdibujar el mensaje que eran y acomodarlo a sus caprichos egocéntricos o, incluso, crucificarlos porque nada molesta más al mediocre que la verdad desnuda y clara.

Quedate mirando las formas, los colores, quedate escuchando los ruidos, las ensoñaciones; sentí los aromas, los asabores, y deja que el viento se lo lleve todo. No te detengas ante nada ni ante nadie. Seguí andando hasta que no haya en este mundo nada que "creas" verdaderamente necesitar. Luego cerra los sentidos, y mirá, mirate.



Hasta que no descubras que somos un huesped estarás inconscientemente muerto. Como todos un poco, convencidos de ser dueños de algo o de alguien o sea, sufriendo. Sólo alguien que se sabe un andariego viaja liviano y agradecido porque a comprendido que no es nada sin todo lo demás. Esto supone estar hablando de moderación, humildad...No importa, porque hasta que la vida no te salga por la médula osea, todo esto que aquí menciono, continuará siendo nada más que palabras.

Camina. mira, toca, abraza, y no interfieras. Si, si, los pensamientos no cesarán, no te dejarán en paz. Nada de que preocuparse, es la naturaleza de esta mente que piensa y piensa. De igual modo  hace el corazón, los riñones y los pulmones, nunca paran y sin embargo, no impiden que vivamos nuestras pequeñeces cotidianas, ¿verdad?

Se un maravilloso equilibrista. Primero caete a la derecha; luego a la izquierda. Por momentos sentíte dueño de la verdad y ve como el piso se te muestra duro y cerca; luego, conocete tembloroso y observa cómo no logras despegar los pies ni un centímetro de la cuerda, de la vida; conocete temiendo. Más tarde, cansado de ir y venir, descubrí la senda media, cómo está hecha de un poco de esto y un poco de aquello, nunca de algo definido. No saques conclusiones, toda conclusión es un intento burdo por perdurar, pero muerto en vida. Eso sí, termina lo que comenzaste; a eso se lo denomina continuidad, como la vida que siempre teje sin que se le corra un punto.

El primer paso es saber qué se quiere. El segundo es definirlo en uno mismo claramente. El tercero es echarse a andar que la vida te mostrara el cómo. El asunto es que, atravesar el miedo a morir, es todo lo que hay que querer porque cualquier otra cosa, es pasado. La nueva vida está justo detrás de ese miedo.

Es imprescindible que lo hagas con el mayor amor y respeto posible porque se trata de parirte a vos mismo en el ceno de la vida, en brazos de esta madre tierra y con todo el potencial vital del cielo a tu disposición. Como verás, no hace falta nada aunque, sí es cierto que al principio nos da vértigo y la confusión aterra. Esos son indicios de que estamos en el camino o, al menos, que estamos comenzando a dejar el que conocíamos.

Cuando sientas sed, se te dará agua. Cuando sientas hambre, comerás. Cuando estés cansado, habrá donde echarse. Si no haces elecciones, si no destacas preferencias ni rechazas lo que se te ha dado, es porque estás comenzando a morir y a nacer, de nuevo.




Nota: Emunah: La verdadera enseñanza de Jesús no fue, crean en mí o, tengan Fe en iglesias o imágenes, No. La enseñanza real fue: CONFÍEN. Confíen completamente, no en algo o alguien. Sólo confíen en ESO, en lo sin nombre y emanen (emunah) desde dentro de cada uno el Reino de Dios, el Nirvana, sólo así lo conocerán. De no ser así, continuarán ocupándose de sus muertos (viviendo para el mundo material, solamente) 

Daniel Shodo

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