martes, 7 de marzo de 2017
Espejito, espejito. Cuando el otro, soy yo.
Cierta vez y mientras daba una clase de Agua Yoga delante de una veintenea de personas, tuve lo que podría llamarse, un pequeño despertar al darme cuenta de que todas y cada una de esas personas delante de mi, también eran un poco yo.
Lo que quiero explicar es cómo los demás o sea, aquellos con los que por diferentes razones entablamos algún tipo de relación, siempre tienen algo nuestro que mostrarnos a través de sus gestos, formas, palabras o actitudes. De ahí que cuando ese echo sucedió, confirme la percepción de años anteriores a cerca de la cual entendía que cada ser que entraba en una de mis clases o venía por masajes, traía algo para observar de mi mismo por lo cual, siempre sentí gratitud, aunque no todo lo que podía ver de mi en el otro me agradase pues, comprendía no solo la importancia de dicho encuentro sino, lo trascendente que se vuelve reconocer la responsabilidad que en algún grado tengo o tuve sobre la salud de dicha persona ya que y partiendo del principio básico de que todo pensamiento, acción o palabra no queda reducido a su mera expresión sino que, por el contrario, a la larga o a la corta, conllevara alguna consecuencia para mi mismo como para todo lo que me rodea, no puedo menos que aceptar mi juego no siempre favorable en la vida y compensarlo dando lo que a su vez me fue dado que no es otra cosa que amor a través de las disciplinas que aprendo, transmito o enseño pero, recordando que así como yo hago mi parte, vos o el otro, deben ocuparse de hacer la suya y es que, sin el trabajo diario y constante de reconocernos en la inmediatez de ésta respiración, no sera posible ascensión espiritual, corporal o emocional alguna.
En otras palabras, no hay persona con la que te cruces en tu camino que por alguna causa no tenga algo que es tuyo como tuyo de él. Incluyo tanto a las que rechazamos como a las que no.
La práctica que permite poder vernos en el espejo que es ese otro, consiste en que a la hora de ver a ese otro ser, dejes de lado las opiniones o críticas y así, corrida la persona de nuestra implacable mira, solo quedemos nosotros frente a nosotros y nada mas; con lo puesto, con lo que de un modo o u otro hemos podido hacer hasta aquí y así, desnudos de prejuicios y valoraciones incorrectas, mirarnos sin miedo y con la mayor compasión posible para salir a pasear por este mundo fortalecidos, confiados, plenos de amor y serena alegría, que así sea.
Entonces y aceptando mi entera participación en cada uno de los momentos de mi vida y la del otro te digo, LO SIENTO, PERDÓN, TE AMO y GRACIAS, ¿por qué? Por que de una manera o de muchas, todos estamos aquí para evolucionar, elevar nuestro espíritu partiendo del barro de ésta mundanal existencia a veces torpe, temerosa, pequeña, vulnerable o vana pero, a su vez excepcional, única, maravillosa e irrepetible y lo que a mi corresponde, es aportar mi responsabilidad en ello, la responsabilidad de estar conmigo y mis decisiones al igual que estar con vos que también soy yo.
Gassho
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