Ryokan, un maestro del Zen, vivía la vida más simple en una chozuela al pie de la montaña.
Cierto anochecer, un ladrón entró en la choza, sólo para descubrir que nada había en ella para robar.
Ryokan volvió entonces y lo sorprendió.
-Tal vez hayas hecho un largo camino para visitarme – dijo al merodeador-, y no debes irte con las manos vacías. Por favor, acepta mis ropas como un presente.
El ladrón quedó desconcertado.
Tomó las ropas y se fue a hurtadillas.
Ryokan, desnudo, se sentó contemplando la luna.
-Pobre hombre- caviló. Ojalá pudiera darle esa hermosa luna.
Ryokan – Monje Zen 1758 - 1831
Publicado por Claudio
si actuamos como ladrones no somos capaces de darnos cuenta todo lo que podemos tener por nosotros mismos y por amor de los demas
ResponderEliminarQué hermoso relato!!!! Clarísima expresión de prioridades y valores, impresionante, conciso y tan conmovedor. Muchas gracias por compartirlo, besos y abrazos!!!!
ResponderEliminarahhh... algo más... bellísima la imagen!!!!!
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