viernes, 20 de octubre de 2017
Lo que ya somos
Espiritualidad no son tus cuencos, supuestamente tibetanos.
Espiritualidad eran las cacerolas de mi abuela donde cocinaba guisos, pucheros, abrazos y besos.
Espiritualidad no es la estatua de buda comprada en Tailandia para que haga juego con tus sillones de rattan.
Espiritualidad era la radio spica que mi abuelo un cierto domingo apago enojado porque independiente había ganado pero... jugado feo, sin brillo ni poesía.
Espiritualidad no son tus clases de yoga o pilates de velas y cañas importadas de algún spa exclusivo de Belgrano.
Espiritualidad era rolar por las barrancas del parque Lezama envueltos de pasto y carcajadas.
Espiritualidad no es asistir vestida con un sari hindu a la costosa conferencia de algún Guru con título honorario..
Espiritualidad es escuchar, de alma a alma, a tu amigo mientras te habla a tu lado.
Espiritualidad no es acudir a grupos esotéricos de autoayuda.
Espiritualidad es cuando en casa alguien necesitaba una mano y no faltaba vecino que se negase a ofrecerla.
Espiritualidad no es andar colgando en la casa ni en el cuerpo amuletos o talismanes chinos que ayuden a espantar oscuros vientos.
Espiritualidad es mirar la lluvia mojando las baldosas, las hojas del helecho al tiempo que lava los miedos.
Espiritualidad no es danzar extasiado de delirio místico y psicodélico.
Espiritualidad era cuando la chica que tanto nos gustaba, al fin nos dejaba tomarla de la mano para bailar un lento.
Espiritualidad no es comprar por internet técnicas de mindfulness con las que llegues a ser un gran empresario o deportista de elite.
Espiritualidad es mirar a los ojos a tus padres y decirles lo mucho que les agradeces por haberte dado la vida. La vida que ahora te ocuparas de amar y honrar incondicionalmente para luego entregársela a tus hijos sin pedirles nada a cambio.
Espiritualidad no es lo que haces ni lo que tenes; espiritualidad es lo que ahora, exactamente ahora ya sos porque nada te falta. Para descubrirlo no hagas viajes caros y absurdos, ni malgastes tu tiempo y energía en pócimas milagreras; tranquilo,aquieta el andar, respira en la calma de este momento irrepetible y perecedero dejándote mecer por el pulsar infinito y único de un universo que probablemente, jamás llegaras a conocer ni imaginar pero que yace en tus más profundas entrañas y que no es otro que vos mismo hermoso e imperfecto.
Nota: Mi total y más profundo agradecimiento a los Maestros y Maestras que entregaron su vida a cultivar y transmitir las herramientas necesarias de la más excelsa de las espiritualidades que no es otra, que conocerse a uno mismo.
Ellos no hicieron hincapié en la actividad en sí misma convirtiéndola en un producto de mercadeo como si, en el proceso de aprendizaje a través de dichas disciplinas.
Claudio Daniel Rios
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario