martes, 16 de abril de 2019

Lo que importa

"Si hay algo que importa mucho, es porque, al mismo tiempo, habrá algo,que importe nada"





Comentario: Toda vez que definimos algo como importante, estamos dando por sentado que, al mismo tiempo, su contrario y complementario, no lo es.
Algunos ejemplos:

Importa más el incendio de un edificio, que el incendio de bosques que  dan oxígeno  a toda forma de vida sin discriminar credos .
Importa más el precio del dólar que el hambre que ocasiona su especulación.
Importa más  simular que somos  felices en una selfie que ocuparnos en serlo.
Importa más abrir cada veinte metros una cervecería, que contaminar el agua.
Importa más defender ideologías o creencias que vivir a pleno respeto y amor, cada día.
Importa más la ropa de marca que la mano de obra esclava que la realiza.
Importa más hacer mucho ruido donde esconder las miserias, que permanecer en silencio para verlas y limpiarlas.
Importa más mirar la vida de los otros, que ocuparnos de comprender la propia.
Importa más el poder que nos da lo que poseemos, que lo que poseemos (se trate de objetos, títulos universitarios o seres vivos)
Importa más echar culpas, que asumir responsabilidades.
Importa más mirar el celular que a quien tenemos en frente.
Importa más opinar acerca de lo que sea que admitir que no sabemos.

En un sentido práctico, tiene validez considerar importante algunas cosas bajo determinadas circunstancias pero, siempre que no nos olvidemos que todo es relativo e impermanente. Por tal motivo, cabe señalar que, lo importante de hoy, puede bien no serlo en un futuro o, lo que para mí es importante, no necesariamente lo será para los demás.

Más valioso aún es el hecho de comprender que, toda determinación cristalizada, sólo aumenta las diferencias y los conflictos que de ella emanan, algo así como decir: "lo único importante es lo que yo pienso".para luego, atrincherarnos y proteger no tanto la cosa en si, como sí,, lo que de ello obtengo. Y es que, para una mente egoísta, todo objeto, situación  o ser vivo será relevante siempre y cuando, le provea de un sentido de existencia seguro, y controlable.

En consecuencia, lo importante es no quedar atado a esquemas prefijados e inamovibles con qué poner en riesgo la integridad de los demás, aprendiendo a ver las cosas tal cual son según causas y condiciones.

Shodo Rios

martes, 12 de marzo de 2019

Sé como el viento





En un encuentro ente maestro y discípulo, éste pregunto: Maestro, estoy transmitiendo lo que usted me enseño pero, noto que muchas de esas personas no consiguen comprender lo que les brindo y, lo más frecuente es observar que, a pesar de quejarse de sentirse mal y agobiados, en lugar de tomar el camino de sentar en la calma a través de la meditación y aprender a llevar una vida más tranquila y responsable, optan por alejarse bajo mil y un pretextos, para continuar con el sufrimiento que les embarga, ¿acaso hay algo errado en el modo en que transmito dichos conocimientos? Es más, ¿tiene sentido continuar enseñando?

A lo que el maestro contesto: "Si, hay algo errado en ello y es que, de lo único que tenes que ocuparte es de continuar con tu práctica y ofrecer lo que te fue dado sin expectativas o resultados. Actúa como el viento; sopla, pero no arrases. Pasa por todos lados y no te detengas en ninguno. Echa las simientes y alejate que lo demás, no es asunto tuyo".

Pero Maestro, ¿No estamos aquí para ayudar a todos los seres sensibles a despertar? - enfatizo el discípulo.
"Si, por supuesto. Pero no se trata de que adquieran tu despertar sino, en dejar que cada quién halle el suyo. Después de todo, cada ser debe aprender a ver con sus propios ojos, cuando sepa mirar sin usarlos".
El discípulo saludo haciendo una reverencia a su maestro y se retiro en silencio


Comentario: Relato recreado por mi y basado en experiencias  personales, a los efectos de no olvidar hacer sólo la tarea y estar presente en cada momento dejando que, como el viento, todo siga su curso mientras continúo andando.

Shodo Rios

miércoles, 6 de marzo de 2019

Mil palabras





El poema
estaba recostado
sobre una larga madrugada de olvidos,
cuando borracho de desencanto murmuró:
"Veo tantas y tantas tontas fotos
que ahora siento
más que nunca
cuánto valen
aquellas mil palabras".

Despreciadas palabras
por una imagen falaz
que nunca te dejará conocer
el aroma a mentas y jazmines 
que después de la lluvia
emana por los labios
al leerme
Ni a saber lo que es esperar al perfecto amor
detrás de una puerta que jamás se abrió

Por eso
vengo a sacudirte
esa mirada boba y perdida;
hipnotizado bajo las luces ajenas
las que nunca te invitaran a bailar
los sones impredecibles
de la poesía.

Vengo a tu rescate palabra agónica y tierna
de entre tanta pose frenética
encerrada en jaulas
como pájaros
que rompen sus alas
porque no conocen
el verbo volar.

Me propongo desmembrar
la palabra lacerante
y el flash epiléptico
que condena al alma
a una muerte errante

Vengo a desarticular
el reflejo gélido
mal disimulado
y a dejarte a la deriva
de toda voz remanida y esquiva
de todo retrato mimético
para que fotografíes lo que
solo en la oscuridad de tu cuerpo
puede ser revelado.

Vengo
en realidad,
a que te rescates
de la estupidez
a que saltes de esa vitrina virtual
donde liquidas a diario
tu ser.

A que retornes
a la simpleza del pan
y le cuentes a tu niña
de cuando vivías en lejanos bosques
entre dragones, hadas y serafines.

Vine
para que “te vuelvas canción
otra vez”.*

*A Luis Alberto Spinetta

Shodo Rios

sábado, 23 de febrero de 2019

Epifanía





Sentado sobre la arena  a orillas del mar, la playa se abre generosa en una extensa bahía que permite, a esta altura del año, ver al sol postrándose  entre el agua y el cielo, al tiempo que los rojos, naranjas y amarillos, dan su último fulgor escénico  sobre un  espacio esférico donde la luna, transparente, apacible y sin desvelos, aguarda para alzar su vuelo.
Los destellos de luz surfean las crestas de cada  ola y se entre mezclan con la espuma y la maresias. Detrás, como dioses olvidados, los morros se van desmoronando en la oscuridad que no espera y avanza.
Una canción que no distingo, una bocina, el grito de un niño, y de pronto, como toda epifanía que se presenta sin aviso, oigo la voz de alguien que de entre mis átomos grita de inenarrable contento, y dice: ¡Cuan magnifico es todo este vació delante de mis ojos!

Comentario: El vacío o la no forma, es la manera en la que suele definirse a la energía  elemental de la cual emana toda existencia anímica u inorgánica y a la cual remite y se desvanece, una vez concluido su ciclo. Esto, llevo a la comprensión del propio Buda cuando expreso que, todo es vacío o, sin sustancia propia. Todo es transitorio e interdependiente. Aparece, se desarrolla y se torna invisible a nuestros sentidos es decir, no desaparece, se transforma.

Shodo Rios

Publicado por Claudio

viernes, 15 de febrero de 2019

Permiso para festejar





Desde épocas remotas, el ser humano se ha convocado junto a su comunidad para celebrar o conmemorar acontecimientos que hacen a su cultura y acerbo popular como ser, nacimientos, cosechas, muertes, la menarca en las mujeres o la iniciación masculina de la caza en los varones.
También y con profunda gratitud ha rendido honores a la madre tierra o al padre sol. El sentido principal de todo ello nacía de una consciencia planetaria e interdependiente o sea, de saber fielmente que, la propia existencia no era posible sin todos y cada uno de los elementos que la componen como son, el agua, el oxígeno y las planas que lo producen o la luz y el calor de la estrella central de nuestro sistema  que alienta las más variadas formas de vida.

Por razones que escapan a este escrito, sobre todo de espacio y tiempo, cometeré el error consciente de saltear varios pasos, episodios y décadas para llegar a nuestro presente y desde allí, intentar recuperar algo de ese pasado noble y divino del que todos somos parte aunque y, por lo que se ve, muchos han olvidado.
Tanto y tantos lo han olvidado que los “festejos” que hoy se realizan, al menos una buena parte de ellos, han caído en simples objetos de deseo, escapísmo y brutal consumismo semejantes de una humanidad desnaturalizada y superficial.

San Valentín, Hallowen, Navidad, el día del Padre, la Madre y…lo que gusten agregar a la cuenta, se han tornado tan siquiera, en meros pretextos de “juntadas”, compradas y catarsis virtuales de postéos y cadenas en redes sociales y whats app para que, al día siguiente, ni siquiera se recuerde dicho asunto y se huya pronto a ver qué otra cosa el sistema tiene guardado para dárnoslo a la hora que a ellos les conviene (porque hay que asegurarse las ventas y el consumo y para ello se tiene que panificar cuidadosamente el modus operandis que garantice la ganancia segura) y así sentir por un ratito, que se puede derrochar porque “hay permiso para festejar”.
Derrochar dinero, comida, energía, salud y tiempo (que nunca vuelve) porque nos dejan echar mano de ese “permitido” para que lo usemos a nuestras anchas (o, al menos así lo creen muchos) dejando en evidencia varias cosas a saber. Primero, que si hay permitido es porque a lo largo de buena parte del año hay “prohibitivos” Un ejemplo, terminadas las fiestas de fin de año, alguien me pregunta: ¿en esos días no te das un gustito de comer o tomar demás, vos que sos vegetariano?  Tras lo escuchado, respiro, sonrío y contesto, ¿por qué “debería” desbarrancarme esos días, si nunca me prohíbo nada? Solo hago lo que me nace del corazón y eso ayuda a que todo transcurra sin sobre saltos y, mucho menos el tener que apelar a agachadas existenciales frente al verdadero gobernante de una buena parte de la humanidad que es, “el deber ser” y dejando paso nada más que al ser y sus consecuencias.

Segundo, que ese tirano que gobierna llamado “deber ser”, nutrido de culpa y miedo, tiene tanto poder (porque se lo damos) que moldea nuestras vidas sumiéndolas en mandatos de todo tipo como que, si es pascuas hay que comer pescado…Si es el “día del niño”, hay que regalarles juguetes. Si el de la madre, electrodomésticos o celulares última generación para aumentar el auto engaño de, ”todavía estás joven y nunca te vas a morir”…
Más aún, no se te ocurra decir que te vas a “quedar solo” en alguna de esas fechas, porque cunde tal espanto en quien lo escucha que, ni rezar un rosario completo lo calma de no poder tolerar en la soledad elegida sanamente por ese otro, el tener que ver reflejado su propia idea de soledad igual a: desamparo y pánico.
En tercer lugar, siento que si ninguna de las fechas programadas para reverenciar algún suceso determinado existiesen, casi nunca se oiría a alguien decir: "Felicidades", debido más a un "tenemos que saludar", que a un sentimiento genuino por el deseo de bienestar del prójimo.





Creencias, sólo creencias sin sustento verdadero o, si alguna vez lo tuvieron, se perdieron en la larga noche de los tiempos, y... en algún shoping transformándose en puros momentos mercantilistas y banales.
Creencias y “festejos” se atienden con tal automatísmo que asusta ver el alto índice de apatía reinante que deviene en momentos de euforia y arrebato emocional (el día en el que el almanaque da permiso para brindar) para luego, volver al adormecimiento acostumbrado. Ese dormitar que no alienta ni por un instante a preguntarse: “¿qué es todo esto a lo que reacciono sólo porque así se espera que lo haga, sin tomarme un breve lapso para, al menos, averiguar de qué se trata tal evento y confirmar si sinceramente me siento motivado a participar o sea, a accionar desde el corazón y con una mente clara, en lugar de sólo disparar frases hechas y convenientes al sistema de turno?

Celebrar es un rito humano ancestral maravilloso pero, siempre que nazca de un corazón abierto a ofrecer total gratitud; gratitud por existir, por ser y no, porque “debe ser”. No, porque del “tenemos qué”, nada bello surge, sólo obligaciones y un maniqueísmo despiadado que mata el espíritu divino de toda divinidad y lo pone al servicio del mercado (y con él a nosotros) volviéndolo nada más que una imagen petrificada de plástico, o metal o sea, superficial y rígida como el propio humano que adhiere a ello porque así se siente y vive aunque, probablemente, sin saberlo.
Celebrar, recordar (volver al corazón) cuando es desde el corazón, no necesita aspavientos ni fuegos artificiales o si, pero como consecuencia de y no, como resultado que se busca sólo para figurar. Como consecuencia de que se ha podido comprender que, el hecho mismo y crucial de poder estar respirando justo aquí y ahora, gracias a un sinfín de sucesos extraordinariamente encadenados, es, en sí mismo, un milagro inenarrable digno de toda consideración natural y a su vez, sublime.

Por supuesto que en muchos de los rituales antiguos podían encontrarse aspectos supersticiosos a causa de no poseer un mayor conocimiento científico pero, no es menos cierto que cuando la ciencia desentraño algunas de esas cuestiones, lo hizo a costa de mucho desprecio y violencia contra multitud de grupos étnicos los cuales, se vieron inmersos en matanzas, discriminación y usurpación de todo tipo.
Pese a todo, lo que es natural nunca muere del todo y por tanto, en un movimiento siempre cíclico, lo que la noche oscura oculta, la luz de la inteligencia espiritual un día revela.





A estas alturas queda claro que llevo muchos años sin la necesidad, (esa es la palabra correcta, necesidad) de festejar nada que no sienta verdadera y sinceramente, ni siquiera mi cumpleaños. ¿Por qué? Simple, cuando vas transitando la práctica de zazen o Budismo zen, lo que sucede es un continuo soltar todo lo que ya no hace falta. Lo que va sobrando y entonces, la austeridad, no la pobreza, la austeridad, ocupa todo el terreno del cuerpo, la mente y la vida y lo que vamos notando es, como antes señale, que lo que prevalece es una alegría serena de dimensiones inexplicables producto de un amor que late ahora y en este sitio donde la vida me respira envuelta de una gratitud que nada tiene que ver con aspectos morales o religiosos mezquinos del tipo: “decile gracias al señor que es buena educación”. No, la gratitud de la que hablo, es aquella que se manifiesta a causa de saber que, existo porque existís. Y que no existo porque no hay cómo limitar mi ser pues, lo que ves o percibo, es apenas un átomo más de billones de átomos  conformando universos interminables, también.

Si llegaron hasta aquí, por favor, lean un poquito más que me gustaría compartirles, a propósito de celebraciones distorsionadas, lo siguiente.

EL sentido real de la Natividad, no es que ese lugar y día lo ocupe un personaje, (también desvirtuado de su original y que en épocas de hambruna ofrecía ayuda y obsequios a los más necesitados) a los fines de incrementar las ventas a una gaseosa multinacional (observen que está vestido con los mismos colores de dicha empresa cuando, el personaje del que fue plagiado vestía ropas humildes y de color verde) como si, el hecho de recuperar la consciencia de que quién nace ese día, (un día convenido por el emperador Constantino o sea, Jesús no nació un 25 de diciembre) es el niño interior o, la inocencia evolutiva que permita alcanzar a ver y vivir la vida en su máximo potencial de compasión y respeto por parte de cada ser humano. Es decir, la Navidad es un portal, una nueva oportunidad para contactar con tu ser real y natural pero, aprendiendo a hundir las manos en el lodo del ego o del pequeño “yo” y descubrir entonces, quiénes somos en verdad para bien de todos los seres y existencias pasadas, presentes y las por venir.

Pero no, todo termina reducido a un frenesí de compras y atuendos porque va a llegar Papá Noél siempre y cuando, eso sí, te hayas portado bien o sea, hay que negociar el premio tan sólo por el premio en lugar de aprender a actuar correctamente según el orden natural de las cosas creando y criando así, les guste o no a los adultos, a un potencial corrupto que, ahora, aprendió  a que si quiere algo, se lo tiene que ganar mintiendo.
¿No sería más fácil y maravilloso que le ofrezcas un obsequio a tu hijo mirándolo a los ojos porque lo amas?...





Celebrar o no celebrar, no es la cuestión. La cuestión es aprender a hacerlo para bien de todos los seres sensibles y no, porque el calendario te autoriza a que te embriagues, te indigestes, mal gastes y continúes perdurando en un mar de ilusiones y sufrimiento.
Alza una copa, escribí una postal o brinda un abrazo aunando tu corazón al corazón de los que estuvieron antes y al corazón de los que vendrán después porque así, y sólo así, habrás recuperado el valor intrínseco de celebrar la vida en todas sus formas.

Shodo Rios

viernes, 25 de enero de 2019

Caen flores...





Alguna vez el maestro Eihei Dogen, fundador de la escuela de Budismo Soto zen, a la que pertenezco, dijo: "Las flores caen, aunque las amemos; y la hierba crece, aunque no la amemos".

La sentencia, no era una invitación a la resignación sino, a comprender la impermanencia o transitoriedad de toda existencia y también, a que evitásemos apegarnos tanto a lo que amamos como a lo que no y así, evitar el sufrimiento que esto acarrea.
Nos guste o no, toda vez que resistimos o luchamos para que los acontecimientos cuadren según nuestros deseos, sólo obtenemos más de lo mismo, sufrimiento o insatisfacción.

Las dos situaciones a las que Dogen alude, son condiciones naturales y propias de toda expresión de vida como de los objetos inertes que, del mismo modo, se degradan hasta desaparecer. En consecuencia, se trata de aprender a soltar lo que "nos gustaría" para poder ver lo que ocurre en su contexto correcto.
Aceptar lo que ES, justamente, es lo único que hace caer el velo de la ilusión, reconociéndola como tal y así, ver la vida sin maquillaje. Aceptar es todo lo que se precisa para producir el cambio. Aceptar, en última instancia, es la senda por donde la vida se atraviesa apreciando lo que hay, empaparnos de ello para luego, dejarlo continuar su viaje y nosotros el nuestro sin voltear atrás.

Observar sin intervenir, (a esto se le llama zazen o práctica de sentar en la calma y el silencio) no remite a no hacer nada sino, a que una vez captada la realidad y desvestida la ilusión, sintamos la gratitud de poder oler las flores de ese día o, si fuese el caso, arremangarnos para quitar la hierba dejándola a los pies de las flores porque ese es el compost necesario para que ellas crezcan en nuestro jardín y en nuestra alma más bellas y coloridas.
En otras palabras, donde está la vida, está la muerte y, donde se haya el camino, está el caminante.

Gassho

Shodo Rios