Al practicar Zazen, Shiatzu, Chi Kung, Tai Chi,Iaido, I ching, Reiki, puedo ir apreciando que el Do o, camino, como habitualmente se traduce a esta palabra de origen nipón, se va trasando a través de estas disciplinas, durante el tiempo y la dedicación aplicados a ellas y no, como muchos suponen, por el hecho de realizarlas; Es decir, la desinformación o la información no muy precisa acerca de estas artes, suele crear en la mente del común de las personas que ellas, en sí mismas, son el "camino" cuando, en verdad, el camino es quien las practica y sus circunstancias.
No saber apreciar este aspecto tan central en el camino de lo que podemos denominar autoconocimiento, deja al practicante en el umbral superfluo de la lucha por obtener medallas, cinturones o metas que acaban siempre en adornos llenos de polvo en un rincón y un muy seguro destino a la insatisfacción pues, cuando el ego se ceba en sus triunfos y apegos, no podrá aceptar ni sostener saludablemente que un día la vida nos baje del podio.
Toda actividad elegida, cocinar, conducir, sanar, educar, dirigir una empresa o practicar un tipo de arte, por ejemplo, suele tomarse en occidente, a penas como un medio para un fin práctico económico comercial, lo que no deja de ser cierto y necesario, al menos en parte, pero sin percibir que el ojo echado nada más en hacer de cada acción algo utilitario, se priva a sí mismo de poder apreciar que si algo nos atrae para ser desarrollado y aprendido, no debería ser únicamente una estrategia de superviviencia como sí, un vehículo a partir del cual podemos acceder a ese conocimiento íntimo del que hablo líneas arriba. Lamentablemente o no, según se mire, de este lado del globo, rara vez se logra considerar la importancia de este asunto. He visto, no pocas veces a lo largo de mis años de profesor, cuando el oficio o profesión ya no pueden realizarse por las razones que fueran, cómo la persona termina sumida en angustia o depresión porque no logra encontrarle sentido a una vida que la mayor parte del tiempo estuvo al servicio del mundo externo, sobre identificado con "Ser lo que se hace o tiene" sin haber podido comprender que era eso de; "no sólo de pan vive el hombre".
Cuando el camino carece del Do, del que estas artes nos hablan, es muy similar a un cuerpo que carece de alma. Motivo suficiente para observar desde dónde hemos escogido lo que realizamos para saber diferenciar lo meramente sustentable de lo que nos permite transformar nuestra vida de un modo conciente, profundo y asertivo.
Esto es posible comprenderlo cuando logramos sentir que lo que hacemos es para hacernos o, para deshacer lo que sobra y cultivar así el verdadero DO en cada uno. Por lo tanto, más importante que lo que hacemos, es saber para qué y, si hay corazón o no en nuestra faena porque de estar ausente, sólo experimentaremos pesar, obligación y frustración.
Amar lo que hacemos, por muy simple que sea lo que hagamos como doblar la ropa, cebar un mate, barrer el suelo o leer un libro, es el DO, el camino real, el espíritu de los ancestros revitalizado en cada centímetro cuadrado de nuestro SER.
Antes de concluir, me permito darles una sugerencia a propósito de lo que aquí escribo, cuando surja la pregunta: ¿Quién soy? o, ¿Para qué estoy en este mundo? vean la película Kung Fu panda 3. Presten atención a cuando su protagonísta entra en ese laberinto para poder responder a esa cuestión tan esencial y sorpréndanse con el resultado. Quizás, les ayude a conocer que no se es lo que se hace, ni lo que se tiene, se ES, bueno, ya lo sabrán ustedes cunado ese momento les toque el pecho y las tripas....Gracias
Daniel Shodo
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