domingo, 5 de enero de 2020

En el país de la palabra






En el país de la palabra, toda metáfora fue abolida por insensata.
Cada sujeto, fue enumerado y anotado en una extensa nómina como anónimo.
Los puntos y las comas fueron barridas por el apuro
Y aseguran que el predicado anda por ahí, hablando solo y sin cura.

Al relato lo derroco un monosílabo
y el sustantivo, tan seguro de SER, se vio forzado a declinar ante el grito.
El resumen se convirtió en un indigente emoticón y la síntesis enmudeció ante el gesto torpe de cierto dedo.
La novela ceso a todos sus personajes por un par de labios hinchados y algún que otro trasero.
El cuento fue degradado a un vulgar chiste; y el chiste se rio por des...contado.

El ensayo quedó sin presupuesto con que considerar reflexiones e ideas.
Y cuentan que hubo rebelión entre antónimos que intentaron hacer sucumbir a los sinónimos a que se conviertan en parónimos porque al parecer, todo se parece y da lo mismo.
El verbo fue conminado a sólo hacer y tener. Cualquier otra acción, sería reprimida.
Las letras se ahogan en sopas donde toda oración, ha sido horadada.

La poesía tiene pedido de captura en varios continentes y cafés literarios por sediciosa, subversiva y por tener la osadía de liberar a la prosa de quedar cautiva de cualquier idiota canción de moda.

En el país de la palabra, a penas unas pocas siguen palabreando como ecos cayendo por una cascada de balbuceos sin corazón ni sentido; otras, andan despreocupadas y sueltas de acentos, encubiertas detrás de un pronombre que se conoce como, “che, boludo”, luego que la gramática fuera tachada por decreto y la ortografía ya nadie recuerde cómo se escribe.

Torturada en las escuelas, rebajada en las redes a una fotografía sin adjetivo ni paisaje, quedo la palabra a la deriva dentro de un charco barroso de onomatopeyas, donde la conjunción es una utopía y la preposición un desatino imperdonable.

Se exigió en sucesivas misivas que argumentasen cuál era su prosapia para ordenar tanto desdecir, pero las cartas fueron devueltas al remitente porque nadie supo a quién se referían con prosapia…,

Pese a todo, me contenta saber que aún nos queda la paráfrasis para echar una ojeada, en un último intento por comprender tamaña invasión iletrada. Y, sobre todo, el contrabando de lexemas entre los que no nos rendimos a ver muerta la voz ni la escritura que, como mínimas palabras de riqueza proverbial, contienen el espíritu de toda dicción y el ánima para cultivar los versos que el amor, la vida y la muerte, nunca callan ni soslayan.

Shodo Rios

Comentario: Más allá de la humorada del texto, lo que intento es recalcar la importancia que va teniendo en el funcionamiento del cerebro y en el tipo de sociabilidad que vamos generando, la disminución y pobreza del lenguaje cotidiano como también, el uso inapropiado de ciertas palabras que se mencionan más por moda que por un sentimiento genuino como ser, "todo bien" o, "es lo que hay". 

Se sabe, científicamente hablando que, el uso de palabras mayormente negativas, disminuyen el coeficiente intelectual es decir, la capacidad de pensar y reflexionar de modo crítico y constructivo.
Por el contrario y, sin la necesidad de palabras rebuscadas o frases grandilocuentes, un vocabulario positivo pero, cargado de sinceridad, no solo enriquece el modo de comunicarnos verbalmente también, aumenta la capacidad de ponernos en el lugar del otro y acompañarlo.

Por lo tanto, repensar el modo en el que usamos las palabras, recordando que por sí solas son huecas o sea, si no se acompañan de un sentimiento determinado las palabras nadad dicen por sí solas, amén de su significado pues, lo que buscamos decir es, precisamente, lo que sentimos y no únicamente, lo que la palabra quiere significar.

Claudio Daniel Rios

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