¿Cómo es este instante? ¿Este milisegundo en el que nada hay para hacer, para decir o desear? Donde la vista se acurruca entre las hojas del árbol, una música se desliza leve, por el espacio hasta penetrar el cuerpo que no se resiste ni se apropia; donde los pensamientos surcan el cielo mental pero no impiden que el sol ilumine el patio y el rostro de ella, y donde la respiración se columpia entre la vida y la muerte.
¿Cómo es este perpetuo devenir cuando la voluntad está de franco? O, cuando alcanza con el fresco de la baldosa en los pies, la piel desnuda de todo rubor; cuando la columna, erguida por un rosario de caricias ancestrales, sostiene la sonrisa sin motivo de tu niño. Y entonces, me pregunto: si el niño ha asomado de entre los huesos transitados, ¿qué más da saber cómo, si ya se ha retornado?.
Shodo Rios
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