domingo, 18 de noviembre de 2018

Oro, semillas e incienso





En ocasiones, se arrojan monedas de oro al fondo de un estanque, donde los peces ignoran su brillo y aún más, su valor. En otras, sólo basta una de esas monedas para dar con el maestro correcto y saber, que se a pagado el más honorable precio por la enseñanza recibida.

Hay días en los que las semillas se topan con rocas sólidas, impenetrables. Y hay de esos otros días, en los que quedamos maravillados ante una flor nacida en medio de un páramo perdido y olvidado.

No siempre que se enciende un incienso se logra purificar el rancio aroma del mercado. Pero se, con la confianza que se labra de zazen en zazen, que ninguna pestilencia puede ahogar la fragancia de quien ha despertado.

Shodo Rios


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