Idiotizados en ideales e idolatrías, no logramos ver que la flor no es bella por su forma y color sino, por su fragilidad, de la que emana lo que la vuelve contundente, la vida.
Comentario: Ocupamos tanto tiempo en depositar nuestras esperanzas en ídolos o "salvadores", que cuando estos, por su propia naturaleza humana evidencian sus carencias y miserias, lo que termina por indignarnos, no es tanto su frágil condición sino, la nuestra. Esa vulnerabilidad de la que buscamos escapar pero, huyendo hacia adelante.
Recordemos que Jesús y Buda, fueron muy claros al respecto: "No vinieron para que se los adorase ni a salvarnos sino, a que aprendiésemos a SANARNOS:
Shodo Rios
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