viernes, 2 de agosto de 2013

Esta tierra es hermosa







Arrullado por el río de las palabras que surgen del manantial del alma, he venido andando un cause sin más guía que la voz del corazón y la luz de una poética bordada de pájaros, sudor, tierra y canto; así, por que sí nomás y sin que medie otra cosa más que el encanto que esos poetas me han producido desde otros tiempos y verdades hasta este hoy, donde por amor y gratitud a todos ellos me largo a su encuentro y a sus vidas que bien han sabido ser arte y parte de tantos suelos cercanos y distantes.

Sé que de algún modo, esas visitas las hago en compañía de quienes aman la palabra certera y los silencios mansos, por ello traigo en las alforjas estos versos que ha estas alturas ya son de todos como del mar y los cielos.



El Gozante

Me dejo estar sobre la tierra por que soy el gozante.
El que bajo las nubes se queda silencioso.
Pienso: si alguno me tocara las manos
se iría enloquecido de eternidad,
húmedo de astros lilas, relucientes.
Estoy sólo de espaldas transformándome.
En este mismo instante un saurio me envejece y soy leña
y miro por los ojos de las alas de las mariposas
un ocaso vinoso y transparente.

En mis ojos cobijo todo el ramaje vivo del quebracho.
De mi nacen los gérmenes de todas las semillas y los riego llorando con rocío.

Sé que en este momento, dentro mío,
nace el viento como un enardecido río de uñas y de agua.
Dentro del monte yazgo preñado de quietudes furiosas.
A veces un lapacho me corona con flores blancas
y me bebo esa leche como si fuera el niño más viejo de la tierra.

Miro los cachos del banano,
veo arañar sus dulces dedos de oro
y en las sandías
los genitales verdes del verano llenan mi corazón de poblaciones.
Siento que estoy tapado de luciérnagas
y que en mi pelo crece la niñez del relámpago.

Lo que pisa mi pie igual que arena lo traga para siempre.
La sombra de los pájaros es como un agua negra que acaricia mi nuca.
Una hormiga me deja su ají breve en la boca
y me voy a los tumbos en la noche
por el agujereado camino de los sapos.
¿quién me arrima la paz de la tortuga?
¿quién desempoza el tiempo de su cáscara?

Soy el que por la piedra lechosa del quirquincho
bebe en miel las abejas
como el rocío maduro de la música
¿a dónde irán mis ojos llenos de hojas?
¿por dónde en ellos vagara el cielo yéndose?

Me mira Dios y sé que aquí, yaciendo
lo estoy haciendo despaciosamente.

De cara al infinito
siento que pone huevos sobre mi pecho el tiempo.
Si se me antoja, digo, si esperase un momento
puedo dejar que encima de mis ingles 
amamante la luna sus colmillos pequeños.

Miren mis ojos cuando yo estoy pensando a ver si es que les miento.
Zorros las colas como cortaderas,
gualacates rocosos,
corzuelas con sus ángeles temblando a su costado,
garzas meditabundas,
yararás depielándose,
acatancas rodando la bosta de su mundo,
todo eso está en mis ojos que ven mi propia triste nada y mi alegría.

Después, si ya estoy muerto
échenme arena y agua así regreso.

Manuel J. Castilla - Cantos del Gozante - 1972





El "barba Castilla", nace en Cerrillos, Salta - Argentina - en 1918 y fallece en 1980.
Poeta, periodista, autor de numerosas obras folclóricas  como: "La pomeña", "Balderrama" entre otros. Fuertemente ligado a la cultura de su región. Manuel Castilla  también supo ser la voz de los obreros y los trabajadores rurales.
Entre sus obras literarias se destacan: "Agua de lluvia" 1941, su primer libro."Copajira" 1946. "Cantos del gozante" 1972.
De sus muchos premios literarios se recuerda el que recibiera en 1957: "Premio Regional de poesía del Norte" por su libro "Norte". 
Premio de Honor de la sociedad Argentina de escritores de 1970/72
Primer premio Nacional de poesía del Ministerio de cultura de la Nación 1973/75.

Publicado por Claudio








2 comentarios:

  1. Jamás leo las poesías una sola vez.Leo y releo ,como en un viaje donde hago muchas paradas.Me detengo , observo,respiro ,disfruto,me conmuevo.
    Cada palabra,cada frase ,está puesta en el camino que recorro .No prestarle atención es como quedarme dormida.
    Leo ésta y me enseña ,me cuenta de una fauna que desconozco ,entonces investigo y descubro que no habla de depredadores extranjeros.Me señala lo autóctono.
    Sigo leyendo y siento a un hombre compenetrado con su ser y en él me reconozco como humano.Tanto en el viaje como en el regreso con su fe en el pedido que le echen arena y agua.
    En este viaje encontré el ropaje de las palabras que me cobijaron porque me entregué para que me cubrieran y fuí una más de las gozantes.
    GRACIAS ,ABRAZOS

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