viernes, 25 de febrero de 2011
viernes, 18 de febrero de 2011
Todos Somos Uno
Decir la palabra agua no calma la sed.
Cuando pronunciamos la palabra agua pensamos: viene del río; pero el agua no es sólo el río, también es la montaña, el manantial, la orilla. El agua son las rocas, los bosques que la circundan, los animales y los insectos.
El agua es el mar y el pez; es la espuma, la ola y la arena.
El agua es el horizonte, el cielo, el sol que la evapora y la nube de la que cae la lluvia.
El agua sos vos y soy yo que somos agua.
El agua somos todos que somos uno en perfecta interdependencia.
Así es que, fiados de la palabra, hemos perdido la capacidad de sentir directamente el agua en todos sus aspectos hasta el extremo de no respetarla, no cuidarla, envenenándola para nosotros y todo cuanto tiene vida. Esta es la ignorancia, destructividad y sufrimiento de la mente que discrimina y se queda con lo que quiere en el momento, sin caer en la cuenta de que no hay actos aislados sino rosarios, cascadas.
Cuando pronunciamos la palabra agua pensamos: viene del río; pero el agua no es sólo el río, también es la montaña, el manantial, la orilla. El agua son las rocas, los bosques que la circundan, los animales y los insectos.
El agua es el mar y el pez; es la espuma, la ola y la arena.
El agua es el horizonte, el cielo, el sol que la evapora y la nube de la que cae la lluvia.
El agua sos vos y soy yo que somos agua.
El agua somos todos que somos uno en perfecta interdependencia.
Así es que, fiados de la palabra, hemos perdido la capacidad de sentir directamente el agua en todos sus aspectos hasta el extremo de no respetarla, no cuidarla, envenenándola para nosotros y todo cuanto tiene vida. Esta es la ignorancia, destructividad y sufrimiento de la mente que discrimina y se queda con lo que quiere en el momento, sin caer en la cuenta de que no hay actos aislados sino rosarios, cascadas.
Todo está interrelacionado. Todo es interdependiente. Todo es Uno
Texto basado en los comentarios del Maestro Zen Soko Daido, sobre la interdependencia.
Publicado por Claudio
Texto basado en los comentarios del Maestro Zen Soko Daido, sobre la interdependencia.
Publicado por Claudio
viernes, 11 de febrero de 2011
Crisis Depurativas
La flor de loto está asociada desde muy antiguo con pureza, divinidad, riqueza, fertilidad y longevidad, entre otras cosas.
Haciendo un paralelismo con nuestra condición humana, podríamos decir que, así como ella emerge de la oscuridad de las aguas pantanosas, irguiéndose a través de su tallo hasta alcanzar la belleza que claramente se observa en sus pétalos, nosotros, humanos, también podemos alcanzar ese estado reconociendo nuestra verdadera naturaleza yaciendo en las profundidades de nuestra ignorancia o impureza egótica, pues, como la flor de loto, también poseemos tal condición verdadera, o para mejor decir, eso es lo que en realidad somos.
Purificarnos, acceder al redescubrimiento de nuestra naturaleza esencial requiere una guía competente, interés, decisión, perseverancia, paciencia, capacidad de observación sin crítica o juicio, entre otras virtudes. Por lo tanto, podemos comenzar por ocuparnos en quitar o desaprender aquellos hábitos rígidos y caducos que entorpecen el camino.
Cuando las enquistadas costumbres van siendo removidas, es importante prestar atención a lo que ocurre durante esos períodos de depuración promovidos tanto por los cambios en nuestra alimentación, esto es, pasar de una dieta principalmente cárnica a una vegetariana, como en las primeras fases de alguna actividad o disciplina física luego de mucho tiempo de sedentarismo.
Por lo que nos será aconsejable saber y no olvidar que seguramente vamos a encontrarnos con algunas crisis depurativas. La cantidad, duración e intensidad de las mismas dependerán de muchos factores. Veamos primero qué quiere decir eso de crisis depurativas.
Cuando una persona ha comido durante muchos años “como todo el mundo”, es decir, le ha introducido a su organismo toda clase de toxinas. Cuando, además, ha consumido fármacos cada vez que se sentía enferma, o inclusive ha movido su cuerpo apenas para lo esencial y rutinario, su vitalidad ha ido mermando poco a poco y su cuerpo ha reaccionado con síntomas diversos (fiebre, catarro, cansancio, nerviosismo, etc.) que se han abortado, se han curado, sin prestar atención a las causas que los producían.
Al cambiar su alimentación y sus hábitos de vida, al dejar de consumir fármacos al menor síntoma, e incluir actividad física, su organismo aumenta su vitalidad, su energía.
Dicha energía vital el cuerpo la va a emplear en restaurar sus órganos, aparatos y sistemas. Lo primero que se produce es una movida de los tóxicos que se van a ir desincrustando de donde se encontraban para buscar las vías de salida mediante alguno de los canales de excreción del cuerpo. Esto puede producir síntomas de malestar, fiebre, cansancio, nerviosismo, dolor de cabeza, catarro, etc., que indicarán que la sabiduría interna del propio organismo está haciendo su trabajo de restauración, de ajuste, de regeneración. Si comprende esto, el neófito no se asustará, ni pensará que se siente mal porque le falta la carne o está mal alimentado, o que el ejercicio “no me sirve”, sino que le ayudará a su cuerpo en dicho trabajo, no interfiriéndolo, con más descanso, menos alimento y, sobre todo, con la seguridad y confianza en sus propias fuerzas regeneradoras.
Aprenderá a no ver la enfermedad como algo malo contra lo que hay que luchar, sino como un aviso para tomar conciencia de que es necesario cambiar, ya sea física o psíquicamente.
Si la persona persiste en una buena conducta emprendida, el vigor irá cada vez en aumento y su energía vital será cada vez mayor. Eso no le permitirá volver a sus malos hábitos impunemente, sino que, si da un paso atrás, su naturaleza le avisará con diferentes síntomas o crisis. Si resiste en cuidarse cada vez más y mejor, en el momento en que baje en su interior el nivel de tóxicos, de vez en cuando o cada vez que el nivel tienda a aumentar, tendrá algunas crisis depurativas que le ayudarán a “quemar” o eliminar dichas toxinas. De esta forma natural en que irá reaccionando su cuerpo, tendrá, cuando éste lo crea necesario, crisis agudas, pero se liberará de las crónicas, las degenerantes.
Las enfermedades crónicas son el resultado de haber ido abortando, paralizando o curando diversas enfermedades agudas.
Al haber sido, una y otra vez, suprimidas con fármacos, el organismo cede, se da por vencido, no le quedan fuerzas para desencadenar procesos agudos que le ayudarían a liberarse de sus venenos, y se habitúa a vivir con ellos, es decir, queda establecida la enfermedad crónica. Enfermedad que ya no será capaz de eliminar ninguna clase de medicamentos, pero que puede regenerarse si la energía del paciente no está demasiado mermada.
Todo lo concerniente al proceso de cambio y depuración por el que transite la persona será redituable siempre y cuando exista o se vaya construyendo una mentalidad paciente, tolerante y perseverante, luego de que el practicante de una vida saludable haya podido aprender que para llegar de la salud a la enfermedad crónica, pasó por la enfermedad aguda. Y que ahora el proceso será el contrario: pasará de la enfermedad crónica a la salud, pero atravesando, inevitablemente, procesos agudos. Si esto lo ha comprendido, no se asustará cuando llegue la crisis, el cambio, sino todo lo contrario, se pondrá contento al comprobar que su organismo ya tiene suficiente energía como para poder provocar crisis depurativas.
Suele suceder que las primeras veces que la persona hace monodietas (sólo frutas, verduras, jugos, agua) o pequeños ayunos de sólo 24 a 36 hs., aparezcan pequeñas crisis depurativas que le pueden producir náuseas, cefaleas u otro malestar. En la medida en que se persista en tan benéfica práctica, dichas molestias no sólo desaparecerán, sino que ese día se experimentará un bienestar desconocido hasta entonces.
Si bien mi interés en esta nota es hacer hincapié en la depuración alimenticia, vale mencionar que ocurre mucho de lo aquí expresado cuando nos proponemos realizar actividades físicas. No ahondaré en la cuestión, pero sí quiero señalar que los síntomas habituales de: dolor de cabeza, tensión, cansancio, etc., pueden verse aumentados en los primeros días de la práctica como consecuencia de una resistencia que el cuerpo experimenta ante el cambio que queremos lograr a causa del exceso de toxinas acumuladas durante meses o incluso años.
De ahí que suelo sugerir que cada persona organice equilibradamente y con buen asesoramiento los pasos a seguir en los cambios que se desean hacer, tanto en lo concerniente a la alimentación como a la actividad física. A todo esto es indispensable sumarle una tercera parte a la cuestión como es el descanso, tema que abordaré en otro artículo.
Por último, tengamos en cuenta que tanto podemos ser personas que sólo quieren curarse, o sea, que otro se ocupe de nuestra salud a base de medicamentos, o por el contrario, ser seres humanos sanadores, es decir, hacernos cargo por nosotros mismos de todo aquello que contribuya con un verdadero, responsable, maduro y sostenido bienestar.
La flor de loto surge de la inmundicia, de la profunda oscuridad, recordando la condición del hombre: hecho de material corrompible, su ser puede elevarse hacia planos sublimes.
Fuente consultada: Carmen Caraballo Ortega
Publicado por Claudio
Haciendo un paralelismo con nuestra condición humana, podríamos decir que, así como ella emerge de la oscuridad de las aguas pantanosas, irguiéndose a través de su tallo hasta alcanzar la belleza que claramente se observa en sus pétalos, nosotros, humanos, también podemos alcanzar ese estado reconociendo nuestra verdadera naturaleza yaciendo en las profundidades de nuestra ignorancia o impureza egótica, pues, como la flor de loto, también poseemos tal condición verdadera, o para mejor decir, eso es lo que en realidad somos.
Purificarnos, acceder al redescubrimiento de nuestra naturaleza esencial requiere una guía competente, interés, decisión, perseverancia, paciencia, capacidad de observación sin crítica o juicio, entre otras virtudes. Por lo tanto, podemos comenzar por ocuparnos en quitar o desaprender aquellos hábitos rígidos y caducos que entorpecen el camino.
Cuando las enquistadas costumbres van siendo removidas, es importante prestar atención a lo que ocurre durante esos períodos de depuración promovidos tanto por los cambios en nuestra alimentación, esto es, pasar de una dieta principalmente cárnica a una vegetariana, como en las primeras fases de alguna actividad o disciplina física luego de mucho tiempo de sedentarismo.
Por lo que nos será aconsejable saber y no olvidar que seguramente vamos a encontrarnos con algunas crisis depurativas. La cantidad, duración e intensidad de las mismas dependerán de muchos factores. Veamos primero qué quiere decir eso de crisis depurativas.
Cuando una persona ha comido durante muchos años “como todo el mundo”, es decir, le ha introducido a su organismo toda clase de toxinas. Cuando, además, ha consumido fármacos cada vez que se sentía enferma, o inclusive ha movido su cuerpo apenas para lo esencial y rutinario, su vitalidad ha ido mermando poco a poco y su cuerpo ha reaccionado con síntomas diversos (fiebre, catarro, cansancio, nerviosismo, etc.) que se han abortado, se han curado, sin prestar atención a las causas que los producían.
Al cambiar su alimentación y sus hábitos de vida, al dejar de consumir fármacos al menor síntoma, e incluir actividad física, su organismo aumenta su vitalidad, su energía.
Dicha energía vital el cuerpo la va a emplear en restaurar sus órganos, aparatos y sistemas. Lo primero que se produce es una movida de los tóxicos que se van a ir desincrustando de donde se encontraban para buscar las vías de salida mediante alguno de los canales de excreción del cuerpo. Esto puede producir síntomas de malestar, fiebre, cansancio, nerviosismo, dolor de cabeza, catarro, etc., que indicarán que la sabiduría interna del propio organismo está haciendo su trabajo de restauración, de ajuste, de regeneración. Si comprende esto, el neófito no se asustará, ni pensará que se siente mal porque le falta la carne o está mal alimentado, o que el ejercicio “no me sirve”, sino que le ayudará a su cuerpo en dicho trabajo, no interfiriéndolo, con más descanso, menos alimento y, sobre todo, con la seguridad y confianza en sus propias fuerzas regeneradoras.
Aprenderá a no ver la enfermedad como algo malo contra lo que hay que luchar, sino como un aviso para tomar conciencia de que es necesario cambiar, ya sea física o psíquicamente.
Si la persona persiste en una buena conducta emprendida, el vigor irá cada vez en aumento y su energía vital será cada vez mayor. Eso no le permitirá volver a sus malos hábitos impunemente, sino que, si da un paso atrás, su naturaleza le avisará con diferentes síntomas o crisis. Si resiste en cuidarse cada vez más y mejor, en el momento en que baje en su interior el nivel de tóxicos, de vez en cuando o cada vez que el nivel tienda a aumentar, tendrá algunas crisis depurativas que le ayudarán a “quemar” o eliminar dichas toxinas. De esta forma natural en que irá reaccionando su cuerpo, tendrá, cuando éste lo crea necesario, crisis agudas, pero se liberará de las crónicas, las degenerantes.
Las enfermedades crónicas son el resultado de haber ido abortando, paralizando o curando diversas enfermedades agudas.
Al haber sido, una y otra vez, suprimidas con fármacos, el organismo cede, se da por vencido, no le quedan fuerzas para desencadenar procesos agudos que le ayudarían a liberarse de sus venenos, y se habitúa a vivir con ellos, es decir, queda establecida la enfermedad crónica. Enfermedad que ya no será capaz de eliminar ninguna clase de medicamentos, pero que puede regenerarse si la energía del paciente no está demasiado mermada.
Todo lo concerniente al proceso de cambio y depuración por el que transite la persona será redituable siempre y cuando exista o se vaya construyendo una mentalidad paciente, tolerante y perseverante, luego de que el practicante de una vida saludable haya podido aprender que para llegar de la salud a la enfermedad crónica, pasó por la enfermedad aguda. Y que ahora el proceso será el contrario: pasará de la enfermedad crónica a la salud, pero atravesando, inevitablemente, procesos agudos. Si esto lo ha comprendido, no se asustará cuando llegue la crisis, el cambio, sino todo lo contrario, se pondrá contento al comprobar que su organismo ya tiene suficiente energía como para poder provocar crisis depurativas.
Suele suceder que las primeras veces que la persona hace monodietas (sólo frutas, verduras, jugos, agua) o pequeños ayunos de sólo 24 a 36 hs., aparezcan pequeñas crisis depurativas que le pueden producir náuseas, cefaleas u otro malestar. En la medida en que se persista en tan benéfica práctica, dichas molestias no sólo desaparecerán, sino que ese día se experimentará un bienestar desconocido hasta entonces.
Si bien mi interés en esta nota es hacer hincapié en la depuración alimenticia, vale mencionar que ocurre mucho de lo aquí expresado cuando nos proponemos realizar actividades físicas. No ahondaré en la cuestión, pero sí quiero señalar que los síntomas habituales de: dolor de cabeza, tensión, cansancio, etc., pueden verse aumentados en los primeros días de la práctica como consecuencia de una resistencia que el cuerpo experimenta ante el cambio que queremos lograr a causa del exceso de toxinas acumuladas durante meses o incluso años.
De ahí que suelo sugerir que cada persona organice equilibradamente y con buen asesoramiento los pasos a seguir en los cambios que se desean hacer, tanto en lo concerniente a la alimentación como a la actividad física. A todo esto es indispensable sumarle una tercera parte a la cuestión como es el descanso, tema que abordaré en otro artículo.
Por último, tengamos en cuenta que tanto podemos ser personas que sólo quieren curarse, o sea, que otro se ocupe de nuestra salud a base de medicamentos, o por el contrario, ser seres humanos sanadores, es decir, hacernos cargo por nosotros mismos de todo aquello que contribuya con un verdadero, responsable, maduro y sostenido bienestar.
La flor de loto surge de la inmundicia, de la profunda oscuridad, recordando la condición del hombre: hecho de material corrompible, su ser puede elevarse hacia planos sublimes.
Fuente consultada: Carmen Caraballo Ortega
Publicado por Claudio
viernes, 4 de febrero de 2011
Dieta Vegetariana
Tal vez usted o ustedes tengan la intención de comenzar una dieta vegetariana y no tengan muy claro por dónde hacerlo. Entonces, quiero sugerirles que lean este artículo y lo tomen como referencia o punto de partida para poder dar los primeros pasos hacia el vegetarianismo, sin que por ello descarten toda la información y asesoramiento que necesiten obtener durante el proceso, siempre que provenga de manos competentes en la materia.
Lo primero que quiero remarcar es que ningún cambio debe realizarse de manera compulsiva o abrupta, pues no olvidemos que su cuerpo está habituado a comer durante años de una única forma, por lo cual es preciso ir dándole el tiempo necesario para que las modificaciones se realicen lentamente y sin mayores sobresaltos.
En primer lugar, necesitan saber que son muchos los alimentos asociados a una dieta vegetariana, no sólo lechuga, tomate o arroz, que, quizás por desconocerlos, no los han probado o a la vista no les aparecieron apetitosos o peor aún, imaginaron o supieron de la laboriosidad de su preparación y por éstas y otras razones no se han decidido aún por el cambio. Pues bien, todo aprendizaje en sus comienzos puede presentar algunas dificultades que hagan más problemático el pasarnos al vegetarianismo, sobre todo si vamos a dejar de comer carne, pollo e incluso pescado. Por eso, y por otras tantas causas, trataré de darles aquí algunos lineamientos que alisen el camino y mejor aún, lo vuelvan verdaderamente gustoso y saludable.
Comencemos por: Una dieta equilibrada vegetariana
Esto significa obtener a través de la alimentación la cantidad de nutrientes que nuestro organismo necesita cada día para su óptimo funcionamiento. Con una dieta vegetariana es posible obtener las proteínas, hidratos de carbono, grasas, y todas las vitaminas y minerales indispensables si se combinan acertadamente los alimentos.
Recetas sencillas
Hay muchas recetas vegetarianas sencillas de hacer que requieren poco tiempo y dedicación, y por las que se puede comenzar a disfrutar de nuevos platos, pero sin agobiarse en la cocina. Como ejemplo, se pueden preparar las verduras en la parrilla, al lado del asadito de los amigos a parientes, y sumarle alguna ensalada que incluya semillas (almendras o sésamo) o cereales, como el arroz integral, y así empezar a dar los primeros pasos en esta dieta a base de vegetales, frutas, legumbres, etc.
Hoy día contamos con el invalorable aporte de internet para encontrar en sus muchos sitios de comidas sanas, infinidad de recetas fáciles, ricas y nutritivas.
El valor de los alimentos de temporada
Las frutas y hortalizas de temporada son las más convenientes para el consumidor. Consiguen su desarrollo óptimo y son no sólo más nutritivas sino más beneficiosas si crecen en la época que marca su calendario natural (sobre el final del artículo agregaré un lista de frutas y verduras de estación). Por otro lado, resultan más económicas, y su calidad organoléptica – sabor, aroma, textura - , según aseguran los especialistas en gastronomía, es también mejor. Al mismo tiempo, consumiendo productos de estación, contribuimos a respetar el ciclo natural de producción, lo que conlleva una positiva repercusión en el medio ambiente.
Alimentos integrales
Un alimento integral, como alimento menos procesado, conserva mayor cantidad de vitaminas, minerales y fibra, mientras que su valor energético es similar respecto a su equivalente normal. Sustituir la pasta, el arroz, la harina por sus versiones integrales es una selección sana y nutritiva. Como dije al comienzo de la nota, los cambios deben ir haciéndose poco a poco, para poder así acostumbrarse a los nuevos sabores y texturas.
Combinar acertadamente los vegetales
Es una buena manera de conseguir proteínas tan completas como las encontradas en huevos, carnes o lácteos, que contienen todos los aminoácidos esenciales que el organismo requiere para formar sus propias proteínas. Las legumbres – salvo la soja – son deficitarias en el aminoácido esencial metionina, así como los cereales lo son en lisina. Al combinar en un mismo plato a lo largo del día legumbres con cereales – por ejemplo, lentejas y arroz – o frutos secos con cereales – ejemplo, ensalada de pastas y nueces -, se obtienen todos los aminoácidos esenciales constitutivos de las proteínas.
Huevos
Las conclusiones científicas desarrolladas en la última década no dejan lugar a dudas: el huevo es un alimento muy completo y saludable, de buena relación calidad-precio y excelentes cualidades nutricionales. En ellos se encuentran las proteínas de mayor valor biológico, más completas incluso que las de la carne, el pescado o los lácteos.
Se pueden consumir hasta 4 o 5 veces por semana sin riesgo alguno. De todos modos, repito una vez más lo de hacer los cambios paulatinamente y buscando asesoramiento con un nutricionista o médico si fuera necesario.
Aprovechar el valor de los frutos secos
Su elevada y saludable concentración de nutrientes – grasas saludables – ácidos grasos esenciales, proteínas, fibras, minerales como magnesio, fósforo, calcio, potasio, cinc, selenio y hierro (aunque de peor absorción, por lo que se aconsejan a la hora de consumir alimentos que contienen hierro, comer vegetales o alimentos con vitamina C para su mejor asimilación) y vitaminas (B1, B3, folatos y vitamina E) convierte a los frutos secos en un complemento esencial en la dieta.
Conviene consumirlos al natural y se pueden mezclar muy bien con diferentes tipos de ensaladas, cremas, hamburguesas vegetales, frutas naturales o yogures.
Aderezos y otros condimentos nutritivos
Para hacer más nutritivos y sabrosos nuestros platos, se pueden incluir aderezos y condimentos fáciles de encontrar en las tiendas de alimentación naturista, y alguno incluso en supermercados. La levadura de cerveza y el germen de trigo son componentes nutritivos que combinan muy bien con zumos o ensaladas.
Las semillas de sésamos resultan un acierto si se suman a las ensaladas, arroz o pastas.
Con respecto a las algas, conviene asesorarse bien para su uso, pero son un componente formidable en sales minerales; espolvoreadas, por ejemplo, en pastas, arroces y ensaladas. En algunos casos, sustituye muy bien a la sal, pero si se desea usar este producto, les aconsejo que sea sal marina, pues contiene las cantidades necesarias de minerales indispensables para nuestro organismo.
Incluiré en esta lista los alimentos germinados, como los brotes de soja o alfalfa, sí, alfalfa, y tranquilos, que no van a relinchar, los que bien pueden usarse en ensaladas y otras preparaciones, dándoles un gusto agradable.
Aceites
No voy a extenderme en este punto, pero sí quiero destacar que lo verdaderamente importante y saludable es utilizar únicamente los aceites de primera prensada en frío, ya que conservan todos sus componentes biológicos intactos, como los oligoelementos, no ocurriendo lo mismo con el aceite común de mesa que, al ser extraído en caliente (porque de esa forma se obtiene más cantidad), pierde sus propiedades fundamentales, por lo que estaremos consumiendo grasa, pero no nutrientes. En la lista de los aceites más recomendados por su alto valor en vitamina E actuando como antioxidante, reduciendo el LDL o colesterol malo y aumentando el bueno (HDL) o favoreciendo la buena absorción de minerales como el calcio, entre otros muchos beneficios, encontramos el de oliva, aunque los demás merecen también ser considerados, por supuesto, siempre que conserven, como decía, todas sus propiedades intactas. Sobre el tema, no faltará quien argumente que son más caros que los comunes, pero digo: ¿no es más oneroso y perjudicial todo el trastorno que causa el tener que ocuparse de los diferentes y graves problemas de salud que se contraen al pensar sólo en el bolsillo? Lo gracioso del caso es que quienes se oponen a estos cambios, no dudan en comprar el mejor y más caro aceite para su vehículo, ¿no?
Alimentos de estación
Primavera-Verano:
Frutas: Ananá, ciruelas, cerezas, damascos, frutillas, higos, melones, peras, sandías, uvas, bananas, manzanas.
Verduras: Acelga, albahaca, berenjenas, cebollas, chauchas, choclo, espárragos, pepinos, porotos, ajíes, rabanito, tomate, zapallito, remolacha, apio, arvejas, perejil.
Otoño-Invierno
Frutas. Bananas, cítricos (mandarinas, naranjas, limones, etc.), manzanas, paltas.
Verduras: Aceitunas, batata, berro, brócoli, cebolla de verdeo, coliflor, chaucha, lechuga, hinojo, puerro, radicheta, repollos de bruselas, repollo colorado o blanco, brócoli, zanahoria.
Esta lista, en la que, como verán, amén de los alimentos de estación, también encontrarán frutas y verduras anuales, es tan sólo una guía a la que pueden consultar agregando datos que obtengan de otras fuentes.
Por último, y para que no queden demasiadas dudas, comento: si combinamos adecuadamente verduras, frutas, cereales, semillas, legumbres, huevo y algo de lácteos a nuestra dieta, no deberíamos sufrir ningún tipo de deficiencia alimenticia; por lo tanto, sólo restará dar el salto y vivir la experiencia de darnos amor en serio a través de la comida y comprobar cómo nuestro cuerpo-mente se va adecuando a ello con sumo placer y agradecimiento.
Por mi parte, bienvenidos al vegetarianismo, y a los que aún dudan sobre el tema, no se preocupen, todo llegará a su tiempo y forma, pues la fruta madura nunca cae del árbol antes de tiempo.
Lo primero que quiero remarcar es que ningún cambio debe realizarse de manera compulsiva o abrupta, pues no olvidemos que su cuerpo está habituado a comer durante años de una única forma, por lo cual es preciso ir dándole el tiempo necesario para que las modificaciones se realicen lentamente y sin mayores sobresaltos.
En primer lugar, necesitan saber que son muchos los alimentos asociados a una dieta vegetariana, no sólo lechuga, tomate o arroz, que, quizás por desconocerlos, no los han probado o a la vista no les aparecieron apetitosos o peor aún, imaginaron o supieron de la laboriosidad de su preparación y por éstas y otras razones no se han decidido aún por el cambio. Pues bien, todo aprendizaje en sus comienzos puede presentar algunas dificultades que hagan más problemático el pasarnos al vegetarianismo, sobre todo si vamos a dejar de comer carne, pollo e incluso pescado. Por eso, y por otras tantas causas, trataré de darles aquí algunos lineamientos que alisen el camino y mejor aún, lo vuelvan verdaderamente gustoso y saludable.
Comencemos por: Una dieta equilibrada vegetariana
Esto significa obtener a través de la alimentación la cantidad de nutrientes que nuestro organismo necesita cada día para su óptimo funcionamiento. Con una dieta vegetariana es posible obtener las proteínas, hidratos de carbono, grasas, y todas las vitaminas y minerales indispensables si se combinan acertadamente los alimentos.
Recetas sencillas
Hay muchas recetas vegetarianas sencillas de hacer que requieren poco tiempo y dedicación, y por las que se puede comenzar a disfrutar de nuevos platos, pero sin agobiarse en la cocina. Como ejemplo, se pueden preparar las verduras en la parrilla, al lado del asadito de los amigos a parientes, y sumarle alguna ensalada que incluya semillas (almendras o sésamo) o cereales, como el arroz integral, y así empezar a dar los primeros pasos en esta dieta a base de vegetales, frutas, legumbres, etc.
Hoy día contamos con el invalorable aporte de internet para encontrar en sus muchos sitios de comidas sanas, infinidad de recetas fáciles, ricas y nutritivas.
El valor de los alimentos de temporada
Las frutas y hortalizas de temporada son las más convenientes para el consumidor. Consiguen su desarrollo óptimo y son no sólo más nutritivas sino más beneficiosas si crecen en la época que marca su calendario natural (sobre el final del artículo agregaré un lista de frutas y verduras de estación). Por otro lado, resultan más económicas, y su calidad organoléptica – sabor, aroma, textura - , según aseguran los especialistas en gastronomía, es también mejor. Al mismo tiempo, consumiendo productos de estación, contribuimos a respetar el ciclo natural de producción, lo que conlleva una positiva repercusión en el medio ambiente.
Alimentos integrales
Un alimento integral, como alimento menos procesado, conserva mayor cantidad de vitaminas, minerales y fibra, mientras que su valor energético es similar respecto a su equivalente normal. Sustituir la pasta, el arroz, la harina por sus versiones integrales es una selección sana y nutritiva. Como dije al comienzo de la nota, los cambios deben ir haciéndose poco a poco, para poder así acostumbrarse a los nuevos sabores y texturas.
Combinar acertadamente los vegetales
Es una buena manera de conseguir proteínas tan completas como las encontradas en huevos, carnes o lácteos, que contienen todos los aminoácidos esenciales que el organismo requiere para formar sus propias proteínas. Las legumbres – salvo la soja – son deficitarias en el aminoácido esencial metionina, así como los cereales lo son en lisina. Al combinar en un mismo plato a lo largo del día legumbres con cereales – por ejemplo, lentejas y arroz – o frutos secos con cereales – ejemplo, ensalada de pastas y nueces -, se obtienen todos los aminoácidos esenciales constitutivos de las proteínas.
Huevos
Las conclusiones científicas desarrolladas en la última década no dejan lugar a dudas: el huevo es un alimento muy completo y saludable, de buena relación calidad-precio y excelentes cualidades nutricionales. En ellos se encuentran las proteínas de mayor valor biológico, más completas incluso que las de la carne, el pescado o los lácteos.
Se pueden consumir hasta 4 o 5 veces por semana sin riesgo alguno. De todos modos, repito una vez más lo de hacer los cambios paulatinamente y buscando asesoramiento con un nutricionista o médico si fuera necesario.
Aprovechar el valor de los frutos secos
Su elevada y saludable concentración de nutrientes – grasas saludables – ácidos grasos esenciales, proteínas, fibras, minerales como magnesio, fósforo, calcio, potasio, cinc, selenio y hierro (aunque de peor absorción, por lo que se aconsejan a la hora de consumir alimentos que contienen hierro, comer vegetales o alimentos con vitamina C para su mejor asimilación) y vitaminas (B1, B3, folatos y vitamina E) convierte a los frutos secos en un complemento esencial en la dieta.
Conviene consumirlos al natural y se pueden mezclar muy bien con diferentes tipos de ensaladas, cremas, hamburguesas vegetales, frutas naturales o yogures.
Aderezos y otros condimentos nutritivos
Para hacer más nutritivos y sabrosos nuestros platos, se pueden incluir aderezos y condimentos fáciles de encontrar en las tiendas de alimentación naturista, y alguno incluso en supermercados. La levadura de cerveza y el germen de trigo son componentes nutritivos que combinan muy bien con zumos o ensaladas.
Las semillas de sésamos resultan un acierto si se suman a las ensaladas, arroz o pastas.
Con respecto a las algas, conviene asesorarse bien para su uso, pero son un componente formidable en sales minerales; espolvoreadas, por ejemplo, en pastas, arroces y ensaladas. En algunos casos, sustituye muy bien a la sal, pero si se desea usar este producto, les aconsejo que sea sal marina, pues contiene las cantidades necesarias de minerales indispensables para nuestro organismo.
Incluiré en esta lista los alimentos germinados, como los brotes de soja o alfalfa, sí, alfalfa, y tranquilos, que no van a relinchar, los que bien pueden usarse en ensaladas y otras preparaciones, dándoles un gusto agradable.
Aceites
No voy a extenderme en este punto, pero sí quiero destacar que lo verdaderamente importante y saludable es utilizar únicamente los aceites de primera prensada en frío, ya que conservan todos sus componentes biológicos intactos, como los oligoelementos, no ocurriendo lo mismo con el aceite común de mesa que, al ser extraído en caliente (porque de esa forma se obtiene más cantidad), pierde sus propiedades fundamentales, por lo que estaremos consumiendo grasa, pero no nutrientes. En la lista de los aceites más recomendados por su alto valor en vitamina E actuando como antioxidante, reduciendo el LDL o colesterol malo y aumentando el bueno (HDL) o favoreciendo la buena absorción de minerales como el calcio, entre otros muchos beneficios, encontramos el de oliva, aunque los demás merecen también ser considerados, por supuesto, siempre que conserven, como decía, todas sus propiedades intactas. Sobre el tema, no faltará quien argumente que son más caros que los comunes, pero digo: ¿no es más oneroso y perjudicial todo el trastorno que causa el tener que ocuparse de los diferentes y graves problemas de salud que se contraen al pensar sólo en el bolsillo? Lo gracioso del caso es que quienes se oponen a estos cambios, no dudan en comprar el mejor y más caro aceite para su vehículo, ¿no?
Alimentos de estación
Primavera-Verano:
Frutas: Ananá, ciruelas, cerezas, damascos, frutillas, higos, melones, peras, sandías, uvas, bananas, manzanas.
Verduras: Acelga, albahaca, berenjenas, cebollas, chauchas, choclo, espárragos, pepinos, porotos, ajíes, rabanito, tomate, zapallito, remolacha, apio, arvejas, perejil.
Otoño-Invierno
Frutas. Bananas, cítricos (mandarinas, naranjas, limones, etc.), manzanas, paltas.
Verduras: Aceitunas, batata, berro, brócoli, cebolla de verdeo, coliflor, chaucha, lechuga, hinojo, puerro, radicheta, repollos de bruselas, repollo colorado o blanco, brócoli, zanahoria.
Esta lista, en la que, como verán, amén de los alimentos de estación, también encontrarán frutas y verduras anuales, es tan sólo una guía a la que pueden consultar agregando datos que obtengan de otras fuentes.
Por último, y para que no queden demasiadas dudas, comento: si combinamos adecuadamente verduras, frutas, cereales, semillas, legumbres, huevo y algo de lácteos a nuestra dieta, no deberíamos sufrir ningún tipo de deficiencia alimenticia; por lo tanto, sólo restará dar el salto y vivir la experiencia de darnos amor en serio a través de la comida y comprobar cómo nuestro cuerpo-mente se va adecuando a ello con sumo placer y agradecimiento.
Por mi parte, bienvenidos al vegetarianismo, y a los que aún dudan sobre el tema, no se preocupen, todo llegará a su tiempo y forma, pues la fruta madura nunca cae del árbol antes de tiempo.
Fuente consultada: http://www.consumer.es/
Publicado por Claudio
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