El sábado por la tarde, la primavera armó el escenario perfecto para nuestra práctica de Chi Kung al aire libre.
El pasto masajeando las plantas de los pies, el sol calentando el cuerpo, y el viento rozándonos la piel no pudieron menos que alentar las ganas de estar allí.
Junto con un grupo de alumnos y gente que se acercó por primera vez a ver de qué se trata esto de la práctica del Chi kung, arrancamos la clase moviéndonos, estirándonos y dejando que lentamente el Ki nos marcara el ritmo.
Mi contento se vio incrementado cuando vi acercase al grupo a una ex alumna para participar del encuentro, trayendo en sus brazos a su bebé de apenas tres meses. Lautaro.
Interrumpí un instante para fundirme en un abrazo con ellos y sentir cuánta felicidad emanaban. Lautaro jugando a hacer burbujas con su baba y Valeria, su mamá, que era toda baba y sonrisa.
Un rato más tarde, y cuando los movimientos de Chi Kung fueron permitiendo a muchos soltar amarras y dejarse llevar, pude comprobar, y creo no haber sido el único, que aun habiendo en el lugar gente que estaba disfrutando de una carrera de ciclismo, o sea, ajenos a nuestros asuntos y muy enchufados en los suyos, así y todo, el grupo logró sentirse muy conectado consigo mismo y con lo que la energía de los ejercicios les iba proponiendo. La verdad, fue lo que les pedí que intentaran; que se olvidaran de lo que estaba sucediendo a su alrededor y que simplemente cabalgaran montados a lomo de su particular hacer. En síntesis, que sean creativos. Y me parece que algo de eso pasó. Al menos yo así lo percibí.
Una hora después, aproximadamente, buscamos acomodarnos bajo las sombras de unos árboles para descansar un poco y tomarnos unos mates. La ronda, el mandala de mantas, mates, miradas plácidas, conversación y risa se creó desde la naturalidad que cada uno aportaba, generando un clima que me hizo suponer que eran largas horas las que ya llevábamos en el parque. Valeria, su hermana y Lautaro se sumaron al mandala.
Mirando al bebé, sentí que me encontraba delante de un pequeño maestrito zen que, sin querer, me recordaba que alguna vez, como ahora él, también nosotros fuimos así, zen.
Cuando un maestro quiere explicar de qué se trata el zen o qué es, dice: “Comer cuando se tiene hambre, dormir cuando se tiene sueño. Nada especial.”
Y Lautaro fue fiel al dicho, pues cuando tuvo hambre, no dudó un instante en prenderse de la teta y mamar. Sus sonrisas nacían de una total espontaneidad. Cuando tuvo sueño, durmió en los brazos de su mamá o recostado a su entero placer sobre una tela en el césped. Su respiración apacible y profunda hamacaba sus aguas y las mías.
Todo lo que hasta ese momento estaba ocurriendo era, también, otra forma de hacer Chi Kung, es decir, estábamos trabajando nuestra energía (ése es el significado de Chi Kung) en común unión y con una postura descontracturada, abierta a darnos y recibirnos, mate o charla de por medio. El círculo mandálico y humano que éramos, al igual que en culturas aborígenes, tradicionales y sabias, celebraba el ancestral ritual de compartir la vida, el alimento, la risa que aviva el fuego del intercambio sin palabras y el nacimiento, el de Lautaro en este caso, como en alguna medida también el nuestro, por eso de que cada instante es irrepetible y nuevo.
Es hermoso comprobar que, a pesar de tanta tecnología y desprecio por la naturaleza, las rondas para bailar, reír, comer, o conmemorar la vida o la muerte, no han podido ser desterradas de nuestro inconsciente colectivo, del campo cuántico, de nuestro ADN mitocondrial o simplemente de la abuela memoria que los humanos conformamos.
Pero esto no fue todo, ya que como buen menú que se precie de serlo, no podía faltar la frutilla del postre, o para mejor decir, la manzana. La tarta de manzana que hizo Adriana y que nadie quiso dejar de probar y gustar e incluso saber de qué estaba hecha, o cuánto tenía de esto y cuánto de aquello... Por eso, pensé, por qué no subir la receta al blog y así permitir que ustedes también la hagan y la disfruten. Espero sepan disculpar, pero es todo lo que puedo hacer por ustedes, y es que, si bien no dudo de lo muy rica que les saldrá, el sabor y deleite de la tarta del sábado no cabe en el blog, porque para eso tendrían que incluir a los árboles, el viento paseándose entre nosotros, el sol, el agradable cansancio que nos quedó luego de la clase, por no decir la fiaca, que es poco literario, más los mates, la charla y los ojos de cielo del pequeño Lautaro.
De todos modos, buen provecho, gente, y para la próxima, no se queden con las ganas y vengan.
Tarta de manzana
Ingredientes
-2 tazas de harina integral súper fina (tamaño café con leche)
-1 taza de avena arrollada fina "
-1 cucharada al ras de bicarbonato de sodio (disuelto en un poco de agua)
-1taza (tamaño té) de miel, que no esté sólida
-ralladura de 1 naranja, en lo posible gruesita
-1 cucharadita de canela
-vainillina un chorrito
-3 cucharadas de aceite
Unir todos estos ingredientes con una cuchara de madera.
Agregarle el jugo de 1 naranja e incorporarle a esa mezcla 2 manzanas deliciosas cortadas en cubitos.
Se coloca en un recipiente para horno de aprox. 30x23 y altura 6 cm aceitado preferentemente con papel de cocina para que no quede muy aceitado.
HORNO CALIENTE APROX. 20 MINUTOS
Sacar del horno la torta y sin desmoldar cortarla en cuadraditos de 4x4 aprox. untar con miel, con un pincel y hornear por 10 minutos más.
Foto: Árbol de la vida (mandala). Cultura Celta
El pasto masajeando las plantas de los pies, el sol calentando el cuerpo, y el viento rozándonos la piel no pudieron menos que alentar las ganas de estar allí.
Junto con un grupo de alumnos y gente que se acercó por primera vez a ver de qué se trata esto de la práctica del Chi kung, arrancamos la clase moviéndonos, estirándonos y dejando que lentamente el Ki nos marcara el ritmo.
Mi contento se vio incrementado cuando vi acercase al grupo a una ex alumna para participar del encuentro, trayendo en sus brazos a su bebé de apenas tres meses. Lautaro.
Interrumpí un instante para fundirme en un abrazo con ellos y sentir cuánta felicidad emanaban. Lautaro jugando a hacer burbujas con su baba y Valeria, su mamá, que era toda baba y sonrisa.
Un rato más tarde, y cuando los movimientos de Chi Kung fueron permitiendo a muchos soltar amarras y dejarse llevar, pude comprobar, y creo no haber sido el único, que aun habiendo en el lugar gente que estaba disfrutando de una carrera de ciclismo, o sea, ajenos a nuestros asuntos y muy enchufados en los suyos, así y todo, el grupo logró sentirse muy conectado consigo mismo y con lo que la energía de los ejercicios les iba proponiendo. La verdad, fue lo que les pedí que intentaran; que se olvidaran de lo que estaba sucediendo a su alrededor y que simplemente cabalgaran montados a lomo de su particular hacer. En síntesis, que sean creativos. Y me parece que algo de eso pasó. Al menos yo así lo percibí.
Una hora después, aproximadamente, buscamos acomodarnos bajo las sombras de unos árboles para descansar un poco y tomarnos unos mates. La ronda, el mandala de mantas, mates, miradas plácidas, conversación y risa se creó desde la naturalidad que cada uno aportaba, generando un clima que me hizo suponer que eran largas horas las que ya llevábamos en el parque. Valeria, su hermana y Lautaro se sumaron al mandala.
Mirando al bebé, sentí que me encontraba delante de un pequeño maestrito zen que, sin querer, me recordaba que alguna vez, como ahora él, también nosotros fuimos así, zen.
Cuando un maestro quiere explicar de qué se trata el zen o qué es, dice: “Comer cuando se tiene hambre, dormir cuando se tiene sueño. Nada especial.”
Y Lautaro fue fiel al dicho, pues cuando tuvo hambre, no dudó un instante en prenderse de la teta y mamar. Sus sonrisas nacían de una total espontaneidad. Cuando tuvo sueño, durmió en los brazos de su mamá o recostado a su entero placer sobre una tela en el césped. Su respiración apacible y profunda hamacaba sus aguas y las mías.
Todo lo que hasta ese momento estaba ocurriendo era, también, otra forma de hacer Chi Kung, es decir, estábamos trabajando nuestra energía (ése es el significado de Chi Kung) en común unión y con una postura descontracturada, abierta a darnos y recibirnos, mate o charla de por medio. El círculo mandálico y humano que éramos, al igual que en culturas aborígenes, tradicionales y sabias, celebraba el ancestral ritual de compartir la vida, el alimento, la risa que aviva el fuego del intercambio sin palabras y el nacimiento, el de Lautaro en este caso, como en alguna medida también el nuestro, por eso de que cada instante es irrepetible y nuevo.
Es hermoso comprobar que, a pesar de tanta tecnología y desprecio por la naturaleza, las rondas para bailar, reír, comer, o conmemorar la vida o la muerte, no han podido ser desterradas de nuestro inconsciente colectivo, del campo cuántico, de nuestro ADN mitocondrial o simplemente de la abuela memoria que los humanos conformamos.
Pero esto no fue todo, ya que como buen menú que se precie de serlo, no podía faltar la frutilla del postre, o para mejor decir, la manzana. La tarta de manzana que hizo Adriana y que nadie quiso dejar de probar y gustar e incluso saber de qué estaba hecha, o cuánto tenía de esto y cuánto de aquello... Por eso, pensé, por qué no subir la receta al blog y así permitir que ustedes también la hagan y la disfruten. Espero sepan disculpar, pero es todo lo que puedo hacer por ustedes, y es que, si bien no dudo de lo muy rica que les saldrá, el sabor y deleite de la tarta del sábado no cabe en el blog, porque para eso tendrían que incluir a los árboles, el viento paseándose entre nosotros, el sol, el agradable cansancio que nos quedó luego de la clase, por no decir la fiaca, que es poco literario, más los mates, la charla y los ojos de cielo del pequeño Lautaro.
De todos modos, buen provecho, gente, y para la próxima, no se queden con las ganas y vengan.
Tarta de manzana
Ingredientes
-2 tazas de harina integral súper fina (tamaño café con leche)
-1 taza de avena arrollada fina "
-1 cucharada al ras de bicarbonato de sodio (disuelto en un poco de agua)
-1taza (tamaño té) de miel, que no esté sólida
-ralladura de 1 naranja, en lo posible gruesita
-1 cucharadita de canela
-vainillina un chorrito
-3 cucharadas de aceite
Unir todos estos ingredientes con una cuchara de madera.
Agregarle el jugo de 1 naranja e incorporarle a esa mezcla 2 manzanas deliciosas cortadas en cubitos.
Se coloca en un recipiente para horno de aprox. 30x23 y altura 6 cm aceitado preferentemente con papel de cocina para que no quede muy aceitado.
HORNO CALIENTE APROX. 20 MINUTOS
Sacar del horno la torta y sin desmoldar cortarla en cuadraditos de 4x4 aprox. untar con miel, con un pincel y hornear por 10 minutos más.
Foto: Árbol de la vida (mandala). Cultura Celta
Publicado por Claudio
Para saber describir un estado emocional, la unica manera es sentirlo con verdad y lo que decis aqui no son meras palabras sino la expresion de lo que se vivio realmente,una comunion muy hermosa y al pie el gran maestro Lautaro.
ResponderEliminarGracias por publicar la receta,a pesar de que gusta mucho siempre que hago esta tarta , como vos decis ,en ese contexto tomo otra dimension con los ingredientes que mensionaste.Te agradezco a vos y a todos por ese dia.BESOS
Fue una tarde preciosa, la disfruté mucho, un verdadero placer, un hermoso compartir. Y creo que el pequeño Lautaro nos brindó valiosas lecciones a más de uno. Gracias y besos!!!
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