domingo, 5 de septiembre de 2010

Conciencia y movimiento


Nuestro cuerpo es capaz de mantener un saludable equilibrio de la actividad fisiológica, pero, para que esto suceda, el Ki, o la energía vital, debe circular constantemente a través de cada uno de los meridianos o canales de energía vinculados con nuestros órganos y vísceras, en una secuencia ordenada.
Quiero señalar que toda vez que se lea la palabra “cuerpo” en esta nota equivale a: cuerpo físico, mental, emocional y espiritual.

Se produce la enfermedad cuando hay un estancamiento de KI en algún lugar de estos meridianos. Aunque se haga algo para mejorar la fluencia de esta energía en el punto de estancamiento, en tanto y en cuanto no se elimine la causa básica de dicho bloqueo, la enfermedad se reproducirá, pues no se ha eliminado la raíz del problema. Llamo “causa” a poder comprender el mecanismo de aquellos hábitos, comportamientos y costumbres que llevaron a la aparición de la enfermedad. Enfermedad que se revela en el campo físico, pero que, a decir verdad, comienza en los cuerpos sutiles, como la mente y las emociones. De manera que cuando el nudo no puede ser desatado en esos cuerpos, el físico es el que termina mostrándonos más claramente lo que ocurre.
Los ejercicios de CHI KUNG se realizan en una secuencia específica para facilitar la fluencia de KI en el orden apropiado a través del cuerpo.

El principal órgano responsable de la circulación de KI es el corazón, considerado en la medicina oriental como soberano de todos los otros órganos. La función del corazón puede considerarse como similar a la conciencia de un individuo. La conciencia actúa uniendo muchos elementos diferentes de manera que formen una totalidad unificada. O dicho de otro modo: la conciencia nos devuelve la memoria de que, en realidad, nada está separado y todo se mueve dentro de esa unidad, manifestándose de formas diferentes. La ola en el mar se hace visible por su movimiento y tamaño, pero no es distinta de su origen, de hecho, cuando se agota como tal, vuelve al mar sin que nos sea posible volver a distinguirla.

Por estos días, la neurocardiología está descubriendo lo que para muchas culturas ancestrales fue y representó siempre este maravilloso órgano, el centro de control de nuestra conciencia o la conciencia misma. Algo así como un segundo cerebro, o quizá el más importante de los dos en esto de actuar en concordancia con las sensaciones básicas y elementales de nuestra naturaleza intrínseca. La que se expresa sin los preconceptos ni resistencias nacidos de nuestra crianza, educación, formación académica o cultural.
Esta conciencia, la del corazón, es capaz de actuar antes que el propio cerebro a la hora de evaluar lo que ocurre en nuestro interior, como también a nuestro alrededor, a partir de la intuición.
Hoy se sabe que el corazón envía más señales electromagnéticas al cerebro de las que recibe de éste. O que el corazón tiene memoria de corto y largo plazo, y que se pueden medir sus ondas electromagnéticas a varios metros de distancia, mientras que las del cerebro sólo se captan a unos pocos centímetros.

Su latido marca el ritmo de cada célula y, cuando está en sintonía con el cerebro (hacer lo que se siente y se piensa), ambos logran que podamos llevar una vida más calmada y en paz.
Aunque resulte difícil de creer, también puede, y así se ha demostrado, influir en terceras personas, es decir, cuando por ejemplo vemos a alguien comportándose hacia otros con amor, altruismo y compasión, nuestro corazón se sincroniza con el de ellos, aunque los involucrados nos sean totalmente desconocidos, ratificando que no sólo nos alimenta lo que entra por la boca.

Se ha probado en laboratorios con personas que se encontraban delante de una computadora mirando imágenes de diversa índole, las cuales no eran seleccionadas por ellas, cómo el corazón podía anticipar sensorialmente la imagen siguiente antes de que ésta fuera vista por el ojo humano.
Atendiendo a esto, el CHI KUNG y la MEDITACIÓN (de igual modo puede ocurrir con otras disciplinas o expresiones artísticas) nos permiten vivenciar la presencia de esta conciencia que nos aporta el corazón, ya no sólo como órgano que bombea sangre.
La conciencia actúa como el centro hacia el que son atraídos los diversos componentes, organizándose a su alrededor para trazar una distinción entre el ser y el no ser.

Cuando trazamos un círculo, decidimos primero el centro y luego trazamos a su alrededor el círculo. Sin embargo, el centro y la periferia se forman simultáneamente.
La vida, que se ha originado como una faceta de la naturaleza, fue dotada quizá con la capacidad de servir como parte integrante de la totalidad de la naturaleza uniendo elementos separados. La capacidad de distinguir una parte de la totalidad creció con el desarrollo de la conciencia y comenzaron a aparecer sobre la tierra organismos que podían adaptarse libremente a las contingencias, gracias a la modificación de su conducta, que les llevaba a ajustarse a las circunstancias. Esa es la función de nuestra conciencia.
Mediante el trabajo de la conciencia humana, se crearon cosas que nunca habían existido en la naturaleza, y la socialización, el lenguaje y la especialización en el trabajo condujeron finalmente a la creación de la civilización.

Sin embargo, hoy en día, las creaciones del hombre, habiendo llegado demasiado lejos en la dirección de la mente consciente, se van alejando cada vez más de la esencia de la vida.
Como las palabras se desarrollaron por la necesidad de la mente consciente de distinguir las cosas, calificarlas, enumerarlas, etc., es natural que convengan más para explicar los asuntos pertenecientes a la esfera de la mente racional. Ser lógico es ser coherente con los conceptos verbalizados y el pensamiento racional tiene lugar dentro del medio de las palabras.
Las expresiones utilizadas por los occidentales son convenientes para explicar el mundo físico porque el ser y los otros se distinguen claramente. En japonés, sin embargo, las expresiones tienden a enfatizar el significado interior, o el “corazón” de las cosas, por lo que ese significado resulta a veces vago para los extranjeros. A pesar de ello, hay ocasiones en las que una utilización menos rígida de las palabras resulta más útil, pues puede ser un medio de comunicación, corazón a corazón, que transmita cosas que estén más allá de las palabras.

Los movimientos de Chi kung se ejecutan siempre como una secuencia total de acciones, y por tanto, son en gran parte inconscientes. Lo que se intenta decir es que la mente consciente sólo dirige el comienzo y el final de los movimientos sin implicarse en la ejecución de todos los detalles de estos. La mente consciente sólo funciona en una gama especial limitada y actúa principalmente en estructuras de tiempos fijas.
Cuando aprendemos una serie nueva de acciones, primero desglosamos en partes todas las secuencias para que cada una de ellas pueda ser aprendida individualmente, pero no puede decirse que las acciones hayan sido aprendidas hasta que una persona pueda realizarlas todas juntas como una totalidad sin una deliberación consciente.
Cuando una habilidad adquirida se utiliza repetidamente, hay que eliminar el elemento consciente para que la habilidad se vuelva habitual e inconsciente.

Muchos suponen que nuestros músculos voluntarios (sistema músculo-esquelético) se mueven siempre bajo nuestro deseo consciente. Pero para realizar movimientos delicados, se requiere la participación inconsciente de muchos músculos, pues en un movimiento dado no podemos controlar todos y cada uno de ellos.
Cuando se dice que un ejercicio debe realizarse rítmicamente o con fluidez, lo que se quiere decir es que el ejercicio se debe practicar menos conscientemente.
Para mí, esto se lee como: dejarnos hacer por el ejercicio, en lugar de estar controlándolo todo el tiempo.
La mente consciente se puede aplicar en el aprendizaje de movimientos nuevos basados en un nivel específico que trata de tener un efecto también específico.
Esos ejercicios pueden parecer al comienzo útiles y eficaces, pero están apartados de la esencia verdadera del movimiento. La motivación para hacer ejercicio puede variar, pero todo individuo debe experimentar la unidad esencial para permitir la espontaneidad sin la necesidad de ser conciente de toda diminuta distinción. Idealmente, los movimientos deben repetirse para que los detalles se aprendan naturalmente mientras se ejecutan, para que se vuelvan parte de uno mismo.

Como final, y sintetizando lo expuesto hasta aquí, digo: aprendamos la biomecánica del movimiento para abrirnos y soltarnos, animándonos a ser uno con nosotros mismos, para que luego, despojados de todo pensamiento, escuchemos “hablar al corazón” siguiendo su ritmo, su música; esa pulsión que vitaliza a un mismo tiempo todos los cuerpos en una unidad sinfónica de armonía y equilibrio.


Publicado por Claudio

1 comentario:

  1. Excelente nota!!! Me parece un claro resumen de las prácticas que nos enseñás. Está bueno re-pensar estos conceptos para poder comprender mejor de qué "materia" estamos hechos. Felicitaciones por el blog!!! Gracias por compartir estos conocimientos y enseñanzas que nos enriquecen tanto. Un beso grande!!!

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