lunes, 7 de junio de 2021

La Escritura terapéutica y creativa

La relación comienza con la escucha: Lo que llegan no son meras palabras, es sonido, vibración, frecuencia emotiva; energía en letras que entrelazadas, cuentan más que su sentido etimológico, dicen, aquí estoy, aquí estamos, conversando, manifestando al ser mamífero y tierno, al ser racional y reflexivo. Aquí estamos, vivos, latiendo y respirando el universo por los poros y siendo el universo quien nos respira a su vez; el universo  mirándose a sí mismo en los ojos de ese otro en el que, de una u otra manera, también me reconozco. 




La relación se vuelve más íntima aún, cuando al escribir, de puño y letra, al que visitamos en su hogar, no posible para el resto del mundo, es al niño interior, el guardián de la llave que abre las puertas al ser que somos o, supra consciente; Al escucharlo amorosamente, deslizándose por la tinta, nos relata una historia que aunque provenga de allá lejos, es ahora, porque, no hay más tiempo que el ahora donde siempre nos estamos narrando. Comprenderlo por la vivencia de volcar a la hoja lo que emana de uno, es cuando la página en blanco pierde su tez fantasmal, ese abismo insondable se revela el útero desde donde nos parimos, desde donde volvemos a nacer de trazo en trazo.

Escribirnos en la piel y la sangre es una ceremonia, un ritual ancestral que inició con el verbo primigenio, el OM que siglos después, se plasmo en tablillas de arcilla, papiros, cuero y piedra.
Todo un llamado desde los confines de la galxiaa o desde las cavidades del corazón en este irrepetible instante; de este diminuto punto y coma. Y es que en verdad, se trata del mismo texto escrito una y otra vez, unidos por un cordón tejido en la osucra noche de la infancia perturbada por la aparición del Daimon, que, aún tenebroso en apariencias, es, a fin de cuantas, la chispa divina, el ánima o espíritu revelado, el relámpago en medio de la tormenta que permitió vislumbrar mucho más que un trozo de papel en un cuaderno de escuela, Fue cuando el vendaval amainaba y el sol volvía del olvido de los pueblos, que mostro en toda su inmencidad delante de mí y, en mí mismo, el océano sin medida invitándome a una travesía donde el destino no se presenta hasta que atracamos; bueno, casi, porque aún gozosos de haber llegado al epílogo de nuestra vitacora, en el fondo sabemos que siempre queda margen para navegar otro buen rato, por las aguas de ese pliego blanquecino para volcarnos en sus entrañas tanto, cuanto seamos capaces de aventurarnos.
Escribirnos, no es echar tinta sobre una hoja y nada más, es despojarnos del velo de la ignorancia, es develar  la sabiduría encarnada que nos trasnmitieron los Maestros y Maestras de todos los tiempos y confines del cosmos.
Daniel Shodo

Taller de Escritura terapéutica y creativa, TODOS LOS VIERNES 19Hs por Zoom
Coordina Daniel Shodo
Informes en http://claudiodanielrs62@gmail.com 

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