El libro de las mutaciones, I ching, no es un compendio únicamente matemático o simbólico de la vida humana y sus múltiples circunstancias; el I ching es, también, científico y espiritual. Es decir, una invitación a transitar el camino de la vida, expresada en sus elementos naturales como son, el cielo, la tierra, el agua, el fuego, el trueno, el viento, la montaña y el lago.
Para considerar lo que aquí expongo, haré un repaso breve por cada trigrama o elemento para hacer observar su intrínseca conexión con el ser humano; su ego y su Ser.
Comencemos por El Cielo:El padre, la energía masculina y creadora. El movimiento ascendente, el espacio. La capacidad de destruir. ¿No son acaso características afines a la condición humana todas estas cualidades?
La Tierra,:La madre, la receptividad, la mansedumbre, lo prolífico, la contención, la confianza. Sequedad, ahogo posesivo o apego ¿No es el ser humano, capaz de comportarse de alguno de estos modos?
El Trueno: El hijo mayor. Lo suscitativo, lo inesperado, el chispazo inicial, el entusiasmo; Arrebatar, lo intempestivo, los comienzos.
¿No sabemos los humanos dar primeros pasos en algo o, hacia algo de manera consciente o inconsciente?
El Viento: La hija mayor. Lo suave, lo penetrante, la palabra, el mensaje, las raíces, la soberbia., arrasar con palabras hirientes. ¿Es el ser humano unas veces capaz de acariciar y otras, de golpear?
El Fuego: La hija del medio, Ver con claridad, luz espiritual y mental, calidez, tierno de corazón; Quemar, ceguera o fanatismo.
¿Es el humano capaz de ser la luz del sol, la calidez de un abrazo fraterno o el odio encarnizado?
El Agua: El hijo del medio. Lo abismal, lo desconocido en uno mismo, los temores, la constancia y perseverancia, la ecuanimidad; La sangre, las emociones vitales.
Como el agua, el humano, que es agua, puede abarcarlo todo, llevar y dar vida o quitarla.
La Montaña. El hijo menor. El aquietamiento. la reflexión, el silencio. Una puerta de acceso o una traba u obstáculo. El final y el comienzo de ciclo. La acción meditativa.
Aunque lo haya olvidado, el ser humano es el Maestro que tanto busca encontrar fuera y que sólo hallara cuando se detenga a escucharse y observar el ritmo agitado de su ego, debajo del cual aguarda, el silencio vacuo de la sabiduría.
El Lago: La hija menor. La serena alegría, la nutrición y el aprendizaje. El discernimiento, la capacidad para separar lo denso de lo sutil. El sitio donde todas las actividades humanas son posibles, son realizables o, por envidas o celos, el lago puede secar o desbordar sus aguas elementales y volverse estéril y embrutecido.
Sin serena alegría en el hacer cotidiano, el caos, gobierna.
Como podrán notar, esta familia de elementos que constituyen la totalidad del planeta,como la integridad humana, están en este maravilloso libro, representadas en imágenes, mostradas, explicadas, sugeridas, advertidas y puestas al servicio de que el Noble o sea, el consultante, vaya hacia ellas, no sólo cuando aborda el libro en búsqueda de respuestas, también, cuando en el día a día, aprenda a reconocer cómo funcionan e interactúan en sí mismo, al igual que en su entorno inmediato.
Que así sea.
Daniel Shodo
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