jueves, 10 de diciembre de 2020

Lo que al corazón hiere - I Ching

Hexagrama 52, El Aquietamiento: En la explicación de La Imagen, (las 6 líneas del hexagrama) Dice: 

"El corazón piensa constantemente.Esto no puede cambiarse. Empero, los movimientos del corazón, vale decir, los pensamientos (pasado/futuro) han de limitarse a la situación actual de la vida (presente). Todo pensar que trasciende el momento dado, tan sólo hiere el corazón".




Comentario por mi parte: Tomé este pasaje del Hexagrama (La Imagen), conformado por la imagen de la montaña arriba y abajo, para invitarlos a observar una verdad incontrastable como es: "El presente es el único tiempo real".

Como bien señala el párrafo, los pensamientos, al ser sólo eso, ideas, recuerdos, proyecciones, deseos de lo que anhelamos nos suceda o no, nos mantienen atados a lo que en el Budismo se conoce como ilusión.

Es ilusorio todo pensamiento porque no se trata de lo que ahora está aconteciendo, tan sólo es algo que elucubramos a los efectos de no sentir dolor sin darnos cuenta que mantenerlos, es el dolor que intentamos evitar.

Fíjense que el texto hace referencia a que es el corazón el que piensa y no el cerebro, lo cual deja en evidencia lo que somos: seres emocionales que, ligados al mero acto de pensar, quedamos permanentemente atrapados en tiempos inexistentes. Algo así como sonámbulos que pueden moverse y desplazarse pero, sin consciencia de nada, debido encontrarse adormecidos.

Como ejemplo, tomo lo que por estos días mucha gente dice hacer que es, "cuidarse". Sin embargo, Si observamos detenidamente, nada hay de cuidado en esas posturas o decisiones pues, lo que aplican como profilaxis, está sometido al temor de poder llegar a padecer alguna cosa grave o mortal, esto es, temor por un tiempo inexistente (futuro) del cual quieren escaparse sin notar, que corren hacia allí.



La práctica correcta para poder ver con claridad este mecanismo es, atención. Si, sin atención plena, es decir, mirar profundamente sin agregados de juicios o valoraciones de algún tipo, es lo que se necesita para poder VER que, en verdad, lo único que se alienta con pensar y pensar, es el adormecimiento, el dolor o sufrimiento constantes. 

Atención en el propio cuerpo; en sus funciones biológicas, sensoriales, emocionales y mentales. Sentarnos y permanecer silenciosos, sin hacer nada, como una montaña y descubrir cuánto está pasando de instante en instante, justo aquí y ahora. 

Cuanta sabiduría hay en ese estado de aquietamiento que invita a reflexionar, observar y dejar hacer. Soltar lo que no es real.

Sentirnos, conocernos para saber (eso precisa de experiencias de vida y no de teorías o creencias) qué o quienes somos. En otras palabras, escuchar el corazón que es un fractal, una mínima expresión del cosmos latiendo en el centro de nuestra vida, para que sea ese cosmos, ese ser inteligente y sensible, el que nos despierte de tanto aturdimiento fatal y apocalíptico; de pensamientos nefastos o absurdos y entonces, aprendamos a vivir de verdad. 

Vivir de verdad, no es más que atender lo vital y esencial que ahora y sólo ahora, necesitamos atravesar en cuerpo y alma. Vivir de verdad es comprender y aceptar la incertidumbre, que todo es impermanente e interdependiente y que ya, nos estamos muriendo. No alcanzar una correcta comprensión de la vida, es ya, estar muerto es decir, abducido nada más que por actos de superviviencia individualista, acumuladora y competitiva.

Vivir sinceramente es estar completamente en lo que ahora y sólo ahora sucede y ES, evitando así, herir el corazón.

Daniel Shodo

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