Me apropio por éste ratito de la frase "sentarse para sentirse" del Maestro Dokusho Villalaba, monje budista zen, para hacerles una invitación y así, llevar la práctica de zazen o meditación a la vida cotidiana justo donde estamos ahora.
Sentarse para sentirnos es la consigna y, a partir de sentirnos, comprendernos, aceptarnos y descubrir que así como somos es todo lo que hace falta saber a cerca de nosotros mismos en lugar de buscar, infructuosamente, ser otro. O sea, al sentirnos, nos reencontramos con quien ya somos y soltamos a ese otro que tanto nos gustaría ser. Esto último explica aquello de, las cosas como son . Más aún, cuando somos quienes somos sin tanto quiero o no quiero, lo que ya no necesitamos conservar (conductas, ideas, creencias, posturas insalubres) se lo va aprendiendo a soltar con menos dolor y sufrimiento. Por qué? por que quienes somos, no precisa ocultarse detrás de ningún personaje.
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Cuando dejamos hablar al cuerpo con el lenguaje que le es propio ( gestos, temblores, temperatura, suspiros, tensión, relajación, etc) nuestros músculos, huesos, corazón o intestinos pueden comunicarnos lo que les pasa, lo que necesitan y cómo podemos ayudarlos, lo mismo que decir, ayudarnos, verdad?
Ya nos lo recordaban los sabios cuando profesaban: "La sabiduría se alcanza estando en silencio para aprender a escuchar".
¿Sabían que cuando escuchamos el cuerpo, y lo acompañamos sin invadirlo o juzgarlo y dejándolo que haga su camino según causas y condiciones, lo que estamos haciendo es, sanarnos?
Nos sanamos por que, a diferencia de la mente que se mueve rápido y pugna por que todo se resuelva veloz y mágicamente, el cuerpo, por el contrario, tiene sus propios tiempos y formas los cuales, no siempre conocemos pues, nos falta la práctica diaria de sentirlo más a menudo y no sólo cuando las sensaciones son claras y evidentes como cuando tenemos, hambre, sed o cansancio.
Sanarnos es poner los caballos delante de la carreta y la carreta bajo nuestra sensibilidad, ya que nos hacemos cargo y responsables del modo en que nos tratamos y nos ocupamos de nuestra vida.
Partimos por reconocer la intención real de nuestras acciones. evaluando la voluntad o chi (energía) disponibles y por último, la forma en que hacemos realidad dicha intención a través del cuerpo.
Se me ocurre que un paradigma que explica muy bien la dificultad por la cual nos cuesta bastante escucharnos es la que dictamina lo siguiente; ¿cuantas veces nos dijeron: pensa, pensa, pensa? Seguramente más de las que podamos recordar. Y, ¿cuantas, sentí, sentí, sentí? Probablemente muy pocas.
Lo que les propongo es balancear un poco nuestra vida y darnos mayor espacio para habitar el cuerpo sensitivo y emocional. El viaje no será sencillo pero si, maravilloso y enriquecedor.
Cuando sentimos nuestro cuerpo/mente/espíritu en concordancia o sea, al rimo del corazón, estamos practicando, quizás sin saberlo, el primer acto de compasión, respeto y cuidado que podemos realizar con un ser humano es decir,con nosotros mismos. Por lo tanto, imagínense lo mucho que podemos ayudar y comprender a los demás si comenzamos por casa/cuerpo a desarrollar y ejercer esas virtudes.
Entonces, sentarse para sentirse, caminar para sentirse, conversar para sentirnos, escuchar para sentirnos, recostarnos para sentirnos. La lista sigue y la pueden, si les parece, completar ustedes pero no la escriban, practiquen. Cuanto tiempo? toda la vida; acaso hay algo mejor que hacer que tratarnos bien?
Publicado por Claudio
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