domingo, 29 de marzo de 2015

Entrevista al monje Ricardo Dokyu "El camino del Budismo Zen"




En 1984 comenzó sus primeros pasos en la práctica del Zen en Brasil en el estado de Minas Gerais. en el 2007, estableció la Asociación Budista Soto Zen Argentina. Foto:Gentileza Ricardo DokyuEn 1984 comenzó sus primeros pasos en la práctica del Zen en Brasil en el estado de Minas Gerais. en el 2007, estableció la Asociación Budista Soto Zen Argentina. Foto:Gentileza Ricardo Dokyu


“Un hombre puede conquistar en la batalla miles y miles de hombres, pero aquel que se conquista a sí mismo, sólo él, ese es el más grande entre los conquistadores”, Gautama Buda.

Viste con prendas oscuras, permanece silencioso, parece de pocas palabras aunque utiliza las justas. Sonríe, mucho, en algunos momentos ríe. Su mirada, su rostro son serenos. Ricardo Dokyu es monje budista zen y estuvo en Santa Fe para brindar una jornada de introducción al zazen y dictar un taller de an-ma (masaje japonés) en el Espacio/Estudio Cultural de Daniel Peña. Aquí repasa su camino, mientras emana sabiduría.

—¿Por qué eligió el Budismo Zen y en qué momento de su vida sucedió? 

—Más que elegir diría que he tenido un encuentro con el Budismo Zen.
Tenía 24 años, estamos hablando del siglo pasado. En el año 1984 quien después fue para mí, mi primer maestro, fue a Buenos Aires por una semana a dar unas charlas sobre Budismo Zen y de casualidad o causalidad fui a una de esas charlas invitado por una amiga practicante.
Meses después, mi amiga se fue a Brasil, a la ciudad de Belo Horizonte, donde funcionaba un centro de práctica de zazen y una clínica de acupuntura formada por mi primer maestro Higarashi Ryotan, quien ya venía desarrollando la difusión del Budismo Zen en Brasil. Y así como fui a la charla por sugerencia de mi amiga fui a Brasil también, pensaba quedarme un mes y me quede un año y medio. Así que mis primeros pasos en el budismo zen también están relacionados con la práctica del Shiatsu (masaje terapéutico japonés) que aprendí en aquella época.

—¿Cómo llegó a ser monje y qué supone?

—Bueno, en ese primer período que viví en Belo Horizonte junto a mi maestro, en la vida cotidiana, es que despertó el deseo de ser monje. ¿Y que supone? Nada. Creo que ser monje es el camino de retorno al ser simple. De ahí la práctica budista en la vida cotidiana, porque es en esta vida de todos los días donde nos tornamos seres naturales, despojados de preconceptos tales como: me gusta no me gusta; mío tuyo; quiero no quiero; blanco negro; arriba abajo; etc

—¿Encuentra dificultades en recorrer el camino en Occidente?

—Creo que la ciudad es un buen lugar de entrenamiento. Viví 2 años en Brasil, en Ouro Preto en el monasterio Pico de Rayos y 10 años en Japón, de los cuales 6 años viví en un Templo en la ciudad de Nagoya, donde conocí a mi segundo maestro Nakamura Doyu y 4 años en el monasterio de Eiheiji, uno de los templos matrices de la Escuela Soto fundado por el maestro Dogen en el año 1244. Lugar donde concurren todos los monjes de Japón a pasar un período de práctica en el estilo tradicional de la Escuela Soto. Y allí también es un buen lugar de entrenamiento.
Dificultades - facilidades es parte del recorrido de un camino. Y ahí está la práctica cotidiana, en no detenerse en las “dificultades” o las “facilidades”. Hay una expresión Zen que dice: “El camino comienza debajo de nuestros pies”.






La mente atenta

—¿Cuál es la diferencia entre Escuelas?

—Si por diferentes Escuelas te refieres a las diferentes ramas del Budismo, por ejemplo: Budismo Tibetano, Budismo Coreano, Budismo Chino, Budismo Japonés, etc, la diferencia está en que el Budismo nació en India y se propagó por diferentes países donde fue tomando la característica de cada país, por eso para identificarlo tomó también el nombre de procedencia. Además dentro de cada rama de Budismo hay diferentes Escuelas.
Pero creo que el punto está en encontrar el estilo o la Escuela que uno se siente afín para realizar la práctica más que en buscar las diferencias.

—¿Qué es la práctica zazen y cuáles son los beneficios?

—La práctica de zazen es una de las prácticas principales de la Escuela Soto del Budismo Zen que proviene de Japón. El zazen o la meditación zen es una práctica en posición sentada, con las piernas cruzadas sobre un cojín o zafu, como se dice en japonés, manteniendo la columna erecta y la atención en la postura y la respiración durante un período de tiempo. Ya desde la época de Buda se habla del desarrollo de la atención de la mente en las cuatro posiciones: de pie, andando, sentado y acostado. En consecuencia, podemos observar el zazen como una práctica para el desarrollo de la mente atenta en la actividad diaria por un lado y por el otro podemos observarlo como la práctica de la observación directa de la realidad. O sea, la práctica que trasciende la mente discriminatoria: bueno malo; lindo feo; me gusta no me gusta; quiero-no quiero; mío tuyo; ganancias pérdidas; dificultades facilidades; etc. Este estado de la mente inestable, caprichosa va de un deseo a otro manifestándose a través de nuestros pensamientos, de nuestras palabras, de nuestro cuerpo causando ira, codicia e ignorancia. Por lo tanto, ver la realidad directamente es ir más allá de esta mente discriminatoria. Y principalmente zazen es la práctica de la liberación del sufrimiento, dolor o aflicción de la mente que causa este estado.
Los beneficios de esta práctica además de los que he mencionado anteriormente, nos ayuda a cultivar la paciencia, el esfuerzo, la pers everancia. Calmando la mente, saliendo de la idea egocéntrica, desarrollamos la capacidad de ver al otro, lo que nos permite comprender al otro. Y así realizar la práctica de zazen junto con todos los seres.
En el ámbito terapéutico, zazen es una práctica recomendada para ayudar a las personas para mejorar y asistir en determinados estados de desequilibrio de la salud, como por ejemplo: ansiedad, depresión, cáncer, stress, insomnio, presión alta, etc.

El equilibrio

— Tiene alguna mirada reflexiva sobre los tiempos que corren y alguna sugerencia constructiva.
— Los tiempos no corren, los que corremos somos nosotros y ahí está el asunto. Como terapeuta de Shiatsu veo con frecuencia jóvenes a partir de la edad de 25 años aproximadamente con dolencias en el cuerpo causadas por el stress, como dolores de cabeza, cuello, espalda, insomnio, ataques de pánico, etc. Cuerpo y mente son dos cosas que no están separadas. Hay una tendencia a ir en dirección al mundo del tener y correr tras las posesiones alimentando la mente del deseo que va de un lado hacia otro, como un barco a la deriva, buscando en el afuera y apegándose a objetos transitorios.
En esta carrera, nos olvidamos del mundo del ser y en consecuencia se crea un desmesurado desequilibrio entre estos dos mundos, generando tensiones tanto en el cuerpo como en la mente.
Para mantener este equilibrio es necesario cuidar el cuerpo a través ejercicios como caminar, nadar, etc.; o de diferentes disciplinas que combinen la respiración con el movimiento como el Tai Chi, el Chi kung, el Yoga, etc.; y la meditación para mantener la mente flexible. Estar en contacto con la naturaleza y cultivar el mundo de los afectos también es importante.

Entrevista realizada por el Diario  El litoral.com
Ana Laura Fertonani
cultura@ellitoral.com


2 comentarios:

  1. Interesante artículo... Algunas de las claves que se comentan en la entrevista quedan reflejadas en el último libro del gran Dalai Lama

    Un saludo!

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