El Buda
Sakyamuni enseñó que la práctica del zen o de la vía de la Budeidad es la
medicina adecuada para clarificar, comprender y liberarnos de las causas que
gestan el dolor, la insatisfacción o el sufrimiento.
Desde
este punto de vista, la práctica del zen no es una terapia corporal. No es una
terapia energética. No es una dieta alimenticia. No es un camino de sanación,
de cura corporal, a pesar de que la cura corporal se produce durante la práctica,
gracias a la práctica misma, pero esa no es la meta. Eso es un síntoma.
La práctica
de la vía tampoco es una psicoterapia. No es una psicología destinada a
resolver el sufrimiento o dolor emocional y psicológico, para eso están las
terapias correspondientes a cada caso o situación.
La vía
del zen, específicamente, es un camino para enfocar, clarificar, superar y
liberarnos del dolor más profundo de todos, que es el miedo a la muerte. Por lo
tanto, la liberación de la identificación con el yo que creemos ser.
Así, la
vía del zen ha sido enseñada y transmitida con esta función. Con esta óptica y
esta motivación.
Es
importante que no confundamos la práctica de la meditación zen con una técnica
de relajación, con una técnica de bienestar, con una técnica del desarrollo de
algún poder mental, o con alguna técnica de bienestar corporal. Tenemos que
tener bien en claro que en las carnicerías se vende carne, en las panaderías se
vende pan y en las pescaderías se vende pescado. En consecuencia, no se nos
ocurriría ir a la panadería a comprar pescado, de la misma manera que nos se
nos tiene que ocurrir adentrarnos en la vía del zen buscando algún tipo de
bienestar corporal, psicológico o emocional. Debemos darnos cuenta que cada
herramienta tiene su función y su utilidad y da lo mejor de sí sólo cuando se la
utiliza con esa óptica y con ese propósito. –
Dokusho Villalba, Monje Budista de la escuela Soto zen
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