viernes, 6 de septiembre de 2013

Nubes locas





Hace algún tiempo, mi buen amigo Carlos, me sugirió que leyese el libro: “Nubes locas,  rebeldes del Zen” y, como siempre supo guiarme muy bien por los caminos literarios del zen, no dude en comprarlo y una vez que lo comencé, no puede detenerme pues, encontré en las historias que narraba, una fuente rica de inspiración para hacer de esta práctica Budista, un camino más abierto, vivo y presto a poder acceder a uno de sus aspectos frecuentemente mencionados a cerca de cómo estar más presentes en el aquí ahora, sin que para ello fuese necesario contar con la solemnidad que supone el uso de un kesa como de los muchos rituales que bien se realizan dentro de un templo zen.

Pese a esto que señalo y, si lo pensamos un poquito, poder ser guía de uno mismo luego de haber tenido la ocasión de contar con la compasiva ayuda de un maestro, lejos de suponer una tarea sencilla y hasta anárquica si se quiere, nos desafía a caminar con mayor rigurosidad y conciencia al igual que deduzco debe hacerlo un equilibrista sin red.
No contar más que con la conciencia de nuestra propia conciencia, nos vuelve mucho más protagonistas de cada respiración, de cada palabra, acción o pensamiento de lo que podemos esperar a diferencia de cuando las condiciones de la práctica quedan sujetas a la mirada del otro y a cada gesto de la liturgia tradicional del zen.

Quiero compartir con ustedes el siguiente pasaje de dicho libro.

Páng Yung (740 – 808) fue el único Maestro laico reconocido por el Zen en China durante el período T´ang.

Páng Yung paseando de aldea en aldea, paso sus días improvisando su espiritualidad. Libre del paso de las reglas monásticas y de las obligaciones jerárquicas, osó desafiar a los mejores y más destacados maestros de aquellos tiempos.

Cierta vez, en la sala de conferencias de una aldea, donde oradores profesionales daban sermones y discursos sobre la doctrina Budista, se detuvo a escuchar una charla sobre el Sutra del Diamante.
Cuando el orador llego al momento de expresar las palabras: “no hay yo, no hay persona”, Páng Yung, desde la audiencia, pregunto: Maestro, ¿ya que no hay yo ni persona? ¿quién está hablando, quién está escuchando? El orador quedo sin respuesta y Páng Yung prosiguió “a pesar de que soy un hombre ordinario, conozco algo a cerca de la fe”.

Ante el pedido del orador de que los ilustrara, Páng Yung respondió con un poema:

No hay yo ni persona.
¿por qué entonces el pariente y el extraño?
Les ruego, dejen de ir de conferencia en conferencia,
Es mejor buscar la verdad directamente.

La naturaleza de la sabiduría del Diamante
excluye toda mota de polvo.
Desde “esto he escuchado”, hasta “esto es lo que creo”.
Sólo un conjunto de nombres irreales.
(lo único que el orador pudo expresar fue un profundo suspiro)





A un buscador de la perfección, Páng Yung aconseja:

El pasado ya a pasado
no intentes recuperarlo.

El presente no perdura,
no intentes apresarlo momento a momento.

El futuro no ha llegado
no pienses en él con anterioridad.

Aparezca lo que aparezca
déjalo ser.

No hay mandamientos que seguir.
no hay impurezas que purificar.

Penetrando verdaderamente la mente vacía,
Los Dharmas carecen de vida.

Si puedes ser así, habrás alcanzado el último de los logros.


Libro: Nubes locas, rebeldes del zen. 
Autores: Perle Besserman, Manfred Steger
Editorial Troquel - Argentina

Publicado por Claudio

3 comentarios:

  1. Hola Claudio, felicitaciones por el blog, me resultaron muy interesantes tus publicaciones.
    Cecilia

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Cecilia

      Te agradezco mucho tu comentario y te envié un correo para agradecerte que te sumaras como seguidora de mi blog

      Abrazos

      Claudio

      Eliminar
  2. Los monjes zen que apoyaban a los anarquistas en japón, eran llamados nubes locas

    ResponderEliminar