Todos hemos tenido de esos días en los que luego de una jornada extenuante y llena de divergencias y contratiempos, sentimos la necesidad de darnos un "gustito" o, de regalarnos un momento de placer y entonces, nos pedimos comida elaborada en algún restaurante del que no tenemos ninguna certeza ni de los ingredientes que se usan para su confección, ni del nivel de higiene con que se elabora el plato, ni de la animosidad de quienes preparan estos alimentos pero, como se trata de buscar el placer como recompensa de la denodada tarea realizada, no caemos en la cuenta que, en verdad, ese instante de placer, (placer que por cierto a todos nos agrada vivir), para el cuerpo, para los órganos internos, los que de por sí suelen estar atiborrados de toxinas y carentes de vitalidad, lejos de sentir gozo, se les suma a la ya detonada energía psicofísica de ese día en particular, el tener que vérselas con una tarea aún más desgastante como es la lidear con grasas saturadas, azúcares o harinas blancas y refinados o, sales duras y desnutridas, según sea el "manjar" pedido y masticado, lo que harán las "delicias" de un hígado abarrotado de grasa, intestinos super poblados de bacterias dañinas, riñones teniéndo que filtrar sangre altamente acidificada y por ende, células con una pobre oxigenación. El combo ideal para que, a la larga o no, lo que hoy "comemos", no sea otra cosa que la enfermedad por la que luego habrá que atender echando por tierra ese placer que sentimos tan merecedores de darnos.
Como vemos, no se trata de un mero momento de placer o disfrute, placer que, insisto, todos bien agradecemos poder vivir pero, ¿a qué precio?
Sobre todo, si consideramos el hecho de que la mayoría de los días de buena parte de la gente son así, fatigosos y propensos a no disponer, por esa misma causa, del tiempo ni de la energía necesarios para dedicarnos un tiempo para con nosotros, siendo esta carencia, el factor determinante de una humanidad que poco o nada sabe de sí misma, precisamente porque pasa más horas y días al servicio de todo cuanto tiene que hacer, alcanzar o lograr que de permitirse el verdadero placer que no es otro que el de conocernos a nosotros mismos.
Esa falta, nos lleva a no comprender que si algo necesita un cuerpo agotado, no es más agotamiento sino, descanso. Descanso de lo que lo sobrecalienta, endurece y desgasta rápida y cruelmente a favor de un envejecimiento al que tanto se le teme pero, al que rápido se llega, justamente, por tanto correr incluso, en los gimnasios, donde se le exije perfcción estética al cuerpo al punto de acidificar la sangre, endurecer las arterias, dañar las articulaciones y acabar llegando antes a donde tanto se teme terminar, viejos, arrugados y, más que nada, con el alma desvitalizada.
El conocimiento de cómo somos y cómo nuestros órganos vitales funcionan , deriva en aprender a conocer y leer mejor a los demás como a las situaciones que vivimos, los conflictos a los que arribamos, a los fines de lograr una paz duradera dentro y fuera de este cuerpo/mente que somos, simplemente aprendiendo a delegar o, a dejar ir lo que no permita esa vida en paz en salud mental y física.
Por lo tanto, no se trata de no darnos placer, se trata, en todo caso, de comprender que ese cuerpo cansado y caliente por dentro, necesita agua, frutas, jugos, verduras, sol, oxígeno, amor, por supuesto, como descargar a través de los pies en caminatas descalzos sobre el pasto, la arena o la baldosa húmeda, protones positivos que inflaman y, sobre todo, descanso. Descansar de corridas, aparatos varios, de ruidos y de ese "yo" que nunca parece tener bastante.
Que el placer sea, si a cada quién así le nace, estar en paz con sigo mismo y darse por enteros, a un amor que no es otro que el de conocer, comprender y respetar la vida que somos, aprendiendo a seguir el orden natural de esa vida, disminuyendo los caprichos, las sobre exigencias y los mandatos que jueguen en contra de dicha naturaleza.
NOTA: Quiero aclarar que no estoy en contra de ninguna actividad física o deportiva. Sólo señalo no ver que, lo que muchas veces se hace por buscar salud y longevidad, termina, por sobre exigencias y alta competitividad, en todo lo contrario, cuerpos desgastados, faltos de oxigenación adecuada y padeciendo lesiones muchas veces graves como enfermedades crónicas, no tanto por la actividad que se practica, como por la manera en que se las realiza. Si a esto le sumamos el alto agregado de proteínas y suplementos sintéticos o carbo hidratos sin saber si es eso lo que cada quién puede necesitar, cartón lleno para lograr lo contrario de lo que se proponen.
Cuanto más se huye de la vejez, más rápido se la alcanza.
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