Estamos muy familiarizados con la creencia de que a cada cosa se le opone otra con igual intensidad o medida pero, manifestada de modo inverso. Sin embargo, sería considerable echar una mirada al respecto y quizás, descubrir que no hay tal cosa que pueda ser etiquetada como opuesta de otra de manera absoluta. ¿La importancia de todo este asunto?, simple: la creencia en los opuestos es el mundo que ha edificado el ser humano convirtiéndolo en lo que hoy es y muchas veces padecemos.Veamos.
Decimos masculino y pensamos en femenino, decimos luz y señalamos la oscuridad, mencionamos malo y se nos figura lo bueno, pero si nos detenemos en cualquiera de estas definiciones y dejamos a un lado el concepto de contrapuestos, (salvo para su uso diario y práctico) vamos a descubrir que, lo que a simple vista se muestran como las dos caras de una misma energía, se trata también, de cosas diferentes que, a lo sumo, pueden complementarse o vincularse como una continuidad de realidades una después de la otra pero que, no surge la una del ceno de la anterior es decir, del amor no nace el odio o viceversa sino que, el amor y el odio son las dos caras de una misma energía cuyas causas y expresiones difieren la una de la otra considerablemente.
Para poder ver esto se requiere de olvidarnos del tiempo (futuro o pasado) que siempre está presente cuando, ante un suceso de características desagradables, deseamos ir en busca de otra cosa o realidad (pasado o futuro) y que entendemos como opuesta y "mejor". Entonces, la comprensión de que no hay nada que pudiésemos destacar como opuesto, es verificable al observar detenidamente el hecho del que queremos salirnos o escapar, tal cual está manifestándose y sin agregados u opiniones.
Si tan sólo nos ocupamos de esto y no deseamos corrernos de ahí, es posible ver las cosas como son y sin contra caras pues, no hay contradicción en el hecho mismo excepto que, como dije, queramos otra cosa en lugar de aceptar lo que está pasando. También cabe para cuando nos está yendo "bien" y nos esforzamos en que eso perdure a causa de pensar en el temor que nos produciría caer en su "contrario".
Por consiguiente, no se trata de ir hacia lo que deseamos alcanzar y creer que eso nos desembarazara de lo que ocurre como por ejemplo, cuando estamos enfermos y deseamos bienestar, lo que es lógico pero que, de ser así, estaríamos dando por sentado que dentro de la enfermedad se hallan las causas o factores que pueden favorecen la cura o sanación cuando, en verdad, la enfermedad se encuentra bajo la influencia de factores conducentes al hecho en sí y, por contrapartida, la salud sólo puede tornarse factible a consecuencia de causas inherentes a ese estado. Dicho de otro modo, lo que produce una cosa no produce la otra.
Según percibo las situaciones y consecuencias devenidas del accionar humano, tanto de índole personal como social y nuestra relación con ellas, se me hace imperativo la urgencia de poder verlas sin su consabido contrario. Lo cual supone toda una revolución o cambio de paradigma debido a que si bien, en la mayoría de los casos, resulta útil establecer el concepto de opuesto para apreciar diferencias de orden doméstico (lo alto de lo bajo, lo estrecho de lo ancho, o un alimento saludable del que no lo es), no sucede lo mismo en el campo de las relaciones humanas psicológica y emocionalmente hablando, producto de que toda interpretación y confirmación de opuestos, terminan convalidando relaciones de poder (amo/esclavo, masculino/femenino, ricos/pobres, inteligente/tonto) dando lugar a todo tipo de discriminaciones clasistas, racistas o de género.
Advertidos de esto como conductor principal de las muchas y variadas formas de división, conflicto y violencia perpetradas por el hombre al creer y crear mentalmente falsas antinomias a partir de las cuales sostener y aumentar su supremacía, (incluso a costa de su naturaleza y la del planeta), es que se vuelve determinante reparar en todo esto como hecho en sí mismo, a los fines de dejar caer el velo que cubre la realidad y tal vez, aprender a atender lo que ahora, y sólo ahora acontece y ameríta nuestra atención, sin escapes hacia ningún paraíso o infierno siendo estas, sólo recreaciones mentales que muy bien hemos aprendido a generar, como cuando algo que no queremos, pensamos que alcanza para su disolución simplemente desear lo contrario y,una vez seguros de "saber lo que se quiere", nos damos a la tarea por alcanzar el objetivo sin tomar en cuenta que, al mismo tiempo, arrastramos por llegar a la "felicidad", las causas que aún sustentan eso de lo que intentamos huir.
Me detengo un instante aquí para subrayar algo fundamental como es, saber lo que se quiere y la intención que nos motiva. Si no se sabe lo que en verdad se necesita o anhela, no será posible enfocarnos en ello con lo cual, acabaremos diversificando nuestra energía , diluyéndola o, peor aún, sumando más caos al caos. Como suele recordármelo un querido amigo: "Enfocate en tu dicha y deja que el universo haga el resto". Importante: aún sabiendo qué queremos y por qué, siempre es imprescindible dar el primer paso ocupándonos de lo que sucede en tiempo presente (único tiempo a considerar en toda esta tarea de aprender a soltar las antinomias pues, el presente es el único tiempo real con el que contamos).
El universo tal como lo conocemos, no se mueve por polaridades, somos los humanos que, limitados por nuestro campo de percepción, vemos cara y cruz por separado y en todos lados como en todas las cosas o seres vivos, cuando, en verdad, ambas expresiones no son más que una sola energía pero, materializadas cada una por "separado" debido a nuestra limitada capacidad sensorial sobre la materia las emociones o fuerzas sutiles.
¿Y es que en el universo existe alguna forma material, sensible o plasmática que busque diferenciar las cosas para su conveniencia particular? No, porque todo es una sólo energía con significancias diversas y cooperativas.
Dicho esto, entremos ahora en el terreno de la cosa en sí, los hechos.
Si algo está ocurriendo supongamos, un malestar físico, la expresión verbal para actuar sobre lo que sucede es: NO MALESTAR. El no, delante de malestar, no implica negación sino, una invitación a poder ocuparnos de sus causas y consecuencias para que el malestar ceda o desaparezca.
Si, NO MALESTAR cede o desaparece, ¿qué queda? Para averiguarlo es necesario ocuparse de lo que sucede y dejar lo que se quiere alcanzar en suspenso, hasta que el camino se allane para evitar seguir arrastrando el lastre de las acciones y circunstancias actuales hacia el futuro.
Desarticular el acontecimiento a partir de eliminar sus raíces, depende de la observación o atención plena, (la meditación como paso previo e indispensable para la toma de consciencia del hecho).
Cuando la cosa observada queda bajo la luz de la consciencia, esta, comienza a diluirse paulatinamente producto de quedar al descubierto, permitiéndonos así, ver lo que es real de lo que es ilusorio. Lo ilusorio entendido como todas aquellas ideas que cultivamos producto de nuestra personalidad y que, colocadas por delante de lo que acontece, sólo dejan ver esas ideas y no lo que es.
La ilusión no necesariamente debe erradicarse pero si, se necesita ser conscientes de ella o, de lo contrario, estaremos creando realidades nacidas de apreciaciones falsas.
Un ejemplo al respecto es: cuando estamos viendo una película el cerebro reconoce la ficción y la distingue del ámbito en donde se está proyectando como un lugar real. Sin embargo, ¿por qué nos emocionamos? Porque estamos aceptando esa ilusión por el tiempo que dure, como real. De no ser así, toda imagen que pasase por delante de nuestros ojos, no produciría ningún efecto emotivo.
A diferencia del cine, la vida, muchas veces se vive como un acontecimiento verdadero a pesar de estar sostenida en falacias en las que, por alguna razón, deseamos o necesitamos creer.
A esto lo lamamos, "hacernos la película". El problema son las consecuencias perjudiciales que suelen derivar de todo ello.
En síntesis, podemos denominar opuestos a todo lo que así nos lo parezca pero, teniendo en cuenta que, cada cosa, hecho, ser orgánico o situación, son producto de condiciones y circunstancias propias e interrelacionadas y que, lo que es o sucede dejara de serlo sólo cuando estas se modifiquen y no, por el mero acto de esperar lo opuesto o su perdurabilidad a causa de desconocer y no comprender que todo es impermanente.
Shodo Rios