sábado, 2 de diciembre de 2017

Tango Zen

Dice: "Primero hay que saber sufrir
          después amar
          después partir
          y al fin andar sin pensamientos"...






Esta estrofa pertenece a un hermoso tango llamado "Naranjo en Flor" que los hermanos Espósito (Virgilio, a quien tuve ocasión de conocer y conversar sobre poesía, y Homero) compusieron hace algunas décadas y que bastantes años atrás y luego de haberlo escuchado repetidas veces, caí en la cuenta de la profundidad de su contenido poético y espiritual y que hoy retomo al punto de atreverme a relacionar esas cuatro líneas con las cuatro nobles verdades o leyes que el Buda Sakyamuni sabiamente transmitió en su tiempo a saber: "Existe el sufrimiento, sus causas, la cesación de ellas y un camino óctuple capaz de ayudarnos a no volver sobre dicho sufrimiento".

Veamos. "Primero hay que saber sufrir":Bien podría verse como el acto primordial de aceptación a cerca del hecho mismo de estar atravesando un momento así o de lo contrario, qué podríamos atender si no, ¿verdad? Aceptado el hecho de estar sufriendo, ya sea por lo que aún no tenemos o por lo que poseemos y tememos perder, por ejemplo, es entonces cuando podemos afrontar la situación para poder remontarla y continuar evolucionando.
Es importante considerar el acto de sufrir como un proceso de orden mental y psicológico a diferencia del dolor corporal que de acuerdo a sus características, bien puede producir sufrimiento cuando comenzamos a considerar hechos que no suceden más que en el imaginario personal al punto de creerlos mucho más reales que lo que en sí y en tiempo presente este sucediendo. Dicho en un lenguaje más propio del tango, "darnos manija".

"Después amar": Amar es para mi, la entrega, la confianza en cuerpo y alma abocados a la tarea de reconocer las causas del sufrimiento o, ¿lamernos la herida propia? que llegaron allí no porque intencionalmente queramos estar o sentirnos abrumados sino, porque no supimos VER lo que íbamos construyendo de ilusorio al rededor de la realidad misma, y entonces, abrigados de ese amor animarse a soltarlas o erradicarlas precisamente, a manos de un amor genuino que no es el que el común de la gente anida o sea, el del "me, mi, mío conmigo" sino, el de amar sin esperar nada. Siendo ese amor la verdad desde donde comenzamos a encontrarnos con nosotros mismos. Amar sin mirar atrás, sin esperar premios o recompensas, como digo.

"Después partir": Partir aquí lo leo como el acto propio del desapego. Desapego al haber comprendido que ese es precisamente el medio a partir del cual el sufrimiento se debilita pues, comprendimos que todo es naturalmente transitorio, perecedero e interrelacionado o sin sustancia propia, lo que resta en consecuencia es pasar como la vida que somos, por cada situación o experiencia sin dejar huella o llevarnos nada pues, nada es posible de ser llevado a lugar alguno. Solo atreverse a SER con el momento presente pleno y vivo, como ahora soy este que escribe, como minutos antes fui el que se calentó el agua para cebarse unos mates.

Por último: "Y al fin andar sin pensamientos" El óctuple sendero o la cuarta noble verdad, propone entre sus ocho posibilidades de camino, hacer o andar correctamente estos es, que cada acción, palabra, pensamiento, esfuerzo y acto meditativo sean atendidos y realizados de modo que evitemos, hasta donde nos sea posible, dañar nuestra vida como la de los demás en consecuencia, andar sin pensamientos es, justamente, haber aprendido a dejar pasar todos aquellos pensamientos o recuerdos que no suceden o sucedieron y ya son parte del pasado pero, sin el esfuerzo de pensar en no pensar. Tan sólo permitir que los pensamientos sigan su curso natural transitando el sendero de una atención plena para poder vivir en lo que ocurre aunados con la realidad, hasta que el próximo compás tardío y desafinado nos vuelva a invitar ir a su encuentro para continuar andando y andando, aprendiendo, disfrutado y sirviendo sin expectativas de logro o meta alguna; solo seguir andando y silbando bajito el tango de la vida que pasa y somos.

Gracias Maestros Virgilio y Homero por tanto amor y poesía.

Para los que no conocen el Tango y desean disfrutarlo o para quienes sí lo conocen y hasta lo han bailado, vaya una versión de uno de los más extraordinarios cantantes como fue, el polaco Goyeneche.

https://youtu.be/mGLyn75dOkw

Claudio Daniel Rios

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