miércoles, 28 de febrero de 2018

Zazen, un viaje del futuro al pasado para comprender el ahora





Si parados frente a una pizarra nos pidiesen que escribiésemos el sentido en que el tiempo transcurre, seguramente escribiríamos de izquierda a derecha y de manera lineal: pasado, presente y futuro.

Si bien es cierto que por necesidades prácticas o de supervivencia los humanos hemos aprendido a modelar la vida en base a esa disposición lineal del tiempo, no es menos cierto que ello sólo se debe a un desarrollo neurológico a partir del cual el cerebro fue relacionando lo que llamamos tiempo, siempre subjetivo a la psiquis y emoción de quién lo percibe, debido a aprender a clasificar y a guardar lo seleccionado en la memoria (únicamente lo que le es útil a sus propósitos de preservar la vida) o, lo que llamamos tiempo pasado. Es decir, todo lo que hacemos, decimos o pensamos, son sólo hechos aprendidos en ese espacio de tiempo que se repite tantas veces como lo aprendido sea utilizado, siendo lo que denominamos futuro, tan sólo una proyección no siempre consciente de dicho pasado. En consecuencia, lo que entendemos como tiempo presente no es otra cosa que una construcción mental atrapada entre esos dos momentos (pasado - futuro), algo así como los eslabones perdidos de una cadena secuencial en la evolución de las especies que se rellena con supuestos o inferencias para darle una lógica al funcionamiento y desenvolvimiento de dichas especies (tiempo presente)

Ahora, cuando practicamos zazen a lo largo de los años de práctica, podemos ir comprobando cómo el tiempo en realidad, se va dirigiendo de adelante hacia atrás hasta dar con el presente o aquí y ahora, también explicado como, las cosas como son, de la siguiente manera.
Cuando llegamos a la práctica de zazen, lo normal es hacerlo por alguna motivación particular supongamos, necesidad de calmar la mente o el estres.
Esa motivación la voy a llamar tiempo futuro pues se trata de la meta que deseamos alcanzar.
Cuando ya aprendemos a incorporar la postura correcta de piernas cruzadas y columna recta y en silencio, donde la atención se lleva tanto a dicha postura como a la respiración, lo que poco a poco vamos comprobando es cómo los pensamientos se irán sucediendo uno detrás del otro; al observar el contenido de ellos, quedara claro que lo que traen son imágenes o palabras que ocurrieron en el pasado, aunque no siempre de manera exacta como las recordamos y, cómo dichas imágenes viajan como proyectiles a un futuro que es sólo un idea modificada de dicho pasado.
Es decir, llegamos a la práctica con la mente enfocada en el futuro, que lo que deseamos se cumpla, nos quedamos en el presente tranquilos y silenciosos observando lo que sucede en el cuerpo, la respiración y la mente, hasta que los pensamientos nos trasladan al pasado pero que, al dejarlos pasar volviendo la atención a la respiración, por ejemplo, desaparecen y con ellos el pasado y la posibilidad de llevarlos al futuro de modo que, el presente es lo único que queda pero que también se lo percibe fugaz porque lo creamos o no, el presente tampoco existe...

Veámoslo del siguiente modo. Supongamos el tiempo como una sucesión de puntos. Cuando hacemos zazen, el único punto que cuenta y a través del cual el resto se forman, (pasado y futuro) es el punto del aquí y ahora. Solo sentar y observar.
Pese a todo, cuando sentimos ese tiempo y espacio en el punto donde nos hayamos, al mismo instante comprobamos cómo va sucediendo y volatilizándose incansable y eternamente, del mismo modo que el río baja sin detenerse hacia el mar.
A medida que avanzamos en la práctica, vamos comprobando o, al menos tanteando, percibiendo que, lo que no existe, el tiempo y, lo que sí existe, los fenómenos, (objetos, situaciones, seres vivos etc) son lo mismo. Algo así como la mente y el cuerpo.que se perciben separadas o diferentes pero ¿Dónde está la mente?, en los fenómenos que ésta crea ¿y el cuerpo? (fenómenos) ¿cómo es en verdad el cuerpo,si a cada instante cambia, se transforma y un día o sea, AHORA, desaparece?

Cuando practicamos sin ánimo de atrapar o repeler nada, el aquí y ahora, se revela.

Claudio Daniel Rios